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domingo, junio 22, 2008

- ALCOHOLISMO -





Alcoholismo, una adicción que crece


El alza del consumo de alcohol en la población juvenil y escolar, desde edades muy tempranas, más el aumento de las situaciones de embriaguez, muestra una realidad anormal que en forma rápida ha desbordado modos tradicionales de prevención y control, y que representa la puerta de entrada a las otras amenazas de dependencia de sustancias psicoactivas. El alcoholismo, el tabaquismo y la drogadicción son tres epidemias contemporáneas que afectan de modo muy especial a la juventud, el segmento más vulnerable de la sociedad.

Pese a que la legislación prohíbe su venta a menores, el consumo de alcohol entre los adolescentes argentinos es cada vez más masivo: el 73 por ciento de los varones y el 63 por ciento de las chicas de entre 15 y 19 años toman bebidas alcohólicas, según revela un estudio realizado por el Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires (UBA). La investigación contiene otro dato aún más significativo: el 95 por ciento de los adolescentes que toman alcohol dice que cuando lo hace "pierde el control sobre su conducta". La encuesta fue realizada entre 2006 y 2007 entre 4971 chicos que en ese momento cursaban el secundario en 85 escuelas públicas de veintiuna provincias y de la ciudad de Buenos Aires.

En los hospitales porteños se atienden cada vez más adolescentes que llegan borrachos. En la guardia del hospital Fernández, por ejemplo, el año pasado fueron atendidos 289 menores de 20 años, según informó el jefe del Servicio de Toxicología, Carlos Damín. En 2006, la cantidad había sido algo menor, aproximadamente unos 270 jóvenes. Por otra parte, en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez también atienden cada vez más chicos ebrios. En los primeros cinco meses de este año, fueron atendidos allí 22 pacientes de entre 7 y 17 años por presentar síntomas de intoxicación alcohólica.

Otro dato significativo es el que aporta Alcohólicos Anónimos (AA) que señala que los jóvenes ya son un tercio de los que concurren en busca de ayuda, cuando históricamente estaban acostumbrados a tratar con hombres y mujeres mayores de 40 años. En la actualidad, es muy importante la cantidad de chicos de entre 16 y 22 años, y la mayoría llega con dos problemas: las drogas y el alcohol. Se estima que en la Argentina hay casi 2 millones de alcohólicos.

Según datos de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), por año mueren en el país unas 25 mil personas por causas relacionadas con esa adicción.

Las consecuencias del abuso de bebidas alcohólicas son graves. Mientras dure la borrachera y el alcohol esté en la sangre, pueden aparecer vómitos, náuseas, mareos, disminución de la agudeza visual y, en los casos más severos, pérdida de la conciencia, que puede llegar hasta el coma. En cambio, para los alcohólicos crónicos, las consecuencias son más graves: lesiones cardiológicas, mayor incidencia en tumores hepáticos y problemas digestivos como úlcera, gastritis y cirrosis, entre otras.

Como ya ha sido señalado en reiteradas oportunidades desde esta columna editorial, la familia ocupa un papel fundamental en materia de prevención de las adicciones. Sin embargo, la falta de control de algunos padres sobre sus hijos, ya sea por negligencia, por comodidad o por un concepto equivocado de querer sustituir la imagen autoritaria de jefe del hogar por una más condescendiente y de acercamiento, está llevando a peligrosos extremos en el seno del hogar, hasta el punto de que, en muchos casos, ya no se sabe quién manda ni quién obedece en la casa familiar.

Está muy claro que ante todo deben adoptarse métodos preventivos e inculcarse conciencia sobre la nocividad de todas las adicciones como amenazas contra el libre desarrollo de la personalidad. El prohibicionismo sin persuasión y sin motivación convincente carece de eficacia. Para la gente joven, el valor de la autonomía personal, unido a la dignidad y la autoestima, es primordial. Es en estos atributos de la personalidad y en el riesgo de que se degraden en lo que debe enfatizarse con persistencia y con una mentalidad comprensiva y abierta al diálogo entre generaciones, sin el cual se acentúa un conflicto que puede ahondar y agravar la frustración y el sentimiento de soledad y aislamiento de muchos jóvenes.

miércoles, junio 11, 2008

- CELULAR -

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El "ladrillo" que transformó el mundo cumple 25 años

Al principio nadie se entusiasmó: el primer teléfono móvil era demasiado grande, pesado y caro. Hoy accede al servicio el 80% de la población mundial.11:17 | 11.06.2008 El ingeniero norteamericano Martin Cooper, junto a su célebre invención.

El primer modelo que Motorola sacó al mercado hace 25 años -el 13 de junio de 1983- costaba 3.500 dólares. Pesaba 800 gramos, casi tanto como una botella de agua, era más largo que una hoja de papel Din-A4 y se quedaba sin batería después de hablar media hora.

El primer celular, al que los diseñadores llamaron "el ladrillo" por su forma, desapareció pronto del mercado. Pero pese a ello, ningún otro artefacto cambió tanto el mundo.

"Nuestro sueño era que un día nadie hablara por un teléfono convencional", recuerda su inventor, Martin Cooper. El ex ingeniero de Motorola trabajaba a principios de los años 70 en un aparato móvil para la policía, cuando se preguntó por qué no hacer un modelo para todo el mundo.

Un par de semanas después, Cooper iba por la calle en Nueva York y usó su prototipo para llamar triunfante a la empresa competidora, AT&T. Pero tuvieron que pasar diez años hasta que el primer móvil fuese lo suficientemente pequeño para el público masivo.

"La gente pensaba que yo estaba loco", relata Cooper a DPA. "Porque pensaba en un teléfono que se pudiera llevar en el bolso".

Hace tiempo que Cooper ganó la partida a los escépticos. Según estadísticas del instituto Wireless Intelligence, hay actualmente 3.300 millones de celulares en funcionamiento en una red.




La cifra crece cada vez más rápido. Mientras que pasaron 20 años para que se vendieran los primeros 1.000 millones, el segundo millar se alcanzó en tan sólo cuatro años, y el tercero en dos. Un 80 por ciento de la población mundial tiene acceso a la red de móviles. Desde las costas del sur de la India a la cumbre del Kilimanjaro hay antenas en casi todas partes.

"El móvil es revolucionario", asegura el investigador en comunicaciones Scott Campbell, de la Universidad de Michigan. "Transformó nuestra vida social y el mercado de trabajo. Creó nuevas formas artísticas y de rezar, pero también de organizar atentados terroristas", según Campbell. Se ha transformado la forma de hablar por teléfono. "Ya nadie llama a una casa o una oficina, sino a una persona determinada".

"El teléfono ahora eres tú", afirma también el sociólogo David Hachen, de la Universidad de Notre Dame en Indiana. "Las conversaciones por celular recortan distancias sociales. La gente habla más entre sí, porque lo pueden hacer en cualquier sitio".

Los estadounidenses, por ejemplo, hablan en promedio siete horas al mes por el móvil. A causa de ello, en restaurantes, teatros o vagones de tren la marea de comunicaciones y timbres es maldecida o prohibida.

Pero a medida que avanza la técnica, también los usuarios ganan en capacidades: se convierten en fotógrafos aficionados, documentalistas o empleados siempre ubicables y controlables. "La fotografía artística con móviles se ha vuelto un sector propio que nos hace competencia", asegura un fotógrafo de Washington.

Boom emergente. Fuera del mundo occidental, el teléfono móvil dio alas a la economía. El 68 por ciento de los nuevos contratos se firman en países en desarrollo. La London Business School calculó que en todos los lugares donde llegan diez nuevos teléfonos a 100 personas, el PIB aumenta un 0,5 por ciento.

Cualquiera puede ofrecer sus servicios, porque está ubicable, ya sea en Manhattan o en una favela africana. Los economistas atribuyen al celular la creación de numerosas empresas pequeñas.

En los países pobres las organizaciones médicas utilizan el móvil para recordar a los pacientes que deben tomar su medicación. Y temas tabú como el sexo o el sida pueden ser tratados por SMS.

Cuando el teléfono se convierte hasta en una enfermera portátil, es que ya su nombre no lo representa, afirma el sociólogo Hachen: "Es televisión, diario, fax, cámara de fotos, tarjeta de crédito y administrador personal".

Y si es por su inventor, irá incluso a más. Cooper habló hace poco en el canal CNN de su próximo sueño: "El teléfono tendría que convertirse algún día en parte del ser humano, quizás bajo la piel o detrás de la oreja".

domingo, junio 01, 2008

- PREOCUPANTE -



Preocupantes cifras de mortalidad infantil


De acuerdo con datos recientes dados a conocer por el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, en 2007 hubo en esa provincia 3530 muertes infantiles, un 7,6 por ciento más que en 2006. Dicho en otros términos, significa el deceso diario de casi diez criaturas, pertenecientes en su mayor número al conurbano bonaerense y, sobre todo, al populoso distrito de La Matanza, donde falleció el 10 por ciento del total considerado. Llama la atención en las cifras difundidas el aumento señalado, alternativa que suele presentarse, pero que reclama la mayor preocupación a fin de establecer las causas y su necesario control.

Al respecto, el subsecretario provincial de Coordinación y Atención a la Salud, Alejandro Colia, expresó que la mortalidad registrada estaba influida por "un problema estructural" determinado por "la pobreza, la falta de cloacas, de agua potable, de calefacción y de educación". De ahí -concluyó- que se buscase ampliar la atención primaria y se intensificase la actividad de los equipos de promotores de salud en las zonas donde ese problema es más agudo. Es evidente que las medidas mencionadas pueden arrojar un beneficio inmediato, pero no corregirían en nada el grave problema estructural aludido por el funcionario.

Cabe observar, por otra parte, que la información dada por el Ministerio de Salud es incompleta y poco clara porque no especifica, como suele hacerse, si las cifras se refieren a defunciones ocurridas en el primer mes de vida (mortalidad neonatal) o en el primer año (mortalidad posneonatal).

Esta incertidumbre subsiste cuando se citan los males causantes de muerte (afecciones perinatales, malformaciones congénitas, prematurez y bajo peso), que son causas endógenas típicas de las defunciones neonatales, lo que no guarda coherencia con la mención que luego se hace de la incidencia del problema estructural en la mortalidad, ya que se refiere a formas de causalidad exógena, que gravitan, sobre todo, en las defunciones posneonatales. Es oportuno recordar que es en este campo de las afecciones infantiles donde más ha progresado la pediatría en los últimos 50 años, merced al empleo de los antibióticos, las vacunaciones masivas, las mejores formas de nutrición. En cambio, siempre fueron de más dificultosa prevención y tratamiento las afecciones neonatales.

Es plausible, desde luego, que al conocerse los datos acerca del siempre inquietante tema de la mortalidad infantil se presentara un pedido de informes en la Cámara de Diputados bonaerense a fin de conocer con amplitud la realidad actual del problema y las medidas adoptadas para su reducción, cuestión de interés constante y vinculada significativamente con las carencias que sufren sectores de nuestra sociedad que parecen anclados en la indigencia, lo que redunda gravemente en la atención y el cuidado de la salud infantil.

sábado, mayo 17, 2008

- MADONNA -



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martes, mayo 06, 2008

- NUMEROS -



El silencio de las encuestas


Entre los muchos flagelos y conspiraciones con los que el gobierno nacional debe lidiar, desde hace un tiempo se encuentra una especie de complot de las matemáticas.

Las primeras señales de que los números comenzaban a rebelarse aparecieron en el Indec. La Casa Rosada creyó advertir allí una patraña de expertos en estadísticas que pretendía hacer creer que la inflación era muy superior a la real. Una intervención sobre el organismo, la remoción de muchos de sus técnicos y la adopción de una nueva metodología de cálculo restauraron el orden y el índice de precios fue puesto de nuevo a raya.

Para que la operación sea completa todavía falta sofocar algunos focos del complot. La recaudación tributaria, por ejemplo, crece de manera desmesurada: entre 30 y 40 por ciento año tras año. El PBI crece, pero no tanto como para explicar ese aumento. Podría suponerse, en cambio, que hubo un salto descomunal de eficiencia en la AFIP. Pero esa hipótesis encuentra una rápida desmentida: la Presidenta se deshizo del funcionario que habría llevado adelante esa hazaña. No queda más remedio que sospechar, entonces, que la mejora en la tributación se debe a que las contribuciones suben porque los precios sobre los que se calculan también subieron. Es lo que sugieren los índices de precios elaborados por los institutos de estadísticas de varias provincias, cuyas subas han sido mucho mayores que las registradas por el Indec.

La incertidumbre tiene una consecuencia nefasta: como se perdieron parámetros objetivos para ponderar la dinámica inflacionaria, cada cual remarca los precios según sus peores presunciones. El ocultamiento y la ignorancia alimentan el mal que se quiere conjurar.

La otra rebelión de las matemáticas se expresó en las encuestas de opinión pública. De pronto comenzó a trascender desde las consultoras que las elaboran que la imagen del Gobierno y de su titular, la señora de Kirchner, registró una caída abrupta, sobre todo a raíz del conflicto con el campo. Algunos especialistas aseguran que nunca se verificó un deterioro de la imagen presidencial tan pronunciado en tan poco tiempo desde la restauración democrática de 1983.

Pero es imposible precisarlo: muchos encuestadores no ofrecen cifras desde que verificaron ese fenómeno. Apenas se filtran, en secreto, algunos datos inquietantes. Un estudio contratado por un intendente del conurbano revela que la consideración positiva hacia la Presidenta tuvo una caída del 60 al 30 por ciento, pero que, al cabo de dos semanas, se reubicó en el 46 por ciento. Otro sondeo, elaborado a pedido del jefe de Gabinete, revelaría que Cristina Kirchner perdió 12 puntos de imagen positiva durante el tramo inicial de la protesta agropecuaria.

El silencio de los encuestadores provoca el mismo daño que la manipulación del Indec: comienza a presumirse que, al haber tanto empeño por ocultar lo que ocurrió con la imagen del Gobierno, el derrumbe ha de ser calamitoso. Mucho peor que lo que quizás es en realidad.

El mutismo de ciertos analistas de opinión pública revela, además, varios rasgos desagradables de la cultura política argentina. El primero de ellos es que, como buena parte de esos consultores son contratados por el Gobierno, aducen que los datos se mantienen en secreto para no perjudicar a ese cliente. Una demostración de discreción profesional que produce una pésima impresión política: hay que presumir que la imagen del cliente que emerge de esos estudios se ha vuelto calamitosa para obligar a un cerco de silencio tan rígido. Sobre todo porque hasta hace poco tiempo los diarios eran inundados con informes sobre la colosal popularidad del oficialismo.

El argumento, además, sería aceptable si no fuera porque esos estudios se pagan con dineros públicos: las empresas que los realizan suscribieron contratos con el Estado, no con el partido gobernante ni con la familia presidencial. La imagen de la Presidenta en la opinión pública no puede convertirse en una secreta cuestión de Estado.

El interrogante que aparece después de esta constatación es elemental: por qué, si existe un instituto oficial de estadísticas, con expertos en la realización de encuestas, el Gobierno contrata consultores privados para realizar sus sondeos de opinión. La respuesta comienza a quedar clara: silenciar a algunos encuestadores privados le ha resultado más sencillo que hacerlo con los empleados públicos que trabajan en el Indec.

viernes, mayo 02, 2008

- NUEVAS MEDIDAS -




Conductores y consumo de alcohol


El gobierno de la ciudad de Buenos Aires anunció por intermedio de su vicejefa, Gabriela Michetti, y del ministro de Justicia, Guillermo Montenegro, acertadas medidas para combatir el consumo de alcohol, que incluyen el Programa Conductor Responsable, destinado a los jóvenes. En efecto, a partir de los nuevos controles, los que conduzcan alcoholizados en el distrito porteño deberán dejar su vehículo y retirarlo 24 horas después de una playa de estacionamiento pública. Si el infractor, además, pone en peligro la vida o integridad física de terceros, un fiscal podrá disponer arrestarlo hasta diez días. En todos los casos se sumará la multa correspondiente, de entre 200 y 2000 pesos.

Con anterioridad a estas disposiciones, cuando un conductor era detectado alcoholizado, podía cederle el volante al acompañante o esperar a que desaparecieran los efectos del alcohol en la persona. Pero muchas veces el que estaba alcoholizado esperaba estar a unas cuantas cuadras de distancia del operativo policial para volver al volante, con el consecuente peligro de provocar un accidente. Ahora, con el secuestro del auto, esos riesgos se neutralizan.

Los controles de alcoholemia se realizarán tanto a choferes particulares como profesionales y apuntarán especialmente a los conductores de autos, de motocicletas y de taxis. En relación con estos últimos, Montenegro recordó que ya se están realizando los controles en los alrededores del Aeroparque y anticipó que pronto se incorporarán esos operativos en la zona de la Terminal de Retiro. En el caso de los colectiveros se evalúa cómo se realizarán los controles, ya que la jurisdicción sobre las líneas urbanas la tiene la Secretaría de Transporte de la Nación.

Los procedimientos estarán a cargo de la Policía Federal, que tiene facultades para ordenar la detención de vehículos, y del Cuerpo de Control de Tránsito de la Ciudad (ex Guardia Urbana), que además de la alcoholemia se ocupa de controlar el exceso de velocidad y la violación de la luz roja. Por otra parte, el acarreo del auto será gratuito, con lo que se busca rechazar por anticipado la acusación de que la medida pudiera tener fines recaudatorios. Al respecto, el director de Seguridad Vial, Pablo Martínez Carignano, señaló que la ciudad empleará grúas propias.

Cabe recordar que en el territorio de la ciudad de Buenos Aires se les permite a los automovilistas conducir con hasta 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre. Esto equivale, aproximadamente, a dos copas y media de vino o una medida de whisky, aunque varía según la contextura física de cada persona. Como se vienen realizando hasta el presente, los controles se efectúan con aparatos electrónicos, en los que los conductores deben soplar a través de una boquilla descartable.

Otra de las medidas anunciadas apunta a estimular a los jóvenes para que no beban alcohol si van a manejar. Se trata del Programa Conductor Responsable, plan que empezará a funcionar a mediados del mes próximo, previo acuerdo con la cámara que agrupa a los locales bailables. El programa consiste en que uno de los miembros de grupos de jóvenes se anote en un registro antes de entrar en la disco, con el compromiso de no ingerir bebidas alcohólicas y de ser él quien conduzca ese día. A la salida del local se le realizará la prueba de alcoholemia y, si la supera, será premiado por conducir sin riesgos con entradas gratis a espectáculos y canilla libre de bebidas sin alcohol, entre otros reconocimientos.

Las nuevas medidas adoptadas por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires para combatir el abuso de alcohol en los conductores de vehículos deben ser bienvenidas, toda vez que persiguen disminuir el índice de accidentes viales y el número de víctimas y heridos que ocasionan. Asimismo, merece destacarse la participación de las asociaciones Madres del Dolor y Padres del Colegio Ecos, ambas de reconocida militancia en la defensa de los derechos y la seguridad ciudadana, que de manera desinteresada y con un fuerte compromiso social colaboraron en la elaboración de estas disposiciones.

jueves, abril 24, 2008

- GOLFOS -




Los golfos adultos



Por Luis Gregorich
Para LA NACION




Hace muchos años, en una biblioteca municipal del Gran Buenos Aires, mientras hojeaba un tomo de una vieja edición sobreviviente de la hispánica Enciclopedia Espasa -probablemente datara de las primeras décadas del siglo XX-, descubrí un texto, una definición, una "entrada" que hasta hoy me sigue pareciendo el más perfecto ejemplo, a la vez desopilante y sombrío, de hasta dónde pueden llegar la fuerza del prejuicio y la tentación del estereotipo.

Ilustrada con imágenes de sesgo lombrosiano que reproducían escenas de asilo y figuras de niños desaseados y pobremente vestidos, la acepción "sociológica" de la palabra "golfo" (hablamos de pillos o vagabundos, no del accidente marino) se veía coronada por la foto de un hombre moreno y macilento, cuyo epígrafe decía: "Tipo de golfo adulto".

La descripción del golfo se iniciaba así: "Es el sujeto abandonado, andrajoso, vicioso, atrevido y procaz que, careciendo de casa o hallándose desprendido del hogar, pulula por las calles, en completa ociosidad o ejercitando oficios de ínfima categoría desligado por una causa cualquiera de su clase, sin las ideas ni las preocupaciones de ésta; con una filosofía propia, que es, generalmente, negación de toda moral".

Después de enumerar los oficios de los golfos (por lo menos, de los que todavía no habían caído en la delincuencia), se hacía referencia a su alimentación: "El golfo se alimenta de las sobras de comidas de los cuarteles, asilos, conventos y de algunas fondas y casas particulares". Otras precisiones llegaban más adelante: "El golfo lee y escribe con alguna dificultad; sus lecturas favoritas son novelas policíacas sensacionales. Son asimismo muy aficionados al cinematógrafo y al teatro (y) a los toros, donde ordinariamente entran sin pagar, encaramándose por las tapias. El sentimiento religioso en los golfos es nulo pero son supersticiosos en grado máximo y no tienen sentido moral alguno Sus ademanes son poco honestos, su lenguaje es grosero y soez, y constantemente tienen la blasfemia en la boca".

No hace falta continuar. Quedan impresos, además del estigma de clase, las teorías sociales decimonónicas, las marcas de la herencia, la moralina eclesiástica y, sobre todo, el afán del redactor por reunir sus datos en una castiza taxonomía, cuasi zoológica. Lejos se pierden las diferencias y los padecimientos de los seres humanos concretos.

Así tratamos, muchas veces, a nuestros adversarios, provengan de la política, el fútbol o la competencia profesional. Así, como si fueran golfos procaces y supersticiosos, adjudicándoles los vicios y las torpezas que más repudiamos y que, a menudo, son simples proyecciones de nuestros prejuicios. Es lo que ha ocurrido, repetido hasta el cansancio, durante la minicrisis nacional de las últimas semanas. Valgan unos pocos casos significativos.

Primero, el torrente de comentarios que ha suscitado la reciente presencia pública de Luis D Elía, tanto por su irrupción en la Plaza de Mayo al frente de agrupaciones piqueteras kirchneristas como por sus posteriores intervenciones radiales y televisivas. En cierto sentido, D Elía encarna un doble paradigma: por un lado, de los estereotipos que se construyen acerca de él; por el otro, de los estereotipos que construye él mismo.

Nada más errado que confrontarlo por su estética, en lugar de debatir su ideología. No es un agitador ingenuo y chillón, sino un dirigente político avezado que forma parte de un proyecto que lo contiene (y exhibe estratégicamente, aunque no siempre con felices resultados). Por lo menos dos veces en las últimas semanas D´Elía fue malamente tratado por los medios, más allá de su propia violencia gestual y discursiva: cuando Fernando Peña empezó a entrevistarlo haciendo referencia al color negro, para originar en su interlocutor una áspera arenga sobre contrastes cromáticos; y cuando falsamente se le atribuyó haber enunciado que había que matar a todos los oligarcas, cosa que nunca dijo. En ambos casos pesó la convicción del estereotipo: D Elía es así, debe de haber dicho lo que se dice que dijo.

Y no. Insistamos: D Elía cree razonablemente en lo que hace, es soldado de la Presidencia bicéfala, y a ésta hay que pedirle explicaciones, en todo caso, por su intento de monopolizar la ocupación de la Plaza de Mayo. Lo que dijo en radio y en televisión no merece un escandalizado rechazo, sino un debate: es un ciudadano como cualquier otro y tiene derecho a expresarse.

Claro que D Elía tampoco se ha privado de manifestar sus prejuicios y su tendencia a fabricar estereotipos. No se trata, por ahora, de volver a discutir su toma de una comisaría ni de desvelarnos por el apoyo al presidente de Irán, negador del Holocausto, ni de analizar sus relaciones con el chavismo, ni de referirnos a su mención del golpismo de las cacerolas, en un país donde una de las ventajas del peronismo en el poder es que, por lo menos, ni siquiera un golpe institucional es pensable. (No ocurriría lo mismo, como se sabe, con otro partido.)

D Elía habla de "blancos" y de la "oligarquía del campo", convirtiéndolos en enemigos y depositando en ellos una sólida carga de prejuicios y odio, como si fueran "golfos" del revés. ¿Pero quiénes son, por caso, esos "blancos" emblemáticos y malignos? ¿Acaso vociferantes provocadores de la jeunesse dorée que recorren las calles de los barrios marginales en sus Mercedes y Ferraris, chuceando a morochos desvalidos? O quizá se trate de una metáfora: los "blancos" son los patrones, los capitalistas, los gerentes, cuyos únicos objetivos en la vida son la ganancia abusiva y la explotación del prójimo.

La oligarquía del campo, tal cual la presenta D´Elía, también sugiere una típica escenografía. Vemos al estanciero de doble apellido (generalmente con nombre de calle), fumando su Partagás y cómodamente sentado al frente del casco de sus miles y miles de hectáreas, mientras reprende paternalmente al aturdido peoncito. Ese mismo estanciero levanta el teléfono para atender a uno de sus amigos, también terrateniente, y lo consulta acerca de la conspiración desestabilizadora en la que ambos están comprometidos.

Desgraciadamente para D Elía (y por suerte para todos), la realidad argentina en el siglo XXI, y con el marco de la globalización, es algo más compleja. Somos, pese a brotes aislados, uno de los países menos racistas del mundo, en que conviven etnias y religiones diversas. Hay entes e instrumentos legales antidiscriminatorios que existen y funcionan. Instalar el odio entre razas y colores de piel es un exceso y una estupidez. Por otra parte, el campo argentino no es lo que era hace cien años: los latifundios se han reducido y subdividido, los pequeños propietarios y productores se han multiplicado y el desarrollo de las agroindustrias y la tecnificación han producido nuevos vínculos económicos y diferentes relaciones sociales. Lo que tal vez puede inquietar es la presencia de grandes empresas o inversores extranjeros, compradores de enormes extensiones de tierras y que no siempre se atienen a las reglas de juego locales.

Por supuesto que todavía existen terratenientes notorios y pervive, en algunos ambientes rurales, una cierta tradición oligárquica que suele limitarse a las relaciones endogámicas y al culto del pasado. Pero lo que D Elía debería analizar seriamente, y ante todo, es el papel de las nuevas oligarquías, y entre ellas el de la oligarquía sindical, asentada en negocios dudosos con obras sociales y juicios laborales, entre otras minucias. Las oligarquías políticas, controladoras de provincias enteras, pertenecen al apartado de las costumbres argentinas de las que no hace falta hablar. Más que a oligarquías, hay que referirse hoy al entramado mafioso del poder.

Otras voces cercanas al oficialismo, con inclusión de respetables intelectuales, han colocado, junto a la entelequia estereotipada del campo, un concepto con el que el pensamiento y la práctica del peronismo han tenido sinuosa relación: el de clase media. Se ha dicho que nuestra clase media es fascista, homófoba, que sólo busca ganar más dinero y que su ideal de vida es parecerse a la -otra vez mentada- oligarquía. Como los que sostienen esto provienen, a su vez, de la clase media, y a menudo de la clase media alta, restringen su opinión al agregar que hay también, cómo no, sectores de clase media progresistas, con lo cual perdemos todo rigor y nos quedamos sin saber quién es quién y cuánto hay de cada uno. ¿Fascista o progresista? En cuanto a homofobia, nos queda la sensación de que las clases trabajadoras son aún más homófobas que los sectores medios, pero no contamos con investigaciones serias como para demostrarlo.

Sobrevuela (y alimenta) este estereotipo rapaz y reaccionario de clase media una simple y humilde comprobación: esos sectores medios votan poco a los candidatos peronistas. Este último es, en el fondo, su gran pecado. ¿Basta para condenar tan esquemáticamente a una clase social que, en realidad, es la negación del concepto mismo de clase y en la que confluyen todas, un conglomerado de diferentes que, en la medida en que crecen, aseguran el crecimiento de sus patrias? ¿Es que tantos maestros, amas de casa, médicos, ingenieros, técnicos, artistas, comerciantes, periodistas, productores rurales, militares, farmacéuticos, investigadores científicos deberíamos avergonzarnos de ser de clase media, de ser distintos entre nosotros y de tratar de mejorar decorosamente nuestras vidas y las de nuestros hijos? ¿Y -agréguese- de mejorar un poco la calidad institucional de la Argentina y combatir un poco más las mafias?

Advierto que también estoy construyendo un estereotipo. Y creo que ésta es la guerra que hay que librar: contra los artificios, contra los lugares comunes, para conservar el sentido del matiz y la capacidad de crítica, para que no haga falta definir a D Elía como patotero ni al campo como oligárquico ni a la clase media como fascista, y para no sentirnos golfos adultos o infantiles perdidos en algún lugar del prejuicio.

domingo, abril 20, 2008

- MODESTIA -




Modestamente hablando


Por Alina Diaconú
Para LA NACION


“La modestia es el único esplendor que se puede agregar a la gloria.” Jacques Duclós


Estabamos pensando en estos días que uno de los grandes dones que nos dio la vida fue conocer personalmente a algunos hombres que fueron nuestros maestros en el campo del pensamiento, del espíritu, de la palabra. Tuvimos la fortuna de poder ser recibidos en sus casas, de ver cómo vivían, de qué objetos se rodeaban, qué cosas les gustaba atesorar, qué libros leían, qué música escuchaban.

Poder estar cerca, muy cerca, oír el tono de su voz, observar el color de sus ojos, la expresión de sus miradas, la energía, la fuerza que emanaba de su presencia, su modo de sonreír, fue todo un aprendizaje, una conmovedora y enriquecedora experiencia. ¿Por qué? Porque no había ostentación alguna en su manera de vivir, porque no había arrogancia alguna en su manera de ser, de hablar y de dirigirse hacia sus interlocutores, porque eran brillantes, sagaces, originales, divertidos, admirables, a la vez que humildes, sencillos, afables y austeros.

No hacían discursos rimbombantes, no emanaba de ellos una soberbia insufrible, ni un afán de mostrarse inteligentes, agudos, porque ya lo eran. Honda y esencialmente. No tenían que dar ninguna imagen. No querían deslumbrar premeditadamente a nadie, ni impresionar a nadie con todo lo que sabían. No daban cátedra. Ni remotamente. Y sí que hubieran podido hacerlo, con toda autoridad. Pero preferían el interrogante, la paradoja, el comentario irónico sobre la vida diaria, sobre los quehaceres pedestres, un enfoque audaz sobre cualquier tema, un chiste, una boutade.

Todos tenían un gran sentido del humor y se reían, en primer lugar, de sí mismos. A la vez, como indagadores de la condición humana, que lo eran, les interesaban profundamente los misterios existenciales del individuo, sus dramas reales e imaginarios, su sufrimiento. Pero no tenían certezas ni aseveraciones rotundas, ni recetas, ni recitados. Eran seres compasivos, sensibles, hipersensibles, diríamos, observadores atentos y preocupados, inquietos y muy, pero muy dubitativos. Porque entendían en todo su misterio, la complejidad del mundo. Y si tuviéramos que elegir una sola palabra que los mancomunara y los definiera, esta sería “modestia”.

Modestia, dice el diccionario, es la virtud que modera el exceso en la propia estimación. Es también recato o humildad en el porte y en la conducta. Honestidad y decencia.

Aristóteles, en su libro La gran moral a Eudemo, le dedicó un capítulo a la modestia y, entre otras cosas, manifestaba que ella “es un medio entre la impudencia, que no respeta nada, y la timidez, que se detiene ante todo”.

¡Qué poca vigencia parece tener hoy esta virtud llamada modestia! Es un valor que no tiene prensa ni está de moda. Vivimos en un mundo de ostentación, de egolatría, de palabras altisonantes, de actitudes soberbias, de arengas llenas de un sabor a sabelotodo y a iracundia, de visiones simplistas y maniqueas. Como contrapunto, recordamos a una mujer, Golda Meir, estadista y primera ministra de Israel en los años 70. Ella recibía a los grandes gobernantes del mundo en la cocina de su casa y les servía personalmente el café. Vimos con nuestros propios ojos esas escenas filmadas y ellas perviven en nuestra memoria. En una ocasión, le preguntaron a Golda Meir a qué atribuía el gran éxito de una campaña de cooperación israelí en algunos países del Africa, y ella contestó: “Es porque allí vamos a instruir, no a sermonear”.

También perviven en nuestra memoria las figuras de esos grandes intelectuales, renovadores en lo suyo, pero que actuaban con tanta sencillez, con tanta naturalidad. Ellos, genuinos maestros, nos abrieron las puertas de sus departamentos de París y de Buenos Aires y, junto con esas puertas, abrieron, asimismo, una parte de su alma. Con el tiempo, algunos hasta llegaron a ser nuestros amigos.

Eran grandes, grandes de verdad, y modestos, modestos de verdad. Sin falsa modestia. Es decir, sabios, muy sabios. Porque entre modestia y sabiduría hay un notable nexo. ¿Cómo se llamaban? Se llamaban E.M. Cioran, Eugène Ionesco, Alberto Girri, Jorge Luis Borges.

Vaya para ellos nuestro siempre presente recuerdo, nuestro siempre vivo homenaje.

Así, modestamente hablando.

La autora escribió Cama de ángeles , El penúltimo viaje y Poemas del silencio , entre otros libros.

miércoles, abril 09, 2008

- ESCUELAS -




La violencia en las escuelas


Una ola demencial de violencia ha irrumpido en diferentes escuelas del país. Es imprescindible que se encienda de inmediato una luz roja de alerta en la conciencia de todos los habitantes de la Nación ante este estallido de furia irracional que amenaza con hundir en un abismo de sombras y destrucción el espacio físico y moral en el que históricamente hemos siempre depositado los argentinos nuestras más genuinas esperanzas: el ámbito escolar.

La violencia -ya se sabe- es un componente cotidiano en la vida de las sociedades, y la Argentina no es, en ese sentido, lamentablemente, una excepción. De ese componente deletéreo no escapa ninguna zona de la realidad social, económica o cultural. Y no escapa tampoco el ámbito educativo, ya que la escuela no es una isla en el conjunto de la geografía moral de una nación. Pero cuando la explosión de violencia que llega a las dependencias escolares incluye muertes y alcanza un grado de virulencia como el que se puso de manifiesto en los casos de agresividad criminal de que dio cuenta en estos días la crónica periodística, hay motivos para que la sociedad tome conciencia de que estamos ante una tendencia que sobrepasa los límites de la alteración habitual de los hechos.

El más grave de los casos que se registraron últimamente ocurrió en Misiones, donde un estudiante de 15 años mató a otro de 16 de una puñalada, durante una discusión que mantuvieron cuando salían de la escuela. Este crimen absurdo se produjo pocos días después de que en Villa Gessell un estudiante diera muerte a otro, en lo que resultó ser otro asesinato inexplicable.

La violencia se manifestó, además, en San Isidro, donde una chica de 13 años fue golpeada por dos compañeras que le tendieron una emboscada cuando salía del colegio. Según los familiares de la víctima, la atacaron "por el simple hecho ser demasiado linda". También a la salida del colegio, en Santa Fe, una alumna de 12 años fue agredida por un grupo de compañeras, quienes la hirieron con una trincheta. En Mar del Plata, por otra parte, la directora de una escuela sufrió heridas cuando un alumno de 16 años la agredió, molesto porque le habían impuesto una sanción disciplinaria. Igual que en La Plata, donde un chico de 12 años atacó a golpes de puño a una docente.

Las agresiones en las escuelas no están aisladas de un fuerte y violento contexto social. Las causas están íntimamente ligadas a la realidad social en la que los niños y adolescentes se encuentran hoy insertos. Las limitaciones de muchas familias para cumplir su natural tarea de contención, la influencia nefasta de los mensajes que emiten algunos medios de comunicación, la falta o incapacidad de muchos adultos para poner límites efectivos al comportamiento de los niños o jóvenes y, por encima de todo, la ausencia de valores y referentes éticos en la práctica de la vida cotidiana figuran, sin duda alguna, entre las causas de estos hechos sombríos y deplorables. El pésimo ejemplo que reciben los jóvenes cuando advierten que las acciones violentas no se castigan y que la impunidad en todos los niveles es la respuesta habitual de la sociedad frente al crimen o al delito contribuyen también a explicar la reiteración de los episodios que estamos señalando.

La pobreza extrema, la situación de muchos hogares en los que faltan alimentos, el alcoholismo e incluso la drogadicción son casi siempre identificados como las causas principales de la violencia, pero en realidad deberían considerarse como factores que contribuyen a exacerbarla. En el caso de las escuelas, es evidente que la pérdida de autoridad de los maestros y profesores y la ausencia de medidas disciplinarias o disuasorias -los clásicos premios y castigos- frente a los actos graves de indisciplina o de inconducta conforman un escenario propicio para que los actos de violencia se manifiesten y se reiteren.

Tampoco ayudan la falta de un auténtico compromiso de las autoridades con la educación, el crecimiento abusivo de una cultura mediática y "light" y la falta de estímulo a la conciencia de que los buenos resultados sólo se obtienen con esfuerzo y sacrificio. Por otro lado, es necesario desterrar el absurdo prejuicio que identifica todo concepto de orden o de autoridad con el vicio de lo autoritario. Ello lleva en muchos casos a los adultos a no entender que su función, en la formación de los niños y jóvenes, consiste muchas veces en decir que no.

La problemática de la violencia escolar es un fenómeno que debe ser asumido de manera conjunta por gobiernos, autoridades educativas, docentes, padres de familia y los propios alumnos. Es menester redefinir y fortalecer los principios morales y volver a creer en la educación como el valor fundamental de la vida argentina, en un contexto de confianza en la importancia fundamental de la paz social, del culto al trabajo y de la plena vigencia de la libertad.

domingo, marzo 30, 2008

- REFLEXION -





Oportunas advertencias de la Iglesia


La Comisión de Pastoral Social del Episcopado, que preside el obispo Jorge Casaretto, planteó en su última reunión, celebrada días atrás en Buenos Aires, una serie de inquietudes y preocupaciones relativas a problemas sociales muy concretos que están creciendo en diferentes puntos de la República y que, a juicio de los obispos, deberían ser atendidos con premura.

Una de las primeras reclamaciones que formuló la comisión está referida a la grave crisis social que está sufriendo la provincia de Jujuy, donde vastos sectores de la población perciben salarios extremadamente bajos, que no alcanzan para cubrir los costos mínimos de la canasta alimentaria. Asimismo, los obispos se refirieron a la afligente situación que atraviesa, en esa misma provincia, el 80 por ciento de los jubilados, cuya situación los coloca, según mediciones ampliamente difundidas, muy por debajo de la línea de pobreza. A esos problemas se suman, según la comisión, otros males sociales de inocultable gravedad, tales como la existencia de escuelas en pésimo estado de conservación y de hospitales faltos de una adecuada infraestructura o carentes de medicamentos.

El comunicado emitido por los obispos de Pastoral Social al término de sus deliberaciones se refiere, en otro de sus pasajes, a la problemática que atraviesa el sector pesquero de Mar del Plata, donde coexisten empresarios que han obtenido últimamente ganancias muy altas, e incluso trabajadores calificados que perciben ingresos muy superiores a la media nacional, con una inmensa franja de trabajadores en tierra que afrontan situaciones laborales extremadamente precarias debido a la insuficiencia de sus salarios y, en algunos casos, por los extensos períodos de inactividad o desempleo que deben afrontar.

Los padecimientos de este sector se agravan por la escasez del recurso pesquero, producto de la sobrepesca de muchos años y de la ausencia o debilidad de los controles que la autoridad debería ejercer. El organismo eclesiástico advierte que situaciones similares se viven en otros lugares del sur argentino de larga tradición pesquera, tales como el golfo San Matías, San Antonio Oeste o Puerto Madryn.

La Comisión de Pastoral Social decidió manifestar también su preocupación por la extensión que alcanzan hoy en el país los juegos de azar, que en muchos casos se están convirtiendo en un verdadero método de sometimiento y esclavitud, frente al cual los sectores más pobres aparecen como los más vulnerables. El comunicado se refiere a la fuerte presencia que hoy alcanza el sector privado en la explotación del juego y a la creciente adicción que esa actividad genera en amplios sectores de la comunidad.

Al optar por el análisis particularizado de ciertas situaciones conflictivas muy concretas que se suscitan en diferentes puntos del país, la Comisión de Pastoral Social realiza un aporte singularmente valioso, que complementa la tarea de los demás organismos de la Conferencia Episcopal Argentina, referidos en la mayoría de los casos a problemas más generales y abarcativos de la realidad nacional.

Las cuestiones sobre las cuales se ha llamado la atención en esta oportunidad merecen ser atendidas con la máxima celeridad. Las advertencias de los obispos no deben ser desoídas: es necesario que las autoridades y la sociedad en su conjunto les presten la debida atención y les brinden una condigna respuesta.

domingo, marzo 09, 2008

- EL LOCO CHAVEZ -



Chávez necesita una guerra para ser Bolívar

Por Pacho O’Donnell



En mi artículo publicado hace pocas semanas en PERFIL sobre la identificación de Chávez con Bolívar, cuando aún Raúl Reyes no había sido asesinado, escribí: “Hay motivaciones psicológicas y políticas para el revisionismo (acerca de las causas de la muerte de Bolívar) que propone el presidente de Venezuela. La principal es la estratégica voluntad de adueñarse en su totalidad de don Simón, ya no sólo de su vida sino también de su muerte. Apropiarse políticamente de él. Convencer a la masa de que Chávez y Bolívar son la misma persona”.

“No hay dudas de que un psicodiagnóstico de Chávez arrojaría una caracteropatía con un fuerte contenido paranoico revestido de heroicidad. Chávez puede imaginar y desear para sí mismo una muerte por sus ideales como sus tan mentados Martí o el Che. Debe entonces descubrir o inventar la de Bolívar para que el espejo identificatorio sea completo. Por eso, esta investigación que anhela develar que Bolívar fue asesinado tiene todas las características de una proyección inconsciente de su propio deseo heroico y trágico acerca de cómo traspasar los umbrales de la Historia”.

El artículo de marras llevaba un buen remate, anticipatorio: “El problema más grave es que estas personalidades, cuando acceden al poder, aman la guerra, el escenario donde sus sueños de grandeza se hacen realidad”.
Chávez está apostando a la Historia con mayúsculas. A la Historia que celebra a sus protagonistas con avenidas y monumentos. El ha asumido aquello de que si alguien mata a una persona es un asesino, pero si mata a más de mil es un prócer. En aquel artículo escribí: “El presidente de Venezuela está convencido de ser el Simón Bolívar de los tiempos modernos. Y se propone convencer de ello al mundo.

Acaba de afirmar que don Simón fue asesinado por la burguesía colombiana acaudillada por Santander, uno de los rivales más importantes del Libertador. Pero en esa declaración se descifra claramente una proyección de su propia identidad y de sus circunstancias actuales: acusa a los colombianos de haber asesinado a Bolívar cuando él mismo está hoy enfrentado con ellos (todavía no se había producido la sangrienta incursión colombiana) . Hay una devoración de la imagen de Bolívar por su propio deseo de identificación”.

Aclaremos qué se entiende, de acuerdo a Freud, por identificación: “Proceso patológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, parcial o totalmente, sobre el modelo de éste”. Lo que el presidente venezolano asimila de Bolívar es su imagen de héroe guerrero que santifica la violencia con sus ideales, es quien las muertes de los propios y de los ajenos elevan a los altares del reconocimiento de la posteridad en medio del tronar de las bombas y los ayes de las agonías.

Chávez viene preparándose para su guerra. Para ella recientemente compró a Rusia en 3 mil millones de dólares 24 modernísimos aviones Sukhoi de combate y 53 helicópteros artillados, además de misiles antiaéreos. Por su parte, España acordó con Venezuela el mayor contrato de su historia para la industria militar mediante la venta de barcos y aviones por 1.300 millones de euros. Se pronostica que en los próximos diez años habrá gastado 300 mil millones de dólares.
Podría suponerse que dicha decisión tiene como base una hipótesis de conflicto armado con Estados Unidos, “el diablo” según Chávez, pero ello no resiste ningún análisis por cuanto es evidente que la potencia bélica norteamericana arrasaría sin dificultad con dicho arsenal.

¿Cuáles son los motivos de tal armamentismo? La compra de sofisticado armamento ruso parecería apuntar a romper la dependencia estratégica de las fuerzas armadas venezolanas con Estados Unidos y transmutarla por una alianza con Rusia. Por otra parte, el encumbramiento simbólico y material de los uniformados venezolanos busca convertirlos en un sector social privilegiado, fuertemente ideologizado al estilo de las fuerzas cubanas, ganando así su necesario apoyo.

Pero lo más claro es que la dimensión de su potencial bélico está direccionado hacia otro país sudamericano, limítrofe, y parecería no haber dudas de que éste es Colombia, al que Chávez tiene entre ceja y ceja ya desde hace tiempo. No debe sorprender entonces la beligerancia del venezolano porque Uribe incursionó en territorio… ecuatoriano. Esa es la guerra que Chávez necesita (y no juzgo aquí las buenas razones que pudiera tener para desencadenarla si es que hay buenas razones para una guerra) y así imaginarse venerado por las generaciones venideras aunque ello implique el holocausto de su pueblo

domingo, marzo 02, 2008

- AÑO LECTIVO -





Incierto comienzo de clases



Como ya ocurrió en años anteriores, también en éste el comienzo de las clases presenta un panorama confuso. Es cierto que hubo un acuerdo nacional, luego de 15 días de arduas negociaciones, por el cual el Gobierno y los cinco gremios docentes nacionales firmaron el acta en la que se estableció el salario inicial de los maestros en 1290 pesos (un 24 por ciento de aumento). También fue positivo que, contemporáneamente, los gremios se comprometieran a cumplir con los 180 días de clase previstos por ley y el Estado, a construir 1000 nuevas escuelas. Pero haber llegado a este acuerdo no significó, lamentablemente, que se hubieran cerrado todos los focos de conflicto, ya que después llegó el turno de las provincias y las respectivas negociaciones salariales y laborales que mantienen en vilo a los gobiernos, a los padres y a los alumnos.

No fue fácil haber logrado que mañana comiencen las clases en toda la provincia de Buenos Aires, aunque finalmente los gremios docentes aceptaron el ofrecimiento de las autoridades.

Sin embargo, hay todavía provincias donde los gremios que agrupan a los maestros rechazaron las propuestas de aumento ofrecidas por los respectivos gobiernos y mantienen su amenaza de no iniciar las clases si no reciben la oferta superadora que esperan. De no lograrse el acuerdo, no habría comienzo de clases mañana para los chicos de La Rioja, Río Negro, San Luis y Corrientes. En otros seis distritos -San Juan, Santa Cruz, Neuquén, Jujuy, Mendoza y La Pampa- la perspectiva de comenzar efectivamente se presenta un poco mejor.

Nadie niega la justicia de los reclamos de los docentes. Es más: toda la sociedad debe estar de acuerdo en que, si espera que sus hijos reciban la educación que les permitirá alcanzar un grado óptimo de integración social y laboral, es justo que los encargados directos de encaminarlos, sus maestros y profesores, reciban un salario acorde con tan exigente tarea.

Sin embargo, tampoco es justo que todos los años, para esta época, tanto los alumnos como sus familias se vean sometidos a la incertidumbre de si podrán entrar en la rutina escolar de una vez por todas, con esa normalidad que debería ser regla general para todas las actividades educativas en la Argentina.

Este tironeo entre los conflictos por mejores salarios y una mejor educación es una extorsión que se repite con cada comienzo del ciclo lectivo. Es injusta para ambas partes, por supuesto, pero, sobre todo, para los protagonistas silenciosos del acto escolar, que son los alumnos, siempre los más perjudicados.

Este año, el caso de la provincia de Corrientes es "ejemplar". Allí, los seis sindicatos del sector docente convocaron a un paro de cinco días, en respuesta a la decisión del gobierno provincial de suspender el inicio de las paritarias. En 2007, Corrientes acumuló treinta días de paro; ante la perspectiva de que algo parecido suceda este año, la Asociación de Padres y Tutores de la provincia ya pidió garantías para el inicio de clases con una presentación judicial.

El ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, dijo recientemente que "la huelga es la ultimísima instancia", si las negociaciones no arriban a resultados favorables. Ayer, en su discurso ante el Congreso, también Cristina Kirchner llamó a los gremios docentes a "encontrar mejores instrumentos" que las huelgas, y recordó que entre 2003 y 2007, hubo nada menos que 1025 días de paro.

Hacemos votos, pues, para que la historia cambie, los niños argentinos no sean tomados como rehenes, y la educación y sus protagonistas reciban el respeto que se merecen desde todos los ámbitos involucrados.

domingo, febrero 24, 2008

- OPONERSE -





Los deberes de la oposición


No es justa la definición de que la democracia exige necesariamente la alternancia en el poder de fuerzas de diferente signo. Aceptarlo sería establecer un método de gobierno sin recompensas para quienes han realizado una tarea que comprometa el reconocimiento general y los beneficie, por ende, con la lógica ratificación de confianza para nuevos turnos en el mando político.

El otro extremo sería justificar los procedimientos de acumulación de poder a cualquier precio con vistas a la perpetuación en los cargos públicos.

En el medio, como expresión de la prudencia, el equilibrio y la recta interpretación de las leyes consolidadas en el tiempo por la sabiduría humana, figura la doctrina que mejor se adapta a los propósitos intrínsecos de un régimen de libertad y de justicia: la posibilidad de la alternancia en el poder debe ser una vía permanentemente abierta y transitada, o no, según el grado de satisfacción popular con las expectativas puestas en los gobernantes al momento de la consagración victoriosa de sus candidaturas.

Esa posibilidad está vinculada con el cumplimiento de no pocas condiciones. La primera de todas es la existencia de un ámbito de libertad para la expresión de las opiniones, sin importar cuán críticas e inoportunas resulten a juicio de quienes ocupan sitiales públicos. La segunda supone comicios garantizados en su pureza. Si bien esto viene ocurriendo invariablemente en el país, las elecciones presidenciales de octubre último estuvieron teñidas por denuncias de irregularidades que, al margen de no poner en duda el resultado electoral, obligan a revisar los hechos producidos, en especial en el Gran Buenos Aires, con el fin de evitar su repetición. Cabe esperar que la tarea asumida por el nuevo ministro del Interior contribuya a superar, entre otros muchos, males como el señalado.

El juego democrático establece que haya instancias abiertas para que la oposición ocupe en cualquier momento posiciones de gobierno. Sería, sin embargo, contrario a la naturaleza de la política pretender que el oficialismo haga por las fuerzas adversas lo que ellas no realicen por sí mismas con esfuerzo y grandeza. A éstas les corresponde encontrar las respuestas y los caminos para acceder al poder tan pronto como declinen las energías y la imaginación de quienes lo ejercen. En cuanto al Gobierno, cabe, sí, requerirle ecuanimidad en el uso de los múltiples recursos del Estado y que se abstenga de ardides destinados a neutralizar toda opinión crítica de su gestión.

Ningún otro período, desde la restauración democrática de 1983, ha ofrecido blancos más vulnerables en la aplicación de principios republicanos que el de los últimos cuatro largos años. Urge, pues, una corrección en los procedimientos, ajustándolos a los del sistema inspirado por la Constitución de 1853/60.

Hay presiones verosímiles. Basta tomar nota, en ese sentido, del incomprensible aval otorgado por organizaciones empresarias y por empresarios a la manipulación de estadísticas económicas oficiales. O del temor por el cual se mitiga la difusión de cuestionamientos formulados en privado al desempeño de funcionarios públicos.

Los medios de comunicación oficial deben estar abiertos por igual a la oposición y a las agrupaciones oficialistas. No debemos olvidar que esos medios son solventados por la sociedad. Violenta el sano espíritu de la ley y de la moral pública disponer lo contrario.

Los dirigentes de la oposición, por su parte, no pueden dilapidar experiencias de raigambre histórica en el país. Una de ellas es la del viejo radicalismo, que hasta hace no muchos años supo concentrar en sus filas, sin mengua de su personalidad centenaria, las características a las que también un ejército cívico eficaz y no sólo un cuerpo militar bien comandado ajusta su estructura al desplegarse en el campo de combate. Ese radicalismo se componía de un centro y de dos alas diferenciadas, a izquierda y a derecha.

A partir de unos pocos, pero insoslayables principios que constituyen la naturaleza de una fuerza política razonablemente homogénea, el dogmatismo pasa a ser algo propio de sectas, no de partidos con vocación de poder fundado en el voto popular. Al respecto, son valiosos los ejemplos de Propuesta Republicana (Pro) en la ciudad de Buenos Aires, donde creció hasta llegar al gobierno, y de la Coalición Cívica encabezada por Elisa Carrió, que se convirtió en la segunda fuerza política nacional en los comicios de octubre. Pues bien: la reconstrucción de la UCR sólo es imaginable con una renovación de dirigentes y del padrón de afiliados, sobre la base de un panradicalismo y, por lo tanto, con absorción de la diversidad de matices con los que llegó más de una vez al poder.

No es ésa una tarea para demorar. El debate interno que en estas semanas viene teniendo lugar en los dos grandes partidos de los Estados Unidos, que se disputan el poder presidencial, puede servir de ejemplo. Habrá que avanzar mucho, claro está, en el ejercicio de una democracia interna basada en una cultura política que, lamentablemente, se ha ido perdiendo en la última década en la Argentina. Una democracia interna que, más allá del necesario respeto por procedimientos electorales que han sido reemplazados por la soberanía del dedo de un caudillo, debe poner énfasis especial en el retorno de la tolerancia como valor fundamental.

sábado, febrero 23, 2008

- TAMBIEN EXISTE -




La Cruz del Sur


Los gobiernos de las repúblicas de la Argentina y de Chile están en vías de concretar un acuerdo histórico. Sus fuerzas armadas organizan una iniciativa conocida como Fuerza de Paz Combinada Cruz del Sur, un acuerdo político, militar y diplomático inédito, particularmente destacable entre dos naciones con una profusa historia de desencuentros.

Chile y la Argentina comparten uno de los límites entre dos naciones más extensos del mundo, con más de cinco mil kilómetros de extensión. Esa circunstancia y las particulares condiciones en las que ambos países forjaron sus estados naciones fueron generando escenarios propicios para los desencuentros, pese a que las dos repúblicas lucharon juntas por su independencia.

La mutua percepción es uno de los factores clave para comprender cualquier relación bilateral. También la argentino-chilena. Así, a los encontronazos generados por incertidumbres fronterizas, diferentes tiempos políticos y modelos de desarrollo se les sumaron los desencuentros imaginarios, que resultan más peligrosos que los reales. Una distorsionada imagen del otro, junto a la construcción histórica de una imagen propia saturada de inocencias hacía que lo propio pareciera estar pertinazmente amenazado por el siniestro vecino.

Los expertos aportan los conceptos de “fronteras jurídicas, imaginarias y reales” buscando hacer inteligibles varios siglos de perspicacias, nacionalismos ramplones, estereotipos oficiales, prejuicios sociales y una instalada noción de expansionismo de uno y otro lado. Ello impidió una y otra vez que la frontera fuera puente y no barrera. Una división –Borges dixit– “cara a los cartógrafos”, que dio paso a desatinadas teorías del vecino avasallante, a ambos lados de los Andes.

Cuando estos condicionantes culturales históricos se combinaron con malditas circunstancias, como la de estar gobernados por regímenes políticos autocráticos, sólo hizo falta que el dictador de turno vislumbrase el imaginario rédito político de instalar al vecino como enemigo. En diciembre de 1978, estos factores se combinaron como una fórmula fatal, un plan imperioso que desembocaría en el disparate, el horror y la guerra fratricida, evitada a última hora gracias a la intervención del Vaticano.

Con la recuperación de la democracia y la lenta acumulación de sensatez a ambos lados de la cordillera, se fue generando un espacio propicio para concebir al otro como una oportunidad y no como un peligro.

Al renacer político de la relación bilateral le siguió un fenómeno de fuerte integración económica, inversiones mutuas y complementación comercial que forjaron condiciones para la erradicación de la desconfianza, incluso en el plano más sensible de todos: el militar.

Las medidas iniciales de mutua confianza, sólo formales y no tan fructíferas, se fueron combinando favorablemente con el cambio en el patrón de seguridad y defensa. El abandono de mutuas hipótesis de conflicto, la completa subordinación de las FF. AA. a los gobiernos democráticos, la solución de los problemas limítrofes pendientes y los giros pragmáticos en política exterior fueron elementos que condujeron a chilenos y argentinos a una nueva etapa de histórica complementación.

En julio de 1998, Chile y la Argentina solicitaron a la Comisión Económica para América Latina (Cepal), de la ONU, un estudio técnico conducente a la adopción de una metodología estandarizada común para medir los gastos de defensa en ambos países. El informe de la Cepal fue entregado a los dos países en agosto de 2001 y los ministros de Relaciones Exteriores y Defensa lo aceptaron ese mismo año, lo que constituyó un ejemplo seguido por otros países de la región.

Treinta años después de una guerra inminente, los ejércitos de ambos lados de la cordillera se unen para ayudar al mundo, trabajar por la paz y dar lo mejor de sí mismos. Los ministerios de Defensa de ambos países organizaron la Fuerza de Paz Combinada Cruz del Sur (FPC), una fuerza militar conjunta especialmente concebida para participar en operaciones de mantenimiento de la paz ordenadas por las Naciones Unidas. Esta será una fuerza de despliegue rápido, que estará constituida por alrededor de mil efectivos.

El nombre de la FPC es un feliz hallazgo: la Cruz del Sur es la más pequeña constelación de todas, pero la más necesaria para guiarse por estos mares, por estos cielos inmensos y también por las rugosidades de la Historia.

En una iniciativa casi sin precedentes, Chile y la Argentina están formando una fuerza militar para ser empleada bajo el mandato de las Naciones Unidas (Consejo de Seguridad), ante una convocatoria oficial y sujeta a la aprobación política binacional.

La FPC podrá prevenir escaladas de violencia, monitorear ceses de fuego, proporcionar áreas seguras y asegurar operaciones humanitarias en las zonas en que las Naciones Unidas así lo dispongan.

Este hecho singular merecer ser destacado, porque los argentinos y los chilenos hemos evolucionado –como sociedades, como vecinos, como pueblos hermanos– del de-satino y la bravata temeraria a la labor sensata y feliz. No hay nada aquí de azar histórico ni de mágico reencuentro. Es el resultado de un cambio cultural estratégico y de un consecuente trabajo por la paz. Treinta años después del desacierto, hemos construido el arduo camino del encuentro, guiados por la Cruz del Sur.

Jorge Argüello y Heraldo Muñoz son, respectivamente, los embajadores de la Argentina y Chile ante las Naciones Unidas.

sábado, enero 26, 2008

- FAUSTO -




Versiones libres,

pero también muy respetuosas



Por Ernesto Schoo
Opinión La Nación



Diez o doce años atrás, el célebre director teatral alemán Peter Stein se dio el gusto de poner en escena el Fausto, de Goethe, íntegro. Hasta incluyó los textos obscenos del aquelarre en la famosa noche de Walpurgis, o noche de brujas, en las montañas del Harz, que el autor mismo, con su prudencia habitual y teniendo en cuenta los prejuicios de la época, suprimió de las ediciones corrientes.

Stein eligió un vasto terreno comunal en la periferia de Francfort, donde alzó una enorme estructura metálica con plataformas, pasadizos y escaleras, por los que el público discurría, siguiendo la acción según sus preferencias. Si alguien quería verlo completo debía concurrir varias veces, para lo cual se proveía de un abono, como los de la ópera y los conciertos.

Cada una de las acciones transcurría en una determinada escenografía, y tanto en ésta como en el vestuario, Stein (reconocido por sus tendencias innovadoras y la originalidad de sus puestas) se propuso no quitar una coma del original de Goethe y la total fidelidad a la época en que transcurre la historia. La consecuencia fue que, en tanto los críticos del resto de Europa cantaron loas a este Fausto colosal, sus colegas alemanes se enfurecieron y lo tildaron de reaccionario, retrógrado, anacrónico, dinosaurio y otros epítetos similares.

Se entiende: Alemania es el país europeo donde más fervorosamente se cultiva la experimentación, tanto en el teatro de prosa como en la ópera, con generosa ayuda estatal y absoluta libertad creadora. Como suele ocurrir, Stein se benefició de esa reacción: miles de personas quisieron comprobar qué había de cierto en los ataques, el Fausto viajó en gira triunfal por varios países y el director hasta lucró con la venta, años después, de la estructura metálica como chatarra.

La historia viene a cuento porque en los últimos tiempos, tanto aquí como en el resto del mundo, se multiplican las "versiones libres" de textos clásicos o no tanto, pero cuya frecuentación los ubica en el rango de tradicionales. Desde ya que el proceder es tan legítimo como el del compositor que escribe "variaciones sobre un tema de fulano". Cambian los estilos de escritura y de actuación, y nada ha cambiado más, en menos de un siglo, que la noción del transcurso del tiempo: el espectador de hoy exige razonables cortes y alteraciones en textos demasiado frondosos.

Todo está bien siempre que se respeten las intenciones del autor y no se traicione su esencia. En este sentido, hay buenos ejemplos recientes: la versión de Tartufo , de Molière, por Tito Cossa; la de Un enemigo del pueblo , de Ibsen, por Sergio Renán en el San Martín; la de La gata en el tejado de zinc caliente , de Tennessee Williams, por Oscar Barney Finn, uno de los grandes éxitos de la temporada 2007.

Pero otros hay, en la cartelera actual, que pueden provocar confusión en espectadores novatos o poco avisados, creídos de que asisten a un producto legítimo. Consejo de Perogrullo: prudencia, sentido común y, sobre todo, humildad. No sea que debamos coincidir con aquella burlona conclusión acerca de que la única vanguardia posible hoy sería la absoluta fidelidad a los textos originales.

viernes, enero 25, 2008

- RUIDO -





Los jóvenes y el ruido


Las sociedades del siglo XXI viven una permanente paradoja: buscan ansiosamente mejorar la calidad de vida de sus integrantes, pero, al mismo tiempo, hacen todo lo posible por destruirla. En la actualidad, un alto porcentaje de niños y jóvenes está expuesto a niveles de ruido que muchas veces sobrepasan los límites saludables. Escuchar música a altos niveles sonoros, por el uso indiscriminado de iPod, MP4 o discman, o por la concurrencia habitual a las discotecas, durante un espacio de tiempo prolongado, los expone cada vez más a probables pérdidas auditivas. Los especialistas sostienen que el riesgo de sufrir daños auditivos en este tipo de situaciones es grande y que los jóvenes de entre 16 a 25 años son los más expuestos a la contaminación sonora.

Los argentinos no estamos, lamentablemente, ajenos a esta realidad. Justamente, a esa conclusión llegaron el director del Centro de Investigación y Transferencia en Acústica (Cintra), Mario Serra, y la doctora Ester Biassoni, experta en psicoacústica del mismo centro, que depende de la Universidad Tecnológica Nacional, en Córdoba. Serra codirige un grupo multidisciplinario de investigadores del Centro de Alta Tecnología del Hospital de Córdoba y del Centro Piloto de Detección de Errores Metabólicos, de la Universidad Nacional de Córdoba, que ponen en práctica un programa de conservación y promoción de la salud auditiva adolescente. La aplicación de este programa comenzó en 2006, con la participación de 210 alumnos, de entre 14 y 15 años, de una de las principales escuelas técnicas de la ciudad de Córdoba, y continuó en establecimientos similares.

Con este programa se busca determinar la capacidad auditiva de los jóvenes mediante técnicas avanzadas de audiología, para probar su validez como predictoras tempranas de hipoacusia por exposición al ruido.

Los datos de este estudio y otros similares deben llamar la atención de los padres y de los educadores, en primer término, pero también de todos quienes tengan algún grado de responsabilidad con respecto a la población más joven sobre el alto riesgo en el que ésta se encuentra.

Así, un tercio de los adolescentes estudiados está expuesto a niveles dañinos de ruido, pero no está en condiciones de comprender la gravedad del caso. Por el contrario, la mayoría de las actividades de recreación juveniles se desarrollan en ambientes con altos niveles sonoros. Los responsables no son ya sólo los lugares donde se baila o los megarrecitales, o el hecho de tocar instrumentos musicales de gran potencia sonora como la batería; en la era de la tecnología digital, los MP3, MP4 y los iPod reivindican su protagonismo y ya hay algunos especialistas que empiezan a hablar de la "sordera del iPod". Con estos dispositivos se puede subir el volumen hasta los 100 decibeles (dB), el equivalente al ruido de un avión al despegar, sin que el sonido se distorsione. Pero los 85 dB son el límite entre la exposición "peligrosa" y "no peligrosa" a ruido continuo. El mencionado informe señala que, en discotecas de la ciudad de Córdoba, se muestran valores de entre 104,3 y 112,4 dB, con picos de hasta 119 dB.

Probablemente sea difícil convencer a nuestros jóvenes de que estas actividades a las que dedican tantas horas de su vida son ruinosas para su salud auditiva -escuchar música a más del 60 por ciento del volumen máximo y durante más de 60 minutos seguidos es arriesgarse a quedar sordo precozmente- y para su salud mental a largo plazo. Y decimos que es difícil porque la sociedad argentina suele vivir en ambientes donde la estridencia manda, porque gritar rinde más beneficios que sentarse a dialogar.

Sin embargo, no se puede dilatar mucho más el comienzo de campañas públicas para promover la prevención temprana de los posibles daños auditivos entre niños y jóvenes. Como lo hemos señalado en estas columnas editoriales muchas veces, ese debe ser un deber indelegable del Estado. Pero el resto de la sociedad no puede soslayar el compromiso de cuidar de sus niños y jóvenes. Los informes de nuestros investigadores pueden seguir alertándonos, pero las conductas reparatorias sólo podrán surgir de la sociedad en su conjunto.

miércoles, enero 23, 2008

- LIBRE EXPRESION -




Defensa de la libertad de expresión


Es una señal positiva que la Cámara de Casación haya anulado la condena a un mes de prisión que había impuesto, en 1998, la Corte Suprema de Justicia al ex director de la revista Humor , Tomás Sanz, quien había sido querellado por calumnias por el ex senador Eduardo Menem.

La decisión fue tomada por la Sala IV del tribunal penal -integrada por los jueces Gustavo Hornos, Alfredo Bisordi y Ana María Capolupo de Durañona y Vedia-, que consideró prescripta la causa, oponiéndose así al criterio que el año pasado había sostenido la Corte Suprema de Justicia. Según la Cámara de Casación, cuando la Corte confirmó en 1998 una condena pronunciada por la Cámara de Apelaciones en 1995, dejó vencer el plazo útil que tenía para dictar esa sentencia. Por eso, en un fallo dictado en diciembre último, los integrantes de la Sala IV afirmaron que se había producido la prescripción y absolvieron a Sanz.

La condena de la Corte, que en aquellos años estaba integrada por jueces de extracción menemista, había sido muy criticada, porque importó un serio retroceso para la libertad de expresión. Los hechos se originaron en 1991, cuando Humor , en una nota sobre casos de corrupción, afirmó que el ex senador Eduardo Menem tenía un depósito en un banco uruguayo, mencionó a un semanario uruguayo como fuente de esa información y, además, reprodujo la desmentida de Menem. Es decir que la publicación había cumplido sobradamente con todos los requisitos que establece la jurisprudencia más arraigada de la Corte para no responsabilizar a un medio de comunicación por sus publicaciones. Pero el máximo tribunal, desconociendo sus propios criterios, hizo igualmente lugar a la querella y condenó al periodista.

La discusión se planteó nuevamente, porque Sanz alegó que la ley 25.990, de 2005, había modificado el cómputo de los plazos de prescripción por lo cual, a su respecto, ésta era la ley más benigna. Pero, en 2006, aun cuando la Corte nacional tuvo la oportunidad de intervenir en la causa por segunda vez, la mayoría del tribunal, en un fallo dividido, no corrigió la decisión dictada ocho años antes y mantuvo en pie la condena. Uno de los fundamentos fue la cosa juzgada, que ya no permitía una nueva revisión de la sentencia. Ratificaron la sentencia Enrique Petracchi, Elena Highton de Nolasco, Carlos Fayt, Carmen Argibay y el conjuez Alejandro Uslengui; se pronunciaron en disidencia Raúl Zaffaroni, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti, que defendieron la prescripción y advirtieron que por ser "una causa vinculada con la libertad de prensa, excede el interés de las partes".

Ahora, el nuevo fallo de la Cámara de Casación declaró prescripta la causa y anuló la posibilidad de aplicar una condena.

Como muchas veces hemos destacado en estas columnas, la libertad de expresión es uno de los pilares fundamentales de la democracia y su suerte no puede quedar expuesta a procesos judiciales dilatados e inciertos que finalizan con sentencias que se dictan más allá de todo plazo razonable y legal. Considerada como una libertad estratégica, la plena vigencia de la democracia requiere el reconocimiento del espacio más amplio posible para la libertad de expresión y cualquier gobierno que intente silenciarla estará, en última instancia, socavando la esencia de la democracia que debería representar y ayudar a construir.

martes, enero 22, 2008

- FELLINI & ROTA -





Mágica y misteriosa sociedad


Federico Fellini y Nino Rota hicieron juntos más de 15 películas. Con motivo del lanzamiento de un CD que reúne la música de los films del director, Tutto Fellini (Acqua Records), esta nota recrea la relación entre ellos y rescata otros dúos memorables



Poco antes de los títulos de Ocho y medio , en la playa de Ostia, donde se levanta la astronave que montó para su película, el torturado Guido Anselmi asiste al desfile interminable de los personajes que poblaron su vida junto a las criaturas que iban a ser parte de ese improbable film. Presente y pasado, sueño y realidad, todo se mezcla para ofrecer al director en crisis -álter ego de Federico Fellini encarnado por Marcello Mastroianni- una suerte de redención, y a un clásico del cine, un final a toda orquesta. El elemento que funde esas dimensiones en una nueva, marca registrada del arte de Fellini, es precisamente una música de ritmo marchoso que le confiere a la escena la levedad de lo onírico y una atmósfera circense, una música que, como el cine del director italiano, tiene el don de conjugar alegría y tristeza, tragedia y comedia, empañándolo todo de una nostalgia irresistible.

El autor de esa partitura, Giovanni (Nino) Rota Rinaldi (Milán, 1911 - Roma, 1979), venía de una familia de músicos y había sido un niño prodigio admirado por D Annunzio y Toscanini. Tras haber estrenado su primer oratorio con apenas doce años, el chico iba encaminado a hacer toda una carrera como compositor de música clásica y cumplió ese destino con la escritura de casi diez óperas, cinco ballets e innumerables trabajos para orquesta que se siguen interpretando en las salas del mundo. Sin embargo, un encuentro de aspectos tan fantásticos e ilusorios como su música daría lugar a las melodías por las que sería recordado.

Fellini y Rota se conocieron a principios de la posguerra, cuenta Tullio Kezich en Fellini , una exhaustiva biografía del director que acaba de publicar Tusquets. "Un día, al salir de los estudios Lux, en Via Po, Federico ve al maestro en la parada de autobús. Le pregunta qué número está esperando y Rota le contesta; pero el que le dice no pasa por allí. Y mientras Fellini se lo explica, el autobús en cuestión, inesperadamente, llega. La anécdota es tan típicamente felliniana que parece mentira, y cifra muy bien el tipo de relación que director y músico mantendrán durante un cuarto de siglo: una relación empática, irracional, mágica."

Carlo Savina, músico que solía dirigir la orquesta que ejecutaba las partituras de Rota, afirmó que entre ellos no había desencuentros o discusiones. Mérito de Rota, persona angelical y siempre inspirada que supo interpretar la doble condición, entre festiva y melancólica, del espíritu felliniano, dice Kezich. Una pulsión que posiblemente compartía. En las 17 películas que hicieron juntos, que van de El jeque blanco (1952) a Ensayo de orquesta (1979), trabajaron de un modo bastante particular. A veces, en la sala de proyecciones, Federico se sentaba al piano junto a Rota y sobre el flujo de las imágenes que discurrían en la pantalla jugaban con distintos motivos, cruzando el gusto por los ritmos machacones y las tonadas pegadizas de Fellini con el bagaje académico y el talento melódico del compositor.





"Cuando le preguntaba qué motivo musical tenía en mente para comentar esta o aquella secuencia, advertía claramente que no miraba las imágenes: el suyo era un mundo interno, al que la realidad tenía pocas posibilidades de acceso", ha dicho de Rota el mismo Fellini. "Uno sentía su creatividad tan cerca que daba como una especie de ebriedad, la sensación de que la música la estuviera haciendo uno. Entraba en los personajes, en las atmósferas, en los colores de mis películas tan plenamente que los permeaba con su música."

Ecléctico, Rota era un músico que abrevaba en todas las fuentes y jugaba con materiales de las más variadas procedencias: la tradición italiana, el período clásico, las estridencias modernas de Stravinsky, pero también la música popular, sobre todo la canzonetta napolitana y el jazz . A veces se enamoraba tanto de páginas ajenas que insistía en dejar de manera definitiva piezas que habían usado como música provisional. En la música de La dolce vita , por ejemplo, el tema compuesto por Rota tiene reminiscencias de Mack the Knife , de Kurt Weill, al que habían apelado en un primer momento y que no pudieron conservar en la banda de sonido por una cuestión de derechos. Sin embargo, todo material sonoro que pasaba por las manos del músico acababa convertido en algo diferente que indefectiblemente llevaba su sello. La mayor parte de las veces, en piezas en las que una especie de música de kermesse o de feria, que denota la farsa de la vida, puede derivar sin escalas en una lírica frase de trompeta o de cuerdas que provoca un nudo en la garganta. Ligereza y emoción de la mano.

Hoy esa música (Acqua Records acaba de reunirla en un CD doble, Tutto Fellini , que recoge la banda de sonido original de las películas del director) se mantiene invicta sin necesidad de apoyatura visual pero, casi como acto reflejo, dispara en la mente escenas de films inolvidables. La triste melodía de La Strada remite al rostro angelical de Gelsomina, así como la música con aire de blues de Los inútiles devuelve a Alberto Sordi y sus amigos a su deriva sin remedio por calles vacías cuando la fiesta ha terminado, mientras que la perezosa tonadilla de Amarcord (otro "himno" felliniano) transporta al oyente al fuego de una hoguera en la plaza de una Rímini que ya no existe, o que tal vez nunca existió, y a las generosas caderas de la Gradisca.

La historia del cine ha dado varios ejemplos de esta relación de tipo simbiótica entre director y compositor, hecha de una correspondencia y un entendimiento casi absolutos. Un listado incompleto puede incluir a Sergio Leone y Ennio Morricone, Blake Edwards y Henri Mancini, Steven Spielberg y John Williams, pero sobre todo a Alfred Hitchcock y Bernard Herrmann y a François Truffaut y Georges Delerue (ver aparte). Entre todos ellos, la pareja más fuertemente ligada en la memoria de los seguidores del séptimo arte posiblemente sea la que integran Rota y Fellini.

La música de uno y las imágenes del otro cifran, entre otras cosas, una nostalgia infinita por un tiempo ido. Hoy la vida ya no da ese tono. Esas partituras a veces cargadas de lirismo, por momentos de ritmo desvencijado, son un eco lejano que recuerda la medida humana de las cosas. Al escucharlas, así como cuando vemos algunas películas de Fellini, sentimos una doble nostalgia. La primera, por el tiempo que evocan. La segunda, por el tiempo en que esas películas y esa música reflejaban la vida.

Por Héctor M. Guyot
De la Redacción de LA NACION

domingo, enero 20, 2008

- FERROCARRIL -




Trenes bala y trenes eficientes


En tanto el gobierno nacional anunció con bombos y platillos el inicio del megaproyecto del tren bala que conectaría las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Córdoba, los servicios ferroviarios suburbanos y los escasos de larga distancia concesionados siguen exhibiendo pésimos niveles de calidad y puntualidad.

Ya no cabe hablar de la gota que rebasó el vaso, porque el vaso de la paciencia de quienes son víctimas indefensas de estas irregularidades se ha desbordado muchísimas veces, hasta el extremo de provocar, el año último, más que agresivas reacciones de algunos usuarios.

Por citar apenas dos ejemplos recientes de esas deficiencias, el lunes último se quedó detenido en medio del campo, por un desperfecto, un convoy que corría desde Mar del Plata hacia la Capital Federal. La abrupta parada impidió el tránsito de otros dos y demoró el diagrama horario: el tren que debía salir a las 6.55 de Plaza Constitución con destino a la citada ciudad balnearia sólo pudo hacerlo pasadas las 11. Los pasajeros de las formaciones detenidas y retrasadas tuvieron que afrontar un auténtico calvario, dada la insuficiencia de las explicaciones y la falta de elementos para, por lo menos, hacer más llevadero el contratiempo. Además, según testimonios de los pasajeros, los vagones de las clases más económicas estaban en pésimas condiciones de higiene, con muchos de sus asientos en condiciones precarias y más de una ventanilla desprovista de vidrios.

Ese ejemplo resume ni más ni menos que las oprobiosas condiciones en que deben viajar quienes se movilizan por casi todos los ramales suburbanos. Justamente, el lunes último una locomotora que llegaba a la estación Santos Lugares para remolcar una formación allí detenida, se estrelló contra su último vagón, presumiblemente por una falla de los frenos, con el saldo de medio centenar de heridos.

Nuestro país progresó y se engrandeció merced a la vastedad y eficiencia de su red ferroviaria, cuyo tendido fue iniciado hace 150 años, en su momento una de las más importantes del mundo. Cientos de localidades se establecieron a la vera de sus trazas y prósperas actividades florecieron gracias al tráfico de pasajeros y cargas.

Aquella fisonomía es triste recuerdo de tiempos mejores. Sin ir más lejos, hoy en día alrededor de 400 pueblos bonaerenses se encuentran en una agonía casi irremisible, iniciada cuando el ferrocarril dejó de pasar por ellas -primordialmente las líneas de trocha angosta-, tratándose del único medio que tenían para intercomunicarse con las localidades cabeceras de sus respectivos distritos.

En estas alturas del siglo XXI ha quedado de sobra demostrado que ningún sistema de transporte puede monopolizar el mercado, de manera tal que todos y cada uno -terrestre automotor o por ferrocarril, aéreo y marítimo- deben complementarse para atender la demanda de manera correcta, ofreciéndoles a los aspirantes a viajar la posibilidad de elegir el sistema más conveniente o más de su agrado. Así pareció entenderlo el anterior gobierno nacional, al anunciar medidas que encuadró dentro de un proyecto de reactivación y recuperación ferroviarias.

Algo se ha avanzado, sin duda. Fueron resucitados el mundialmente conocido Tren de las Nubes, el Tren de las Sierras, el tren a vapor entre Viedma y Bariloche, los servicios entre las provincias del Chaco y de Santa Fe, y, mal que mal, los servicios entre Federico Lacroze y Posadas.

Así y todo, aún queda mucho por hacer, empezando por la proyectada reparación de las vías que permitirían rehabilitar los servicios entre Buenos Aires y Mendoza, y la definición del futuro de las líneas Belgrano Norte y Belgrano Sur. Ello sin contar que en el terreno de la reposición de material rodante, el Gobierno se ha limitado a comprar en Europa locomotoras y formaciones usadas, en ciertos casos más aptas para el descarte que para la utilización intensiva.

Se ha progresado, aunque no lo suficiente. Esto no desmerece la propuesta del tren de alta velocidad, que enlazará los tres centros urbanos más importantes del país, siempre y cuando los negocios que implica se ejecuten con plena transparencia y las autoridades también velen para que todas las líneas dispongan de trazas aptas, apropiados materiales de tracción y remolque e infraestructura acorde con la importancia de sus prestaciones. En otras palabras, que ofrezcan servicios en cantidad suficiente para satisfacer la demanda, cómodos, limpios y seguros en todo sentido.

El progreso debe ser bienvenido, pero sin dejar de tomar en cuenta que el conjunto de las medidas previstas para reactivar el ferrocarril deberían consagrar una política de Estado. De esa manera, las líneas concesionadas, pero no por ello liberadas de la fiscalización oficial, habrán de recuperarse y podrán atender sin inconvenientes y en forma debida la finalidad social de los trenes, no menos importante que su condición de medio de transporte veloz, confiable y poco contaminante.

viernes, enero 18, 2008

- HUMANOS DERECHOS -


El mundo y los derechos humanos


Después de una pausa procesal de casi seis meses, el Tribunal Especial de las Naciones Unidas que juzga al liberiano Charles Taylor por la responsabilidad que pudiera caberle en el conflicto armado interno que se desarrolló en Sierra Leona entre 1991 y 2002 acaba de reanudar las actuaciones.

Los fiscales actuantes presentaron testimonios vívidos sobre muertes y mutilaciones sufridas por civiles inocentes en ese país y sobre apetencias que aparentemente tienen que ver con el comercio de diamantes, que habría sido una de las lamentables razones del conflicto. Se trata de las primeras declaraciones prestadas por un total de 144 testigos que los fiscales se aprestan a presentar en un juicio en el que la sentencia de primera instancia sería dictada a fines del año próximo.

De esta manera, la comunidad internacional parece afirmar, una vez más, la voluntad de conferir vigencia absoluta e irrestricta a la protección conferida por el derecho humanitario internacional a los civiles inocentes (y a todos aquellos que estén comprendidos en esa protección), incluidos por cierto los conflictos armados internos. Ella deriva del artículo común 3 de todas las convenciones de Ginebra de 1949.

Esta protección absoluta ha sido expresamente reconocida, desde hace mucho tiempo, como válida para los conflictos armados internos, tanto por la Corte Internacional de Justicia en el caso "Nicaragua", decidido en 1986, en el que la extendió a las acciones de los llamados "contras", como por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el dictamen correspondiente al caso "La Tablada", de 1997, que confirmó que, de acuerdo con el derecho internacional, la protección a los civiles inocentes obliga de la misma manera a todas las partes en conflicto, sean ellas el Estado o sus agentes, o los movimientos insurgentes o disidentes, como los llama la Comisión.

Este es también, desde hace rato, el criterio adoptado por el propio Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, exteriorizado en casi dos décadas de distintas resoluciones relativas a los conflictos armados internos en la ex Yugoslavia, Somalia, Ruanda y Afganistán.

Lo antedicho evidencia que en el derecho internacional contemporáneo se ha plasmado inequívocamente una norma consuetudinaria según la cual las violaciones al derecho internacional humanitario en los conflictos armados internos son crímenes de guerra y, al propio tiempo, delitos de lesa humanidad a los que se les aplican las normas de las Convenciones de Ginebra antes aludidas, que -recordemos- son derecho interno en la Argentina desde mediados de la década del 50.

Queda claro entonces que no es posible sostener que una conducta prohibida por el derecho internacional no es, simultáneamente, una infracción penal. Menos aún, que en la letra de las convenciones de Ginebra se prohíba perseguir y sancionar dichas violaciones, lo cual es un verdadero despropósito.

Con sus constantes decisiones en casos como los que tienen que ver con la ex Yugoslavia, Ruanda, Uganda, Congo o Sudán, los tribunales penales internacionales no están haciendo más que reiterar la aplicabilidad de la protección de las convenciones de Ginebra de 1949 a los conflictos no internacionales.

La jurisprudencia argentina, sin embargo, no parece haber tomado nota aún de la existencia de todos estos precedentes, como lo reflejan algunos fallos tan cuestionables como el que acaba de sobreseer a integrantes de la agrupación Montoneros por un cruel atentado contra un comedor del Departamento Central de Policía, cometido en 1976.

jueves, enero 17, 2008

- REFORMA -



El olvido de la reforma política


Por Natalio R. Botana
Para LA NACION
Caricatura: Alfredo Sabat



En recientes declaraciones, Elisa Carrió recomendó organizar un foro de partidos políticos para impulsar modificaciones en el régimen electoral.

Es una propuesta que cae de madura para los intereses de la oposición. La renovación por mitades cada dos años de la Cámara de Diputados y del tercio del Senado, estipulada en la Constitución nacional, delimita un intervalo muy breve entre elecciones.

En el curso de un período, sólo el cincuenta por ciento del tiempo de un presidente no esta pautado por el ritmo que imponen los procesos electorales. Si a ello se suma la polémica suscitada por los comicios del año pasado en cuanto a la provisión de boletas para garantizar un acceso equitativo a todos los candidatos en los recintos donde la ciudadanía emite su voto, nos encontramos ante un cuadro que combina las presunciones de corrupción con la ineficiencia de un método anacrónico.

Lo que quedó demostrado en esas elecciones es que a mayor capacidad de recursos humanos y financieros para allegar boletas de votación, menor posibilidad de los otros partidos para hacerse presentes al momento del voto en un pie de igualdad.

Aunque esta hipótesis no se verificó en aquellos distritos donde hubo una competencia entre dos coaliciones políticas bien equipadas (por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Santa Fe), los datos que se han ido acumulando acerca de la falta de boletas en el Gran Buenos Aires deberían ser un aliciente para encarar la tantas veces postergada reforma electoral.

Convengamos en que la tarea no será sencilla, por varias razones. En primer lugar porque en cualquier proceso de reforma electoral el interés de la oposición entra en colisión con el interés del oficialismo.

La masa de boletas oficialista, siempre a punto y renovada, contrastó con la escuálida oferta de una oposición con escasa movilidad y pocos fiscales.

Se entiende, por tanto, que la idea de reemplazar estos mecanismos por una boleta única, en la cual figuren todos los candidatos, impresa y distribuida por la justicia electoral, logre la adhesión de quienes más han sufrido aquellas carencias.

El voto electrónico podría significar, asimismo, otra reforma viable, así como la selección de autoridades de mesa competentes y bien retribuidas.

Con sólo avanzar sobre estos aspectos circunscriptos (boletas únicas y autoridades) podríamos dar un paso hacia adelante para evitar el riesgo de una declinación en esa esfera sensible de la democracia que atañe a la transparencia del sufragio.

Sin embargo, las reformas electorales son apenas un sitio sobresaliente en un campo minado por criterios que subordinan la universalidad del Estado a las apetencias de los gobiernos.

Si los gobiernos, con sus diversas facciones, se confunden con el Estado y hacen uso y abuso de instituciones que deberían estar destinadas a toda la población, entonces cualquier reforma electoral que se emprenda podría reproducir, con sucesivas vueltas de tuerca, el mismo esquema de dominación.

Si bien este juego lo practica la red caciquil que en varios distritos intenta fabricar un voto útil a su designio, es preciso recordar que esos perturbadores de la libre voluntad ciudadana forman parte del Estado en sus tres niveles (en el nacional, el provincial y el municipal).

El Estado se convierte, de este modo, en la maquinaria electoral de un partido. No es instrumento de la sociedad al servicio del bien común, sino instrumento del gobierno al servicio de su interés particular.

Varios ejemplos históricos ilustran este dilema. En la literatura especializada se registra habitualmente el año 1832, cuando el Parlamento dictó en Inglaterra la primera reforma electoral inscripta en un largo proceso de extensión del sufragio.

Los expertos suelen destacar las modificaciones atinentes al tamaño de los distritos y a los procedimientos adoptados para convertir los votos en bancas, pero no subrayan con el mismo énfasis -al menos, en nuestro país- el hecho de que, un año más tarde, se hayan puesto en marcha en Inglaterra las primeras leyes para instaurar un servicio civil del Estado basado en el mérito, el concurso y la evaluación de los candidatos a ocupar cargos en la burocracia.

Sin servicio público no hay Estado que merezca el nombre de tal, del mismo modo que sin buenas leyes electorales no hay representación política que afiance la calidad de la democracia.

Como podrá observarse, están aquí en juego dos legitimidades: una que viene de abajo, a través de las elecciones, y otra que viene de arriba, mediante la articulación de los cuerpos profesionales y neutrales del Estado.

¿Habrá que seguir insistiendo en estos argumentos para percatarse, una vez más, del carácter invertebrado del Estado argentino?

Llevada a sus últimas consecuencias, esta manera espuria de agenciar el poder afecta directamente la base electoral de la democracia e impide cumplir con el cometido fundamental de garantizar la transparencia de los comicios.

Vista de cerca, se trata de una circunstancia que adquiere mayor dramatismo en la medida en que los gobernantes recientemente elegidos abren el cerrojo de un sistema de prebendas y protecciones recíprocas.

Ya sea que se ponga a descubierto el régimen de contratos, como ocurre actualmente en la ciudad de Buenos Aires, o que se intente en la provincia del mismo nombre distribuir tarjetas electrónicas para cobrar beneficios sociales sin intermediarios (algunos de ellos violentos), lo cierto es que, ante el ciudadano que vota y paga impuestos, el Estado emerge como un botín pronto a ser capturado por partidos, sindicatos u organizaciones ad hoc.

Esta imagen reduccionista, que por ser tal no toma en cuenta otras zonas del Estado mejor equipadas y más idóneas, debe ser disipada cuanto antes, porque nos hace mal a todos.

Por otra parte, si de ejemplos históricos se trata, es claro que la Argentina tiene sobrada experiencia en relación con las reformas electorales desde que, hacia los años veinte del siglo XIX, se disparó hacia el porvenir la promesa del sufragio universal.

Magníficos propósitos que fueron ratificados en la última centuria por las dos grandes leyes de reforma electoral, que estatuyeron primero el voto masculino secreto y obligatorio, y después el femenino.

No obstante, es prácticamente imposible para el historiador identificar un momento comparable que tuviese por cometido una reforma del Estado tan trascendente como sin duda fueron aquellas reformas. Las leyes electorales modificaron, en efecto, muchos comportamientos, pero el Estado quedó librado a un concepto de apropiación particular de sus recursos que se ampliaba en proporción al crecimiento de la participación electoral.

Hubo entre nosotros experiencias de todo tipo: de aumento, de reducción, de utilización del Estado para los fines más perversos y criminales.

En ninguna de ellas se logró, sin embargo, constituir un Estado en forma, apto para servir y no solamente para dominar. Hasta se llegó a desarrollar un estamento privilegiado con respecto al resto de la sociedad, mediante la estabilidad del empleo público.

Pese a las excelentes intenciones que animaban a los legisladores de mediados del último siglo, esta categoría laboral no pudo resolver para nada esas malformaciones. La estabilidad se convirtió, así, en una recompensa, no en un mérito.

Quizás estas consideraciones nos sirvan para entender que nuestra meta es una reforma política que abarque simultáneamente la reforma electoral y la reforma del Estado. Es hora, pues, de poner manos a la obra y nada mejor que habilitar este debate en el Congreso de la Nación para remontar, entre otros motivos, su alicaído prestigio.

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