domingo, marzo 02, 2008
- AÑO LECTIVO -

Incierto comienzo de clases
Como ya ocurrió en años anteriores, también en éste el comienzo de las clases presenta un panorama confuso. Es cierto que hubo un acuerdo nacional, luego de 15 días de arduas negociaciones, por el cual el Gobierno y los cinco gremios docentes nacionales firmaron el acta en la que se estableció el salario inicial de los maestros en 1290 pesos (un 24 por ciento de aumento). También fue positivo que, contemporáneamente, los gremios se comprometieran a cumplir con los 180 días de clase previstos por ley y el Estado, a construir 1000 nuevas escuelas. Pero haber llegado a este acuerdo no significó, lamentablemente, que se hubieran cerrado todos los focos de conflicto, ya que después llegó el turno de las provincias y las respectivas negociaciones salariales y laborales que mantienen en vilo a los gobiernos, a los padres y a los alumnos.
No fue fácil haber logrado que mañana comiencen las clases en toda la provincia de Buenos Aires, aunque finalmente los gremios docentes aceptaron el ofrecimiento de las autoridades.
Sin embargo, hay todavía provincias donde los gremios que agrupan a los maestros rechazaron las propuestas de aumento ofrecidas por los respectivos gobiernos y mantienen su amenaza de no iniciar las clases si no reciben la oferta superadora que esperan. De no lograrse el acuerdo, no habría comienzo de clases mañana para los chicos de La Rioja, Río Negro, San Luis y Corrientes. En otros seis distritos -San Juan, Santa Cruz, Neuquén, Jujuy, Mendoza y La Pampa- la perspectiva de comenzar efectivamente se presenta un poco mejor.
Nadie niega la justicia de los reclamos de los docentes. Es más: toda la sociedad debe estar de acuerdo en que, si espera que sus hijos reciban la educación que les permitirá alcanzar un grado óptimo de integración social y laboral, es justo que los encargados directos de encaminarlos, sus maestros y profesores, reciban un salario acorde con tan exigente tarea.
Sin embargo, tampoco es justo que todos los años, para esta época, tanto los alumnos como sus familias se vean sometidos a la incertidumbre de si podrán entrar en la rutina escolar de una vez por todas, con esa normalidad que debería ser regla general para todas las actividades educativas en la Argentina.
Este tironeo entre los conflictos por mejores salarios y una mejor educación es una extorsión que se repite con cada comienzo del ciclo lectivo. Es injusta para ambas partes, por supuesto, pero, sobre todo, para los protagonistas silenciosos del acto escolar, que son los alumnos, siempre los más perjudicados.
Este año, el caso de la provincia de Corrientes es "ejemplar". Allí, los seis sindicatos del sector docente convocaron a un paro de cinco días, en respuesta a la decisión del gobierno provincial de suspender el inicio de las paritarias. En 2007, Corrientes acumuló treinta días de paro; ante la perspectiva de que algo parecido suceda este año, la Asociación de Padres y Tutores de la provincia ya pidió garantías para el inicio de clases con una presentación judicial.
El ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, dijo recientemente que "la huelga es la ultimísima instancia", si las negociaciones no arriban a resultados favorables. Ayer, en su discurso ante el Congreso, también Cristina Kirchner llamó a los gremios docentes a "encontrar mejores instrumentos" que las huelgas, y recordó que entre 2003 y 2007, hubo nada menos que 1025 días de paro.
Hacemos votos, pues, para que la historia cambie, los niños argentinos no sean tomados como rehenes, y la educación y sus protagonistas reciban el respeto que se merecen desde todos los ámbitos involucrados.