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lunes, diciembre 31, 2007

- MUY FELIZ 2008 -


domingo, diciembre 30, 2007

- POLITICA VIEJA -




La vigencia de la vieja política


El año que está por concluir, al igual que los últimos, nos deja a los argentinos una enorme deuda en materia de calidad institucional.

Es paradójico que esta antigua asignatura pendiente no encuentre un cauce hacia el progreso, a pesar de que en 2007 la ciudadanía acudió a las urnas para elegir autoridades presidenciales por sexta vez consecutiva desde la reapertura democrática de 1983.

Nuestro déficit de calidad institucional se asocia con la vigencia de la llamada "vieja política", un mal que se advierte tanto en los protagonistas de la vida pública como en los procedimientos para ejercer el poder.

Lo apreciamos el 28 de octubre último en el sinnúmero de irregularidades denunciadas en el acto electoral nacional, que incluyó errores operativos que derivaron en interminables filas de votantes; la desaparición de boletas en los cuartos oscuros; las conocidas maniobras clientelistas, y, también, un escaso compromiso cívico demostrado por no pocos ciudadanos que, habiendo sido designados como autoridades de mesa, no cumplieron con su deber.

Observamos esa baja calidad institucional en un Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) víctima de la expulsión de profesionales, cuyos responsables parecen sólo preocupados por disimular una realidad que no escapa a los bolsillos de la población, que no entienden de manipulaciones numéricas.

Y la vemos, entre otros tantos ejemplos, en la ineficacia de la Justicia para condenar como se debe a los delincuentes comunes o para desentrañar los más graves casos de una corrupción administrativa que está a la vista de todos, al igual que en la incapacidad del Estado para garantizar el orden público frente a grupos que pugnan permanentemente por ganar la calle.

La presidenta Cristina Kirchner se ha cansado de repetir, tanto desde que asumió la jefatura del Estado como durante su campaña proselitista, que la calidad institucional será uno de los principales ejes de su gestión. Pero eso no será factible si no se separa claramente de los representantes de la vieja política que la acompañan y de sus condenables metodologías.

Cabe dudar de los reales propósitos de la primera mandataria, si se tiene en cuenta que la primera ley que el Congreso de la Nación le concedió fue la emergencia económica, por la cual se prorrogaron facultades legislativas del Poder Ejecutivo, pese a que los tiempos actuales distan afortunadamente de los críticos momentos vividos en 2002, cuando curiosamente la hoy presidenta y entonces senadora se había negado a votarlas.

También cabe dudar de sus verdaderas intenciones, cuando la Presidenta se muestra con llamativa habitualidad tan cerca de algunos intendentes del conurbano bonaerense a quienes alguna vez su antecesor en la Casa Rosada señaló como representantes de la vieja política que había que combatir.

No menos dudas provoca el hecho de que la primera mandataria haya ratificado en sus cargos a funcionarios tan cuestionados como el secretario de Transporte, Ricardo Jaime; el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y Exequiel Espinosa, el presidente de la empresa Enarsa que fletó con dinero de los argentinos el avión que trajo a Guido Antonini Wilson y su valija, junto a un grupo de representantes de la compañía venezolana Pdvsa.

No puede menos que llamar la atención, además, que el gobierno de Cristina Kirchner les haya reservado un lugar a dirigentes piqueteros y que no se descarte una recompensa para el controvertido Luis D Elía, protagonista del insólito copamiento de una comisaría y público defensor del régimen iraní que niega extradiciones solicitadas por el Estado argentino por la causa vinculada con el atentado contra la AMIA. Del mismo modo que sorprende el afán del matrimonio presidencial por codearse con figuras del sindicalismo que, como Hugo Moyano y Gerardo Martínez, no han dudado en sembrar el caos en las calles para medir su poder de convocatoria.

Lamentablemente, la cuestión de la calidad institucional no aparece como un tema prioritario en las encuestas que miden las principales preocupaciones de la opinión pública. Habrá que esperar que la gente advierta que menos calidad institucional afecta y mucho a la economía y, por ende, a sus bolsillos. Se trata de un desafío que la oposición debería asumir como propio antes de que sea muy tarde.

Entretanto, habrá que aguardar que quienes gobiernan el país entiendan que la calidad institucional es mucho más que su mera mención en un discurso político maravillosamente improvisado.

sábado, diciembre 29, 2007

- EXPORTACIONES -





El agro,


el gran exportador




El año que termina muestra un desarrollo exportador de apreciable magnitud que permite aumentar los ingresos y mantener un saldo positivo de la balanza comercial, pese al también creciente desempeño de las importaciones. En efecto, las ventas al exterior de noviembre crecieron un 32 por ciento con respecto al mismo mes del año anterior y un 19, si se comparan los once primeros meses del año actual respecto del mismo lapso del anterior. Ello permitirá, sumando las ventas de diciembre, supuestamente bastante parecidas a las de noviembre, superar los 55.000 millones de dólares para el año en curso. En gran medida ello ha sido posible por la alta participación de las exportaciones de base agraria, que suman el 57 por ciento del total, vale decir casi 32.000 millones de dólares.

Varios son los factores impulsores de este ímpetu exportador, liderado por el agro. Por un lado, el crecimiento de las naciones en desarrollo en general y principalmente de Asia, con China a la cabeza, que impulsan mejoras en sus estándares alimenticios. Por otro, la incorporación de combustibles basados en recursos renovables, como el etanol, producido a partir de la caña de azúcar y el maíz, y por el biodiesel, a partir de aceites vegetales.

La competencia entablada así entre la alimentación humana y animal, por un lado, y los combustibles, por otro, presiona sobre los precios en un contexto internacional de alto crecimiento. Este nuevo contexto ha cambiado el rol de la producción agroindustrial en el mundo. Durante décadas se pregonó la existencia de un deterioro secular de los términos del intercambio internacional, en el cual los productos agrícolas estaban condenados a perder terreno frente a los demás bienes y servicios. Tales términos están hoy invertidos y, según se espera, el nuevo escenario se ha instalado con perspectivas de perdurar por largo tiempo.

La soja sigue siendo el producto estrella del comercio exterior con una contribución del 18 por ciento del total de las exportaciones, mientras que el maíz lo hizo con el 10 por ciento. Los automóviles y los productos de acero y aluminio, y el trigo constituyeron la base del crecimiento apuntado.

No todo ha tenido la misma tendencia, como lo muestran las exportaciones de combustibles y energía en general, que van perdiendo terreno pese al gran aumento de sus precios internacionales, como consecuencia incuestionable de la reducción de la producción nacional de petróleo y gas. De representar un creciente e importante 18 por ciento de las exportaciones nacionales, estos productos cayeron al 12, mientras que sus importaciones crecen, fortaleciendo la perspectiva de un cercano escenario de importaciones netas del sector, con inexorables y abruptas consecuencias sobre el precio interno de los combustibles. Se redujo también en el curso del año, y pese a la suba de sus precios internacionales, la exportación de leche en polvo, sin duda consecuencia de las presiones ejercidas por la política oficial.

Otro tema por tener en cuenta es la continuidad del déficit de la balanza bilateral de comercio con Brasil, que sumó 3500 millones de dólares en los primeros once meses del año, pese a la gran revaluación del real, mostrando problemas de competitividad favorables al país vecino.

El comercio exterior argentino revela que en las más diversas y continuadas detracciones de sus ingresos, fundadas en políticas públicas, el agro y sus industrias mantienen una posición destacada en el comercio exterior, superando la mitad de las exportaciones y requiriendo relativamente menores importaciones.

Ello se explica por su destacada productividad y competitividad, basadas en la adopción de las más modernas tecnologías y gestiones empresarias. Nada aconseja, sin embargo, la continuidad de tales políticas, que tarde o temprano afrontarán restricciones climáticas y la competencia de naciones que están aprovechando las grandes oportunidades que ofrece el mundo.

El dilema que presenta hoy el Gobierno en el sentido de que "exportamos lo que comemos" podrá ser resuelto con ventaja si se otorgan vales alimentarios u otras compensaciones a la fracción de la población de menores ingresos. Ello ha de ser mucho más eficaz y recomendable que la aplicación de la compleja, arbitraria y burocrática madeja de subsidios cruzados utilizada hoy en día.

viernes, diciembre 28, 2007

- CALIDAD INSTITUCIONAL -



Decálogo para medir

la calidad institucional



Por Luis Gregorich
Caricatura: Kovensky

Para LA NACION



La apelación a la calidad institucional tiene, entre nosotros, el tono reiterativo de una plegaria por un bien perdido o la insistencia del deseo enfocado en un don que jamás se tuvo.

Cultivan esa apelación tanto los funcionarios del Gobierno como los dirigentes de la oposición, por caminos paralelos que, claro, nunca llegan a encontrarse.

Yo mismo, seguramente, he sobre-actuado el pedido más de una vez, ingenuamente confiado en el encantamiento de las sonoras palabras que lo constituyen.

¿De qué se trata?


En forma muy simplificada podría decirse que se trata del mejor o peor funcionamiento de las instituciones consagradas por la Constitución Nacional y del cuerpo legal que las secunda. Además, incluye la creación de nuevas instituciones, más adecuadas que las existentes.

Adelantemos que no hay, en nuestra opinión, una calidad institucional de izquierda y otra de derecha, aunque sí puede haber partidos mejor dispuestos, por tradición o por su plataforma, para ejercerla que otros, lo que no asegura su éxito ni brinda, necesariamente, felicidad a sus gobernados.

Podrán darse, por ejemplo, eficaces políticas de educación o de salud o de vivienda o de obras públicas, en un contexto de deplorable calidad institucional de izquierda y otra de derecha, aunque sí puede haber partidos mejor dispuestos que otros a ejercerla, por tradición o plataforma, lo que no asegura su éxito ni brinda, necesariamente, felicidad a sus gobernados.

Podrán darse, por ejemplo, eficaces políticas de salud o de vivienda, o de obras públicas, en un contexto de deplorable calidad institucional, sin que a nadie, o a muy pocos, se les mueva un pelo. Seamos modestos de entrada: hay pocos países o sociedades en el mundo que gocen de alta calidad institucional, que han conquistado pacientemente después de años o siglos de pruebas y fracasos. Porque, en el fondo, estamos hablando de un marco de convivencia señalado por algunas reglas, nunca respetado por todos, pero sí por la gran mayoría.

Como un mero ensayo descriptivo, vamos a bosquejar, siguiendo la superstición del sistema métrico decimal, un decálogo de la calidad institucional que pueda tener validez amplia, aunque resulte provisional y perfectible. Estos modestos diez mandamientos, ejemplificados con situaciones argentinas, valen para el Gobierno, la oposición y la sociedad toda, si bien la responsabilidad primaria por asumirlos y arraigarlos corresponde a los que conducen, temporalmente, los asuntos públicos.

A modo de pasatiempo, califíquese a nuestro gobierno, en cada una de las tablas de esta ley, con un puntaje que vaya del 0 al 5, lo que dará un resultado final entre los extremos imposibles del 0 (una tiranía vesánica e imbécil) y el 5 (una democracia virtuosa y sobrenatural).

1- División de poderes.

El primer mandamiento es obvio: de acuerdo con la letra constitucional, los tres poderes –Ejecutivo, Legislativo y Judicial– tienen roles propios y separados, y ninguno de ellos debe influir y manipular a los otros. Esta orden es difícil de cumplir, sobre todo en sistemas presidencialistas como el argentino, y su negación pudo llegar a extremos grotescos, como cuando las respectivas cabezas de los tres poderes eran ex socios de un mismo estudio de abogados: Carlos Menem, Eduardo Menem y Julio Nazareno. Para la gestión de Néstor Kirchner se anota el punto positivo de la renovación de la Corte Suprema, mientras el abuso de los decretos de necesidad y urgencia, la discrecionalidad en la reasignación de recursos y el peso del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura tienen el signo contrario.

2) Seguridad jurídica y respeto por la ley.


La credibilidad e independencia de los jueces, y el respeto por sus decisiones (aunque nos perjudiquen), constituyen una fuerte red protectora, no sólo para inversiones y contratos a largo plazo, sino también para los derechos de los más débiles, en el terreno laboral y previsional, y en el espacio cotidiano de los consumidores. En cambio, la morosidad de la Justicia, sumada a la intromisión del poder político, largamente perpetrada en la Argentina, daña profundamente estos objetivos. La falta de estima por la ley, y sus alegres violaciones, sobre todo en la evasión fiscal y en la escena callejera, forman parte de un largo proceso de degradación que ningún gobierno por sí solo puede restaurar, pero cuya corrección cualquier gobierno está obligado a tomar como prioridad.

3) Control de los actos de gobierno.

Aparte de la división de poderes y de la seguridad jurídica, que a su manera ponen límites a los excesos del Ejecutivo, deben existir, y tener claras misiones, organismos o funcionarios que ejerzan diversos tipos de control sobre las actividades gubernativas, llámense defensores del pueblo, síndicos, auditores generales, fiscales de investigaciones administrativas, etc. Su labor debe facilitarse por todos los medios y tener difusión pública adecuada. Un ejemplo de lo que no debe ni puede hacerse es, por caso, incluir en la cúpula de la Sindicatura General de Empresas Nacionales (Sigen) a la esposa del ministro que maneja el mayor presupuesto en obras públicas, como ocurrió, durante toda la gestión del presidente Kirchner, con la cónyuge de Julio De Vido.

4) Relaciones con la oposición.

En naciones moderadamente civilizadas, el presidente o primer ministro suele reunirse, un par de veces al año o cuando situaciones de emergencia lo requieran, con el jefe o los jefes de la oposición. Quizás haya mucho de protocolo en estos encuentros, quizás ambos participantes se sigan odiando cordialmente, pero queda, rescatable, un efecto simbólico de apoyo a la democracia. A la vez, en la segunda línea, habitualmente son los ministros del Interior los encargados de dialogar con el conjunto de fuerzas opositoras. En los últimos cuatro años y medio, nuestro ministro del Interior, hoy ya a cargo de la cartera de Justicia y Seguridad, ocupó el lugar de vocero presidencial (en reemplazo de un vocero oficial sin voz) y se dedicó a agredir sin medida a esas fuerzas. Nobleza obliga: tales groserías tuvieron un ligero atenuante en la dispersión opositora y en su igualmente alto nivel de agresividad.

5) Sistema de partidos estructurado.


Una democracia estable reclama partidos políticos sólidos y diferenciados, dirigidos siempre al bien común, pero con variadas ideologías y programas para alcanzarlo. También esos partidos, sin abandonar su identidad, pueden formar coaliciones y llegar a compartir el gobierno, como sucede en Alemania (con un régimen parlamentario) y en Chile (con un régimen presidencialista). Por el contrario, entre nosotros el peronismo, un movimiento más que un partido, del formato catch-all, ha desarticulado el sistema de partidos, metamorfoseándose de manera sucesiva o simultánea con distintos ropajes, y absorbiendo o comprando a otros grupos comprables. Al radicalismo K, en el nuevo (?) gabinete, ni siquiera le ha tocado una humilde secretaría de Estado.

6) Federalismo sustentable.

Una equilibrada relación entre Nación y provincias, que acate los preceptos constitucionales y no los convierta en palabras al viento, se ve gravemente afectada por la marca histórica del unitarismo; por la falta de proyectos de genuino desarrollo regional; por la asimetría entre provincias atrasadas y patrimonialistas y otras relativamente modernas (aunque casi todas azotadas por el cáncer del clientelismo), y por el manejo partidista, desde Buenos Aires, de los recursos coparticipables.

7) Sistema electoral transparente.

Elecciones limpias son un requisito inexorable de la democracia. En nuestras últimas elecciones presidenciales hubo gran número de irregularidades, pero no fueron decisivas para el resultado final. Las reglas de juego electorales son, en la Argentina, producto del Pacto de Olivos, y establecen un pintoresco y original ballottage, sólo si no se alcanza el 45% de los votos, o bien si se gana por menos del 10%. Este sistema, diseñado a medida del peronismo, debería ser derogado, así como la posibilidad de que familiares directos se sucedan inmediatamente unos a otros, estableciendo de hecho la reelección indefinida y una eventual cuasi monarquía.

8) Libertad de prensa.

Con todas sus debilidades y desviaciones, la prensa constituye un reaseguro de información acerca de la vida social y de los asuntos públicos. En la Argentina, afortunadamente, se disfruta de una libertad de prensa que goza del consenso general, después de duras luchas contra las censuras y las presiones de las dictaduras militares. Sin embargo, en los últimos años, algunas actitudes del Gobierno, como la falta de equidad en la distribución de la publicidad oficial, han encendido una luz de alarma. Al mismo tiempo, no se han destacado por su ecuanimidad los medios y la agencia de noticias controlados por el Estado.

9) Bajo nivel de corrupción.

En materia de corrupción, podría decirse, pocos son los que en el planeta pueden tirar la primera piedra. Sobreprecios en obras públicas, contratos espurios o comisiones ilegales pueden ser suscitados por la deshonestidad individual, rasgo de la naturaleza humana difícil de extirpar, pero que podrían acotar buenos jueces; en cambio, resulta mucho más arduo derribar la corrupción estructural, que atraviesa estamentos políticos, empresariales o sindicales. Casos emergentes, como los de Skanska o la valija de Antonini Wilson, preocupan, más que por ellos mismos, por lo que pudieran representar como puntas de respectivos icebergs.

10) Gestualidad democrática.

El último mandamiento es el más difícil de definir y, quizás, el más revelador. La calidad institucional se relaciona, también, con gestos en la expresión corporal y el tono del discurso de los actores políticos. No hablamos de los abrazos de cocodrilo ni de las fotos para el álbum de la hipocresía, sino de un auténtico y sincero reconocimiento de los otros, en el gesto y la palabra. Experimentamos malestar cuando, al mismo tiempo que escuchamos hablar de unión y acuerdos, advertimos el dedo que nos señala y el matiz admonitorio. Un gran periodista argentino, ya desaparecido, solía exclamar, tras leer un texto que le llevábamos: “¡Qué buena nota…!”. En ese mismo instante, contradictoriamente, su boca y su rostro entero se crispaban en un rictus de disgusto. Para él, sin embargo, valían más las palabras que la mueca. No siempre se puede decir lo mismo de los políticos.

Ya los lectores habrán sumado sus calificaciones por rubro. Más de 25 puntos, diríamos que el Gobierno, con holgura o no, se exime. Entre 15 y 25, apenas regular. Y menos de 15, es para inquietarse, aunque no acabó el mundo.

Es que la calidad institucional no nos salvará ni tampoco nos condenará. No lleva a la revolución social ni a la sociedad posindustrial y globalizada. Es apenas el suelo fértil para que crezcan un poco mejor las necesarias plantas de la igualdad, la libertad, la convivencia y la distribución de la riqueza. Eso sí: es seguro que así crecerán un poco mejor.

miércoles, diciembre 26, 2007

- MERCOSUR -





Las retenciones en el Mercosur


El reciente aumento del impuesto a las exportaciones llevó la alícuota para granos, petróleo y derivados a niveles astronómicos. También mostró que, lejos de tratarse de gravámenes transitorios para afrontar situaciones de emergencia, este tipo de decisiones se ha convertido en una fuente de recursos fiscales permanentes, destinados a captar toda renta privada que el Gobierno considere excesiva.

Son hechos graves tanto por su impacto interno como por el externo. Las retenciones aplicadas a la soja, el trigo, el maíz, los lácteos y el petróleo, sumadas a otros impuestos de naturaleza federal, provincial y municipal, alcanzan un carácter confiscatorio extraordinario que excede ampliamente la frontera establecida por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación desde el momento en que el Gobierno se apropia de una porción sustancial del capital o de la renta de las actividades productivas, porción de obvia magnitud en estos casos.

Cabe recordar que se juzga inexistente la facultad del Poder Ejecutivo para aplicar este impuesto sobre la base de una delegación del Congreso contenida en el Código Aduanero, la cual está caduca desde la reforma constitucional de 1994. Conviene tener cuenta también la decisión de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, que, en 2006, falló a favor de la empresa láctea Sancor por negarse a pagar los derechos de exportación de sus productos destinados a Brasil, decisión extensible, por razones obvias, a las otras naciones del Mercosur.

El fallo, que revierte una decisión del Tribunal Fiscal de la Nación y que está ahora en estudio en la Corte Suprema, se sustenta en el artículo 1° del Tratado de Asunción, que establece "la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países, a través, entre otros, de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente".

El tema cala hondo en los aspectos jurídicos de la integración regional, por cuanto una decisión administrativa interna -vale decir, la imposición de derechos aduaneros de exportación por una norma delegada por el Congreso- carece del nivel jerárquico que le permita reemplazar lo que dispone el mencionado Tratado de Asunción y su continuación, el Protocolo de Ouro Preto. Los tratados, según lo dispone la Constitución Nacional, tienen jerarquía superior a las leyes y, por supuesto, a toda otra norma inferior, de tal modo que de sancionarse alguna de ellas estará viciada de nulidad.

En un sentido más general, siendo el propósito y la letra de la Unión Aduanera la conformación de un mercado único, no se explica una medida como la aplicación de derechos de exportación entre sus miembros que introduce un profundo desequilibrio en los precios de sus mercados. Cabe preguntarse qué razones pueden explicar la relativa pasividad de las demás naciones integrantes del Mercosur para tolerar semejante medida tributaria por parte de uno de sus miembros.

Las retenciones restringen la competitividad de los productos argentinos y benefician a los empresarios de las naciones socias del Mercosur. Sin perjuicio de ello, ha habido quejas y acciones formuladas con motivo del desequilibrio creado por la incidencia de retenciones diferentes entre los productos integrantes de una misma cadena productiva.

La realidad muestra que existen limitaciones para la aplicación de tan intempestivas decisiones tributarias. Surge así la necesidad de contar con una Justicia independiente y ágil, capaz de enderezar los errores y excesos que se cometen.

martes, diciembre 25, 2007

- JESUS -




Dónde nació Jesús

¿Belén o Nazaret?



Nota Revista Noticias


La teología popularizó una versión, pero la historia indica otra. Las razones por las que se impuso una idea que no se corresponde con la verdad.

Ante la pregunta: ¿dónde nació Jesús?, la respuesta parece sencilla: en Belén. Lo aprendemos desde niños al celebrar la Navidad y lo cantamos todos los años en los villancicos alrededor del pesebre. Sin embargo, al analizar con detenimiento el Nuevo Testamento descubrimos que no es tan fácil fijar el lugar del nacimiento de Jesús.

Es cierto que dos evangelistas, Mateo y Lucas, afirman expresamente que Jesús nació en Belén. Mateo dice: “Cuando nació Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes...”. Y Lucas: “Cuando ellos (José y María) estaban allí (en Belén), ella dio a luz a su hijo primogénito”. Pero los otros dos evangelistas, Marcos y Juan, presentan a Jesús como si hubiera nacido en Nazaret. En efecto, siempre lo llaman “Jesús de Nazaret”; y sabemos que en la Biblia, cuando después del nombre de una persona se menciona una ciudad, es porque se trata de su lugar de nacimiento.
¿Cuál sería, entonces, la cuna de Jesús: Belén o Nazaret?.

Marcos. El primer Evangelio que se escribió, el de Marcos, da a entender que Jesús nació en Nazaret. Ya al principio, cuando relata su bautismo, dice que Jesús “vino de Nazaret de Galilea”. Es decir, no menciona ninguna otra ciudad de origen fuera de esta. Después, cuando Jesús se va a Nazaret, dice que “se fue a su patria”, y patria (en griego: “patris”) significa literalmente “la tierra natal”, “el lugar de nacimiento”. Esto lo confirma el mismo Jesús cuando, ante el escándalo que producen sus enseñanzas en Nazaret, él exclama: “Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa, es despreciado”.

Además, todo el mundo lo conoce como Jesús de Nazaret: el endemoniado de Cafarnaúm, la criada del Sumo Sacerdote, el ángel del sepulcro y hasta el mismo evangelista Marcos.

Por lo tanto, cuando Marcos escribió su Evangelio, dio a entender a sus lectores que Jesús había nacido en Nazaret.






Un pueblo de mala muerte


El cuarto evangelista, San Juan, también afirma que Jesús nació en Nazaret. Comienza presentándolo como “un profeta de Nazaret” y dice que todos saben que era de Nazaret. Por ejemplo, Natanael, no quiere creer en él porque dice: “¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?”.

En efecto, Nazaret era una ciudad ignota, minúscula y de mala fama. Tan insignificante, que en el Antiguo Testamento no se la menciona nunca. Incluso cuando el libro de Josué describe la región de Galilea, saltea a Nazaret. Tampoco la nombra Flavio Josefo, el gran historiador judío del siglo I; al describir las guerras judías contra los romanos, menciona 54 ciudades galileas, pero ignora a Nazaret. Y el “Talmud”, una antiquísima colección de escritos judíos, enumera una lista de 63 ciudades galileas entre las que está ausente Nazaret. Debió de haber sido, pues, una pequeña aldea sin ninguna importancia. Por eso, que alguien tan importante como Jesús hubiera nacido allí, producía escándalo entre la gente. A pesar de eso, el “Evangelio de Juan” en ningún momento aclara que Jesús no era de Nazaret. Al contrario, lo afirma varias veces.

Por ejemplo, al contar una discusión entre los judíos sobre el origen de Jesús, dice que algunos lo rechazan como Mesías porque sabían que había nacido en Nazaret y comentaban: “¿Acaso el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que vendrá... de Belén?”. Y nadie se encarga de explicar que Jesús había nacido en Belén. Más adelante, San Juan afirma que los judíos no querían creer en Jesús porque era de Galilea, y “de Galilea no sale ningún profeta”. En el “Cuarto Evangelio” tampoco se afirma que Jesús haya nacido en Belén. Al contrario, siempre está presente la idea de que había nacido en Nazaret.

Sólo para la infancia

Vemos, pues, que las dos únicas veces en todo el Nuevo Testamento que se dice que Jesús nació en Belén son en los relatos de la infancia de Mateo y Lucas. En ninguna otra parte se menciona ni una sola palabra sobre el origen belenita de Jesús. Ni siquiera San Pablo, que tuvo que discutir acaloradamente varias veces con los lectores de sus cartas para tratar de convencerlos de que Jesús era el Mesías, y a quien le hubiera venido muy bien el argumento de que Jesús había nacido en Belén, parece conocer tal información. Entonces, ¿son o no históricas las afirmaciones de Mateo y de Lucas sobre el nacimiento de Jesús en Belén? Posiblemente, no.

En primer lugar, porque incluso estos dos evangelistas, a pesar de decir que Jesús nació en Belén, cuando lo presentan en su vida adulta cambian su discurso y lo llaman “Jesús de Nazaret”. En segundo lugar, porque los relatos de Mateo y de Lucas se contradicen. Según Mateo, Jesús habría nacido en Belén porque sus padres vivían en Belén. En cambio, según Lucas, Jesús habría nacido en Belén porque su familia estaba de paso en dicha ciudad con motivo de un censo.

También se contradicen en cuanto al tiempo que Jesús vivió en Belén. Según Mateo, estuvo allí casi dos años (Mateo 2,16), hasta que su familia huyó a Egipto. En cambio, según Lucas, Jesús se fue a vivir a Nazaret cuando tenía un mes y medio de vida (Lucas 2,39).

Las pruebas evangélicas sobre el nacimiento de Jesús en Belén son más bien débiles. Pero resultan ser abrumadores los datos en contra. Por eso, la mayoría de los biblistas hoy sostiene que la ciudad natal de Jesús no habría sido Belén, sino Nazaret. Entonces, ¿por qué Mateo y Lucas colocan su nacimiento en Belén?

Cada sucesor, una desilusión. En la actualidad, los estudiosos sostienen que el nacimiento de Jesús en Belén, más que una indicación histórica, resulta una indicación teológica. Es decir, los evangelistas Mateo y Lucas pretendieron transmitir una idea religiosa —enunciada en forma de relato histórico— con el fin de dejar una enseñanza. Se trata de una manera de expresarse muy propia de los pueblos semitas. ¿Y cuál es la enseñanza del nacimiento de Jesús en Belén? Quisieron decir que Jesús era el Mesías esperado por el pueblo de Israel.

Con objeto de entender esto, tengamos en cuenta que para la mentalidad judía el futuro Mesías debía ser un descendiente de la familia del rey David, porque según una antigua promesa que el profeta Natán había hecho al rey David cuando este vivía, Dios había asegurado que nunca iba a faltar un descendiente suyo en el trono de Jerusalén. Frente a la inseguridad en la que vivían los monarcas antiguos —de la falta de un hijo varón para que les sucediera y de que otra familia reinara en su lugar—, Dios le garantizó a David un descendiente suyo (un mesías, es decir, un ungido) en Jerusalén, y que lo haría con sabiduría y con justicia.

Pero cada nuevo rey que subía al trono de Jerusalén era una nueva desilusión para la gente, que veía cómo se sucedían gobernantes corruptos y malvados, desentendidos del pueblo y preocupados sólo por sus intereses personales. Por eso, cada vez que moría un rey y subía su hijo, el pueblo se preguntaba si este sería el Mesías que estaban esperando, que traería la prosperidad y la paz al pueblo.

Abandonar el ambiente de la capital. Hacia el año 500 a. C., un profeta anónimo anunció que iba a modificar estas expectativas. Esa profecía hoy se encuentra en el libro de “Miqueas”, y dice así: “Pero tú, Belén de Efratá, aunque eres pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el que ha de dominar Israel... Él gobernará con el poder y la majestad de Yahvé, su Dios”.

El profeta anunciaba que sí iba a llegar el tan ansiado Mesías, pero vendría de Belén, de donde procedía el rey David. El profeta no se refería directamente al nacimiento de Jesús. Los profetas no adivinaban el futuro ni buscaban predecir hechos desvinculados de la realidad en la que vivían. Su misión era anunciar una palabra de Dios que tuviera que ver con el presente de sus oyentes.

Lo que el profeta quiso decir era que Dios no miraba con buenos ojos a la corte de Jerusalén. Esta ciudad, en la que se habían prostituido tantos reyes con el lujo y el poder, no resultaba ser el mejor ambiente para que surgiera el Mesías. David, el rey más grande que tuvo Israel, había nacido en la humilde Belén. Si ahora ellos querían tener al nuevo Mesías, había que volver a preparar el mismo ambiente de Belén.

La profecía no pretendía fijar un lugar geográfico para el nacimiento del sucesor del Rey. Simplemente, proponía a los gobernantes de Jerusalén volver a la humildad y a la sencillez de sus orígenes. Es decir, sugería cortar con el actual modo de hacer política.

Con las formas literarias que tenían. Con el paso del tiempo, la profecía de Miqueas se volvió famosa, y en la época de Jesús un gran sector del judaísmo esperaba literalmente que el futuro Mesías naciera en el pueblo de Belén.
Por eso, durante los primeros años del cristianismo, cuando los apóstoles salieron a proclamar el Evangelio después de la resurrección de Jesús, tuvieron dificultades en ciertos ambientes judíos, porque Jesús era de Nazaret.

Frente a este problema, algunas comunidades cristianas, que gustaban de preparar sus predicaciones en formas de relato, decidieron presentar el nacimiento de Jesús como sucedido en Belén. Por supuesto que no pretendían falsear la realidad. A los primeros cristianos no les preocupaba el hecho puramente histórico de que Jesús hubiera nacido en Nazaret.

La certeza de que Él era el Mesías esperado constituía lo único importante. Por lo tanto, cuando Mateo y Lucas afirman que Jesús nació en Belén, lo que dicen es que Jesús resulta ser realmente el Mesías que todos esperaban; el que cumplió las expectativas que ningún otro rey de Israel había cumplido. El acento de los evangelistas se pone en esta idea. Y así lo entendieron y lo tomaron también los lectores de los primeros siglos.

Dos maneras de nacer. Cuando Marcos —el primer evangelista que escribió— compuso su relato, no incluyó el dato del nacimiento de Jesús en Belén. Como la mayoría de sus lectores eran de origen pagano, no tuvo problemas en conservar el recuerdo de que había nacido en Nazaret.

En cambio, cuando escribieron Mateo y Lucas, muchos de sus lectores eran cristianos procedentes de los judíos, a quienes sí les preocupaba que Jesús fuera el verdadero Mesías esperado por Israel, el descendiente de David. Por eso ambos evangelistas recurrieron a la narración teológica de su nacimiento en Belén, cada uno de manera diferente, según lo que ellos conocían. Mateo presentó a Jesús naciendo en Belén porque su familia era de allí; y Lucas presentó a Jesús naciendo en Belén por un accidente histórico.

Por último, Juan, que en el momento de componer su Evangelio había llegado a la convicción de que Jesús era Dios y existía desde siempre, tampoco tuvo interés de incluir el nacimiento de Jesús en Belén. Para él, su origen terreno no tenía ninguna importancia porque su verdadero origen era el cielo; Él procedía de Dios y eso bastaba para declararlo Mesías. Por eso, Juan, al igual que Marcos, conservó el dato histórico del origen nazareno de Jesús.








Recordarlo en Navidad

¿Dónde nació pues Jesús? Probablemente, en Nazaret. Su origen nazareno aparece afirmado en veinte lugares del Nuevo Testamento. Aunque las dos únicas veces que aparece Belén como su patria son Mateo 2 y Lucas 2.

Su nacimiento en Belén es una afirmación teológica; no expresa una evidencia histórica, sino una idea religiosa. Entonces, ¿debemos abandonar las tradiciones de Belén o dejar a un lado los villancicos, renunciar a los pesebres y excluir las peregrinaciones a la ciudad de Belén, donde actualmente se venera la gruta de su nacimiento? Por supuesto que no, así como no desechamos la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, aun cuando sabemos que ese día no nació Jesús.

Decir que Jesús nació en Belén continúa siendo, para los creyentes, una afirmación fundamental. Equivale a afirmar que Dios, a pesar de ser omnipotente y poderoso, optó por una ciudad minúscula. Prefirió apostar por la debilidad, por la humildad, por los oprimidos, por la mansedumbre. Significa que un Mesías frágil y endeble basta para quebrar el poder de los poderosos de este mundo. Y que quienes afirman seguir a este Mesías deben emplear sus mismas armas.

domingo, diciembre 23, 2007

- CHOQUE CULTURAL -




Ellos y nosotros:

el choque cultural


Por Mariano Grondona
La Nación - Opinión



Cada nación tiene dos constituciones. Una, la constitución escrita , contiene sus textos legales. La otra, la constitución real , es la manera como ella vive su constitución escrita. Aquí, en este nivel más profundo, juegan las creencias, los valores que cada nación ha elaborado en el transcurso del tiempo. La constitución escrita es como el nivel consciente de cada persona: lo que ella querría ser. La constitución real es el nivel del inconsciente que inspira en secreto tanto a las personas como a las naciones.

Al igual que el resto de las naciones, también los Estados Unidos y la Argentina son influidos por su inconsciente colectivo . Y así puede ocurrir que dos países semejantes en el nivel de sus constituciones escritas sean radicalmente diferentes en el nivel de sus constituciones reales. Es lo que pasa entre los Estados Unidos y la Argentina, entre ellos y nosotros.

Tomemos un ejemplo para ilustrar este contraste. En el plano de las constituciones escritas, los Estados Unidos y la Argentina se definen del mismo modo, como "repúblicas presidencialistas". Pero el sentido profundo de la institución presidencial entre ellos y nosotros es opuesto. En los Estados Unidos, la institución presidencial fue creada por Hamilton y Madison para moderar el peligro que los autores de El federalista veían en el posible desborde demagógico del Congreso y de los Estados locales. Entre nosotros, la institución presidencial no fue creada por Alberdi para "moderar" la euforia del Congreso y los gobernadores, sino, al contrario, para darle al país una unidad de mando que lo salvara de la disgregación.

Por eso, en el Norte, la crisis presidencial sobreviene cuando un presidente se vuelve demasiado fuerte, y así fue como Richard Nixon fue destituido por el Congreso norteamericano porque lo acusaban de haberse convertido en un "presidente imperial". Entre nosotros, a la inversa, han corrido peligro los presidentes "débiles" como De la Rúa, porque si algo no soportamos es que no mande nadie.

Un país aborrece el exceso de poder. El otro se estremece ante la ausencia de poder. Este contraste entre ambas constituciones reales se da, sin embargo, al abrigo de una misma constitución escrita.

Es que, en su inconsciente colectivo, nuestros dos países albergan distintos temores. Los norteamericanos temen más que nada el absolutismo , del cual se liberaron con la independencia. Los argentinos tememos un mal que consideramos aún mayor porque lo hemos padecido con frecuencia: ese mal es la anarquía .

El malentendido

Millones de fieles concurren a La Meca. Tanto los musulmanes como los cristianos percibimos la misma manifestación en la pantalla de nuestros televisores. Pero percibimos y no percibimos lo mismo. Quienquiera que, musulmán o cristiano, crea que su percepción es la única valedera comete el pecado de provincianismo.

El episodio del cual Antonini Wilson ha sido protagonista en estos días también es y no es el mismo según los ojos que lo perciban. El nudo facto parece ser que en el famoso avión viajaban diversos "valijeros" portadores de millones de dólares "negros", probablemente derivados de un manejo corrupto de los bonos que Venezuela le compra a la Argentina, y que, cuando los viajeros se dispersaron como estaba previsto con la ayuda de algún funcionario, Antonini Wilson se quedó solo por un inoportuno malestar físico que lo separó del resto.

A partir de ahí, la percepción del mismo hecho fue distinta en los Estados Unidos y en la Argentina. La prensa norteamericana casi lo ignoró. Es que, situados en la cima del mundo, los Estados Unidos son miopes frente a los "pequeños" problemas de otros países. En los Estados Unidos, además, la independencia del poder judicial lleva más de dos siglos de vigencia. Antonini Wilson y sus cómplices no tienen dimensión para ser percibidos como protagonistas en Washington. Pero algo hay de razonable detrás de las sospechas de que, una vez que estalló el escándalo, la CIA y el FBI se interesaron particularmente en él porque desde Washington se percibe a Chávez como un enemigo peligroso al cual, después de su derrota en el plebiscito, le ha llegado la hora.

Pero, en su celoso afán por quedar bien con los Kirchner, nuestra mayoría parlamentaria condenó sin distinciones a "los Estados Unidos", metiéndose ella sola en la "recepción" que algunas agencias norteamericanas habían preparado para Chávez.

Si las agencias de inteligencia norteamericanas son miopes frente a los males de América latina, la reacción de nuestra mayoría parlamentaria al condenar indiscriminadamente a "los Estados Unidos" como el único malo de esta película reveló una crasa ignorancia del contraste cultural entre ellos y nosotros. Los Estados Unidos, por lo pronto, son plurales . La Argentina puede ser vista, al contrario, como un país unitario en manos de un poder presidencial. Aplicar esta misma regla a lo que ocurre en los Estados Unidos suponiendo que allá también todo lo maneja Bush es ignorar arbitrariamente el gigantesco mecanismo institucional norteamericano, con sus poderes independientes del Ejecutivo y su verdadera red federal. "Los Estados Unidos" no son ni pueden ser los únicos culpables de lo que ocurrió en el Aeroparque, como supone la declaración condenatoria de nuestro Congreso porque, como unidad monolítica de acción, simplemente no existen.

La iniciación

En su afán por quedar bien con el único poder que reconocen, empero, los parlamentarios kirchneristas vinieron a frustrar la apertura internacional que Cristina Kirchner estaba intentando. Dada la crispación casi universal que había generado Néstor en su mandato, y habida cuenta de que ambos esposos creían necesario aflojar tensiones en el segundo, la persona indicada para lograrlo ya no era él sino ella.

Hasta ahora, aunque fuera tímidamente, este propósito iba avanzando. Cristina recibió al cardenal Bergoglio y tuvo palabras de moderación frente a las Fuerzas Armadas. Ahora el Gobierno reconoce además la crisis energética mediante el anuncio del nuevo horario que nos ahorrará luz en el verano. En dos ámbitos de la presunta distensión, sin embargo, hubo tropiezos En el primero de ellos, la Presidenta censuró descomedidamente al presidente uruguayo ante el Congreso, pero Tabaré Vázquez la salvó del entuerto al recibirla cordialmente después en Montevideo.

Es desaconsejable que los presidentes improvisen sus principales mensajes. Cristina se enorgullece como oradora, pero también debe considerar que las palabras, en vivo, son indóciles. No debió haber ofendido a Tabaré, aunque éste salvó elegantemente la delicada situación. No sabemos en cambio si el segundo exabrupto de la Presidenta, cuando calificó de "operación basura" de los Estados Unidos el escándalo de Antonini Wilson, será fácilmente remediable porque ahora nuestro gobierno ha quedado aún más cerca de Chávez de lo que estaba. Quizá resulte que, empeñado en hostigar a un Chávez en retirada, el Departamento de Estado norteamericano decida tratar al gobierno argentino como lo hizo Tabaré Vázquez. Una cosa es en todo caso cierta: que la "tercera posición" entre Caracas y Washington se ha vuelto, después del plebiscito, cada día menos viable.

viernes, diciembre 21, 2007

- RECONSTRUCCION -




Reconstruir la unión nacional


La República Argentina nació hace casi dos siglos, pero, como cualquier otra nación, se construye todos los días. En la base de esa edificación cotidiana hay un elemento que no puede faltar: es el genuino y fervoroso sentimiento de unión nacional. Sin un espíritu de consenso, que aglutine y hermane a sus habitantes, ninguna nación puede reconocerse como tal.

Es oportuno consignarlo porque falta menos de un año y medio para que celebremos el bicentenario de la Revolución de Mayo. Fue el punto de partida de las guerras de la Independencia y abrió, para los territorios del Virreinato del Río de la Plata, el camino hacia el autogobierno. No debemos olvidar que en los años posteriores al brote revolucionario el pueblo argentino debió afrontar prolongadas y desgastantes guerras internas y tuvo que enfrentar una heroica y sacrificada lucha para que la unión nacional se convirtiera en una realidad.

La generación de 1837, con Echeverría, Alberdi y Mitre a la cabeza, debió desplegar un esfuerzo ciclópeo para que los argentinos dejáramos definitivamente atrás las guerras civiles que nos habían desangrado durante décadas y fuésemos capaces de construir, a partir de la sanción de la Constitución de 1853, una nación unida y solidaria. Gracias a la firmeza y al acierto con que se cumplió ese objetivo histórico, la Argentina pasó a ser, en los comienzos del siglo XX, una de las naciones más progresistas y respetadas del mundo.

Cuando celebramos nuestro primer Centenario, en mayo de 1910, la Argentina era un modelo de país civilizado y moderno. Eso fue posible porque previamente habíamos sabido construir una sociedad asentada sobre un vigoroso espíritu de unión nacional. El tumultuoso proceso inmigratorio de fines del siglo XIX, aunque pueda resultar paradójico o difícil de explicar, no afectó en lo más mínimo la solidez de ese espíritu de unión ciudadana: al contrario, lo fortaleció y lo enalteció. La Argentina moderna se edificó sobre la base de un sentimiento de unidad nacional tan potente como ejemplarizador.

Por eso resulta especialmente doloroso y lamentable que en estos días se insista en sembrar la desunión o profundizar la división entre los argentinos. La estrategia de muchos ideólogos y voceros de la fuerza política que nos gobierna parecería estar dirigida a mantener abiertos los conflictos que enfrentan a unos argentinos con otros. En vez de celebrar o exaltar los motivos de concordia o de unidad que históricamente podrían llegar a presentarse, se exacerban y se agitan permanentemente aquellos asuntos que alimentan el odio, los rencores, las venganzas políticas y los resentimientos históricos.

El principal objetivo de la etapa política que acaba de iniciarse debería ser la reconstrucción del sentimiento de unidad nacional que estuvo en la base de la Argentina de otros tiempos. El país necesita imperiosamente dejar atrás los trágicos factores de desunión y de violencia que desgarraron a nuestra sociedad a partir del antecedente de un terrorismo salvaje y una dictadura despiadada que aniquilaron el sistema argentino de los derechos humanos y abrieron las compuertas del odio y la fragmentación social.

Es imprescindible recuperar ese espíritu de diálogo y de unidad que permitió crear la gran nación que fuimos y que el espíritu sectario de unos pocos ideólogos extremistas de uno y otro lado destruyó en sus cimientos morales. Las fuerzas políticas que nos gobiernan deben abandonar la deleznable práctica de resucitar los viejos antagonismos y de suponer que las heridas abiertas por la violencia irracional de ayer habrán de curarse con redobladas cuotas de odio o con desordenados rebrotes de ánimo revanchista. Dividir a la sociedad y perpetuar sus enfrentamientos internos es la mejor manera de paralizarla, debilitarla o frustrarla.

La celebración del Bicentenario ofrece la gran oportunidad para avanzar hacia una nación unida y moralmente fuerte. En esa dirección deberíamos empezar a caminar todos juntos: la ciudadanía, los políticos y, por supuesto, quienes ejercen las principales responsabilidades públicas.

Si los argentinos no nos sentimos hijos de una misma patria, difícilmente nos reconoceremos como herederos de una historia común y como forjadores de un futuro acorde con los ideales que presidieron, en 1810, nuestro nacimiento a la vida independiente.

miércoles, diciembre 19, 2007

- BOCCA -



Julio Bocca fue declarado ciudadano ilustre


El bailarín argentino que conquistó el mundo con su danza recibió hoy este reconocimiento otorgado por la Legislatura porteña.

Julio Bocca, el bailarín argentino que conquistó el mundo con su danza, fue declarado hoy ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires por la Legislatura porteña en un acto que encabezó el jefe de Gobierno, Mauricio macri, y el vicejefe del Poder Legislativo, Diego Santilli, en el Salón Dorado de ese cuerpo.

Después de 36 años de trayectoria, Bocca se despide de los escenarios con este reconocimiento.

Bocca agradeció el galardón y recordó otros recibidos a lo largo de su carrera, entre ellos en el célebre Teatro Bolshoi, de Moscú, tal vez el más importante de su dilatada y exitosa trayectoria.

Asimismo, al referirse a su designación como ciudadano ilustre, afirmó que tiene "el orgullo de que es de acá, de casa. Este año recibí un premio en España, hace poco me dieron la distinción Pablo Neruda de manos de la presidenta de Chile, así que me faltaba algo nuestro y por suerte se dio y es maravilloso terminar el año de esta forma".

Por su parte, Macri indicó que "lo que siempre resaltó de Julio es su humildad, que hace que uno se sienta cómodo cuando está con él", y agregó que "es un grande porque supo cortar su carrera a tiempo".

El afamado bailarín argentino, quien se está retirando de la actividad, estuvo acompañado por familiares, así como por su colega y compañera de danza, Eleonora Cassano, y su representante, Lino Patalano, entre otros.

Además, asistieron al acto el "Luthier" Daniel Rabinovich y la periodista y conductora Mónica Cahen D´Anvers, quien dedicó al bailarín unas palabras, en representación del público, antes de ver una proyección con escenas de la carrera de Bocca.

Bocca bailará el sábado 22 de diciembre, por última vez, frente al Obelisco de Buenos Aires en un show que incluirá también a artistas como Mercedes Sosa y Diego Torres, entre otros.

lunes, diciembre 17, 2007

- EMERGENCIA -



Emergencia económica ambigua


La Argentina de hoy, afortunadamente, es diferente de la que, casi seis años atrás, en el verano de 2002, debió admitir una ley de emergencia económica que delegó en el Poder Ejecutivo amplias facultades propias del Poder Legislativo. Sin embargo, días atrás, el Congreso de la Nación prorrogó una vez más esa norma.

La ley en cuestión le permitirá a la presidenta de la Nación renegociar contratos con las empresas de servicios públicos privatizados sin intervención de los legisladores, además de gravar exportaciones y modificar alícuotas impositivas, bloquear determinadas sentencias judiciales y recurrir al per sáltum en los casos de medidas cautelares que obstaculicen, perturben o comprometan actividades esenciales del Estado nacional.

No llama la atención que los legisladores oficialistas, desde hace tiempo meros "levantamanos" que han convertido al Congreso en una suerte de escribanía de la Casa Rosada, hayan aprobado la prórroga de esta norma. Sí sorprenden los argumentos, dado que entre los fundamentos de la ley se señala que aun cuando el país "ha logrado una significativa mejoría en su situación económica y financiera" persisten "situaciones que deben ser atendidas dentro del contexto normativo de emergencia". Entre tales cuestiones son mencionados, sin mayores precisiones, los "numerosos factores internos y externos condicionantes de los objetivos económicos y sociales". Tamaña ambigüedad jamás puede justificar una ley de emergencia.

Del mismo modo, asombra que la presidenta de la Nación, quien durante años se abstuvo de aprobar, en su carácter de legisladora nacional, tanto la ley original como sus sucesivas prórrogas, ahora consienta esta voluminosa delegación de facultades legislativas que muy poco tiene que ver con la calidad institucional que se ha preocupado por pregonar en sus últimos discursos públicos.

El doble mensaje de las autoridades es tan evidente como en muchas otras actitudes vinculadas con la actual política económica. Se cuestiona permanentemente el modelo de los años 90, pero son empleados desde el poder central mecanismos similares a los de aquel entonces para someter a las provincias. Son criticados los gobiernos anteriores, pero se continúan usando sus herramientas distorsivas para recaudar más, como el impuesto al cheque que ideó Domingo Cavallo y la llamada "tablita" para el régimen de ganancias que inspiró José Luis Machinea. Finalmente, se apostó a una política con tipo de cambio alto con el pretexto de favorecer la exportación, mas no se duda en imponer cada vez mayores retenciones a las ventas al extranjero de no pocos productos.

Pero lo más grave pasa por el deterioro institucional que supone la virtual inexistencia del Poder Legislativo, incluso pese a contar el oficialismo, a partir del lunes último, con una abrumadora mayoría en ambas cámaras y por la consolidación de una cultura política donde el tradicional presidencialismo asume por momentos las formas del cesarismo.

domingo, diciembre 16, 2007

- SECUESTRO -




Noticia de un secuestro


En una encrucijada se encuentra Uribe desde que Sarkozy promovió la campaña por la liberación de Ingrid Betancourt


Absolutamente sola, Ingrid
Caricatura: Huadi

Por Jorge Elías
La Nación


En un país imaginario llamado Tecala, un hábil y audaz negociador de rescates (Russell Crowe) regatea con el mediador de la guerrilla para lograr la liberación de un ingeniero norteamericano secuestrado (David Morse), de cuya esposa (Meg Ryan) termina enamorándose. El desenlace de la película Prueba de vida , con tiros y bombas, demuestra el fracaso de su gestión. Más allá del guión, Tecala pretende ser Colombia, pero las autoridades de Ecuador, en cuya selva se rodó, pidieron a los realizadores que cambiaran el nombre del país, de modo de evitarse contratiempos con su vecino.

El fenómeno del secuestro comenzó en los setenta en Colombia. En esos años, además de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y otros grupos menores, operaba el Movimiento 19 de Abril (M-19). El conflicto, una guerra, llevó al país a tener el mayor índice de secuestros del mundo. Y llevó a la gente, a su vez, a extremar recaudos y, en algunos casos, a contratar agencias de seguridad y negociadores expertos.

Fue el caso de Gustavo (nombre ficticio), secuestrado por las FARC. Un caso real. Una de sus hijas, Paula (nombre también ficticio de una buena amiga), recibió una carta de él. Decía: "Me están dando comida y " Y nada más. La carta temblaba en sus manos. Era la primera señal después de dos semanas en inquieta espera de un indicio, una pista sobre la suerte de su padre, colombiano, de 63 años, secuestrado el 19 de septiembre de 1997, a eso de las 13.30, cerca de su finca, a dos horas en coche de Bogotá.

Paula, abogada, la mayor de seis hermanos, recibió la carta por la cual supo que su padre estaba con vida y que había decidido que ella fuera el contacto con los secuestradores. "Desde algún lugar del monte ", decía con tono guerrillero. Le recomendaban la compra, en el mercado negro, de una radio de onda corta con la cual iban a comunicarse, como en la película Prueba de vida .

Gustavo no iba a ver el sol en siete meses. En su mente, me contó tiempo después, se arremolinaban el polvo del camino y la camioneta que salió de la nada y que, con el botín a bordo, partió, rauda, por la banquina. El botín era él, terrateniente, criador de pollos. En menos de media hora, en un punto llamado La Cabaña, en el cual la ruta se pierde en el verde espeso del monte, el conductor aceleró, y Gustavo perdió toda noción del tiempo y del espacio. Tres días permaneció en un cafetal, atado de pies y manos, vendado. Le daban salchichas, comida enlatada y gaseosas, pero estaba sometido al peor ayuno: el silencio.

Impuesto revolucionario

Lo cargaron en un jeep y percibió que, después de mucho zigzag, pisaba tierra caliente. Tan caliente que la temperatura de la celda rondaba los 40 grados. Allí, bajito y menudo, quedó al cuidado de una familia, con chicos, cuyos rostros estaban siempre cubiertos con pañuelos. Eran siete en total. Le quitaron la ropa. Le dieron dos pijamas, tres juegos de ropa interior y un par de pantuflas. El baño estaba fuera. Sólo de noche podía tomar una ducha.

Las comunicaciones por radio con la familia eran impuntuales y erráticas. En el trato, para el cual contrataron un negociador, los secuestradores eran agresivos. Les prometían una mano o una oreja de Gustavo si no cumplían con sus demandas. Decían mocuá en lugar de cambio y mocuá po pa llá en lugar de cambio y fuera. En su afán de obtener una prueba de vida, Paula y sus hermanos se reunieron con un cabecilla de las FARC. Negó que fueran ellos los captores, como acostumbran, pero les prometió ayuda a cambio de una ración fija de alimentos que nunca dejaron de enviarle, como si se tratara de una vacuna (impuesto revolucionario).

La celda, sin ventanas, tenía pequeños huecos desde los que Gustavo percibía el verde como todo horizonte. Era de tres metros por cuatro. En ella se las arregló para hacer ejercicios y caminar 20 kilómetros por día.

Con el tiempo recibió una radio portátil en la que sintonizaba Caracol; luego, un televisor. Creyó que era por buen comportamiento. No sabía que Paula y sus hijos habían desembolsado la primera cuota del millón de dólares que, en números redondos, iba a costarles la liberación.

A las 3.30 del 9 de abril de 1998, con la ropa que llevaba el día del secuestro, Gustavo se sintió libre por primera vez en siete meses. Lo dejaron en un paraje llamado El Talima, a más de cuatro horas en coche de Bogotá. Nunca supo quiénes fueron sus captores. Su vida cambió para siempre.

Pruebas de supervivencia

Para siempre, también, cambió la vida de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, secuestrada el 23 de febrero de 2002 por las FARC. "Este es un momento muy duro para mí -le confiesa a su madre, Yolanda Pulecio-. Piden pruebas de supervivencia a quemarropa y aquí estoy escribiéndote mi alma tendida sobre este papel. Estoy mal físicamente. No he vuelto a comer, el apetito se me bloqueó, el pelo se me cae en grandes cantidades." Las pruebas de supervivencia iban a ser esa carta y un video en el cual se la ve sentada, con las manos sobre las rodillas, abatida, demacrada, como se sentía Gustavo en esa horrible situación.

En Colombia, empeñada en exaltar las razones por las cuales figura después de la isla de Vanuatu, del Pacífico Sur, en el segundo lugar del ranking de los países más felices del mundo, que preparan cada año las organizaciones británicas News Economics Foundation y Friends of the Earth, poca gracia causa la comparación con Tecala, el país imaginario de Hollywood. Y, en el fondo, poca gracia causa la atención, y la presión, internacional en el caso Betancourt, más allá de que sean un salvoconducto para ella y los otros rehenes de las FARC.

El conflicto nunca dejó de ser un asunto interno y reservado de Colombia para el cual los sucesivos presidentes hasta Alvaro Uribe pidieron apoyo y comprensión a otros gobiernos, no participación. Si no, Hugo Chávez hubiera metido sus narices poco después de asumir el mando: en 1999 recibió una invitación de Manuel Marulanda, jefe de las FARC, para dialogar en el área de despeje que le había cedido Andrés Pastrana al sur del país.

Enterado de ello, el entonces presidente colombiano bloqueó todo intento de intervención de su par venezolano, más allá de que, con una frontera compartida de 2300 kilómetros, los problemas derivados de la guerrilla y el narcotráfico pasaran fácilmente de un país al otro. Ocho años después, Chávez ofició de mediador con las FARC. Por un rato. Hasta que Uribe, el único incondicional de George W. Bush en América latina, concluyó que había violado las reglas y, tras acusarlo de haber usado el proceso para expandir la revolución bolivariana y el socialismo del siglo XXI allende Venezuela, decidió quitárselo del medio de mala manera.

Uno y otro militan en extremos antagónicos. No obstante ello, uno y otro, diferentes de los pies a la cabeza, resolvieron añejas disputas limítrofes, incrementaron el comercio, suscribieron planes energéticos y zanjaron no pocas rencillas bilaterales. En su breve gestión de mediador con las FARC, Chávez recibió la bendición de Nicolas Sarkozy, involucrado por la doble nacionalidad francesa y colombiana de Betancourt, y de los familiares de ella, siempre temerosos de que Uribe ordene un rescate con tiros y bombas, como en la película Prueba de vida , sin la suerte que, dentro de lo que cabe, tuvo Gustavo.

viernes, diciembre 14, 2007

- LAS PICADAS -




Picadas,


una grave amenaza latente



El complejo y dramático problema de la inseguridad en el tránsito debería ser un tema prioritario en la agenda oficial. Sin embargo, no lo es. Un ejemplo de esta tendencia negativa son las reiteradas postergaciones padecidas por la ley que reprime las llamadas "picadas".

Hay numerosas estadísticas que reflejan la gravedad de las alternativas provocadas por las desaprensivas actitudes de los automovilistas. Se reiteran las manifestaciones acerca de la cada vez más imperiosa necesidad de cambiar el curso de los acontecimientos. Es menester realizar un verdadero esfuerzo para reducir el doloroso impacto prácticamente cotidiano de las desgracias y daños producidos como consecuencia de la indisciplina y la imprudencia. Pero el impulso, lamentablemente, no dura lo necesario y termina diluyéndose sin haber producido cambios significativos.

Los índices de accidentes viales son cada vez más altos y se convierten en una señal de alarma que no puede ni debe desatenderse. La manera más eficiente de enfrentar este problema pasa por ejercer controles apropiados, hacer cumplir las normas y aplicar enérgicas sanciones a quienes las transgredan. Sin embargo, una cultura de la anarquía, la indiferencia y la impunidad parece consolidarse sin que nadie reaccione. En efecto, las prácticas de manejo imprudentes y peligrosas están ampliamente difundidas; las normas vigentes son mucho más permisivas y menos penalizadoras que las que existen en países con mejor seguridad vial y, finalmente, los controles son completamente deficientes.

Los accidentes de tránsito siguen constituyendo la principal causa de muerte en la Argentina para las personas de hasta 35 años. Según estadísticas recientes, más de veinte personas mueren por día en accidentes viales y unas 15.000 personas quedan discapacitadas en distinto grado cada año a causa de esos accidentes.

A pesar de todo ello, resulta paradójico que en el Año de la Seguridad Vial, así declarado por el Poder Legislativo nacional para dejar sentado el interés del Estado por encontrar una solución a las muertes producidas en accidentes de tránsito, el Senado sigue sin tratar un proyecto impulsado por los familiares de las víctimas.

Se trata del proyecto de ley que tipifica como delito la realización de picadas o competencias ilegales con penas de entre seis meses y tres años de cárcel y hasta seis de inhabilitación para conducir.

El proyecto incorpora al Código Penal la figura de las destrezas automovilísticas, con penas para quienes corran picadas y para los que faciliten su realización, lo cual alcanzaría a los familiares o amigos que prestaren el automóvil a un conductor a sabiendas de que se lo utilizará para una picada.

Hace pocos días, se dispuso que la familia de la madre y su pequeña hija, fallecidas hace ocho años en una colisión por la cual fue condenado penalmente el automovilista Sebastián Cabello, fuera indemnizada con un millón de pesos. La justicia en lo civil así lo resolvió en primera instancia; obliga a pagar ese resarcimiento a Cabello, sus padres y la compañía en la cual estaba asegurado el automóvil con el cual se causó la tragedia, cuando corría una picada por la avenida Cantilo. Pero será la aseguradora la que, efectivamente, deberá pagar si la Cámara de Apelaciones confirma el fallo que fue apelado por ésta.

La cantidad de muertes que se cobran los accidentes de tránsito representan una verdadera tragedia nacional. Por consiguiente, resulta necesario crear en los automovilistas y choferes de vehículos en general una cultura que preserve la vida. La única forma de lograrlo es mediante el estricto apego a las normas vigentes en la materia. Por otro lado, deberá instarse a los legisladores a no demorar la sanción de un proyecto de ley que penaliza una práctica condenable desde todo punto de vista y que se ha cobrado demasiadas víctimas inocentes.

miércoles, diciembre 12, 2007

- ANTINOMIAS -





El daño que provocan las antinomias


Con el final de una administración política no concluyen los problemas del país. Se prolongan a la administración que sigue y su resolución o no, y hasta su potenciación, depende de los actos que aquélla produzca. Sin embargo, en toda transición entre un período y otro se abre siempre, como es natural, la esperanza de cambios en una dirección mejor que la preexistente. Y es esto así, al margen de las evidencias que pueda haber sobre las semejanzas, mucho más que sobre las diferencias, respecto de la sucesión de gobiernos.

Entre las cuestiones que deberían demandar corrección y suscitar el mayor interés de la nueva presidenta figura nada menos que el concepto práctico de nacionalidad como vínculo histórico y destino común de los argentinos. La idea de Nación está degradada en la Argentina, y a su enaltecimiento no puede sentirse ajeno quien rija los destinos del país.

El quinto país productor de alimentos, como es el nuestro, ha expulsado millones de compatriotas en las últimas décadas. Es mucho lo que se ha discutido sobre el número exacto de quienes han integrado el éxodo, pero sólo en los Estados Unidos la tasa de residentes originarios de la Argentina impresiona por su significación.

Gobiernos maniqueos -militares y civiles, sin distinción- han cristalizado un caprichoso país de buenos y de malos, en lugar de dedicarse a la consolidación de un sistema de valores compartidos por la ciudadanía, y han ahondado los rencores que nos separan, en vez de estimular las coincidencias que unen por encima de la diversidad que enriquece la unidad que está en la base de una nación.

En América latina, de la que nuestro país es parte esencial, se ha ido instalando últimamente una cuestión que suponíamos superada desde los tiempos de la ruptura con el poder colonial, pronto hará dos siglos: la de la secesión como recurso de última instancia para dirimir problemas que la política convencional se muestra incapaz de resolver en sociedades fragmentadas. El solo hecho de que como hipótesis prospere la conjetura sobre el curso inédito en que podrían derivar en Bolivia los gravísimos conflictos institucionales que la aquejan es una señal de alerta para los países vecinos. La historia nos ha enseñado de qué manera el efecto del contagio se ensaña con los cuerpos sociales, no sólo con la fisiología de los individuos.

En tiempos de convulsión en diversos escenarios del continente, deben extremarse los cuidados sobre la continuidad histórica de la Nación. En el caso argentino, deben repararse con urgencia inigualada las heridas -sujetas al reiterado desdén de quienes carecen de visión histórica- que existen en la articulación de la comunidad nacional y evitarse la propagación de lo que tienda a dividirla aún más.

En un país de múltiples y malsanas antinomias como el nuestro, se ha actualizado recientemente, con más vocación por el desgobierno que por la responsabilidad de interpretar correctamente el papel insustituible de los sectores básicos de la producción nacional, el enfrentamiento entre la industria y el campo. El resentimiento de unos pocos o la viveza criolla de algunos más -ambos elementos decisivos del proceso de involución nacional de más de medio siglo- han logrado sumar aquella absurda antinomia a otras dicotomías no menos lesivas para la argentinidad.

Las antinomias, por decirlo con palabras de Ferrater Mora en su Diccionario de filosofía , son conflictos entre ideas, proposiciones, actitudes. A esa definición cabe completarla con la observación de que las ilusiones de la razón y el desenfreno de las pasiones tienden a agigantar y perpetuar aquellos conflictos como contradicciones por oposición a cualquier entendimiento superador de los desencuentros del pasado.

¿Hasta cuándo proseguir, en efecto, con la antinomia irresoluble de peronistas y antiperonistas? ¿Hasta cuándo prolongar la falsa disyuntiva entre seguridad o gatillo fácil mientras crece el espanto por la ola de asaltos y crímenes innúmeros? ¿O hasta dónde extender la premisa de que los derechos de los ciudadanos no tienen en el cumplimiento de los deberes que les incumben la contrapartida lógica que los hace posibles?

Alguna otra antinomia, por fortuna, entre las muchas que surcan con su fiero tajo la sociedad argentina, parecería en retirada después de haber incursionado como un relámpago por el espacio político: religión y ateísmo. Pero no se trata de hacer una enumeración más o menos exacta de los fenómenos que acentúan la predisposición argentina por las afirmaciones dogmáticas que mellan la unidad de fondo de la sociedad, sino de exponer el problema a la consideración general. Debe explicarse con perseverancia docente lo que supone su continuidad perniciosa en el tiempo.

No se trata de estimular ejercicios de frívola o forzada simpatía por lo que otros sienten y piensan, sino de la necesidad de actuar con una voluntad de empatía que facilite la comprensión recíproca. Así como no hay derechos absolutos, tampoco hay verdades que se hayan construido sin contribuciones ajenas. "Nada hay solitario y estanco", decía Ortega.

Entre el blanco y el negro, la naturaleza ha puesto ante nuestros ojos la infinitud de una coloratura de matices intermedios. Ese legado es una metáfora que insta a la deposición de dogmatismos estériles, a bajar los decibeles en las interpretaciones de un puro determinismo gozoso ante la perpetuación de antinomias que tanto han dañado el espíritu nacional.

Con la perspectiva de quien conducía la institución cuyas miras universales están por encima de las fronteras siempre estrechas de un único país, Juan Pablo II observaba: "Manejar el patrimonio histórico y cultural de la Humanidad significa prestar fe y conformidad a todo lo que otros han hecho por mí". Son palabras para emular entre nosotros y para reflejar en nuestra conducta ante el mundo.

martes, diciembre 11, 2007

- LO INSTITUCIONAL -




Saldar la deuda institucional, el próximo desafío


Por Joaquín Morales Solá
Para LA NACION



Ayer, que será recordado como el día más sereno y dulce que Cristina Kirchner vivirá como presidenta, terminó la transición desde la monumental crisis de 2001 y 2002. De alguna manera, ella lo reconoció implícitamente cuando recordó que su esposo asumió con más desocupados que votos.

El dato ciertamente insólito del lunes kirchneristamente festivo fue el traspaso del poder dentro del círculo de un matrimonio, un caso sin antecedente en el país y, probablemente, sin antecedente en el mundo según las condiciones argentinas vividas ayer.

En efecto, los comicios de octubre se parecieron a una elección suiza comparados con los que ungieron a su esposo en 2003 y que convirtieron a Néstor Kirchner, por la mezquindad personal y la indolencia institucional de Carlos Menem, en el presidente menos votado de la historia argentina. El período entre la elección y la asunción de ayer fue también relativamente pacífico y careció de los apurones y las turbaciones que hubo en la escasa semana de transición entre Eduardo Duhalde y Kirchner.

La Argentina parece necesitar siempre un tramo de entre 5 y 6 años para reponerse de los períodos más conflictivos y traumáticos de su historia. La gestión de Raúl Alfonsín, en la década del 80, también fue una transición entre el desastroso final de la dictadura y la consolidación definitiva de un sistema democrático. Sólo a principios de la década del 90 la nación política se estabilizó durante un largo período. La transición ha terminado, pero no han desaparecido todas las consecuencias de la gran crisis. Sólo hubo, por ahora, una elección normal después de elecciones anormales, y un traspaso ordenado del poder luego de tiempos macerados en desórdenes de órdago. Punto. La crisis institucional está casi intacta y lo único que se reconstruyó fue la institución presidencial; por eso, quizás, fue ahí donde se vio con más nitidez el fin de la transición.

Incapaz de mostrar sus emociones en público, tensa por ese férreo límite que les impone a los comunes sentimientos humanos, la flamante presidenta aceptó de hecho que todavía resta un largo trecho para consolidar las instituciones destruidas. Habló de la institución parlamentaria, que sigue siendo una asignatura quizás más pendiente que antes, y subrayó la necesidad de continuar con la reforma judicial. Pero defendió la reforma del Consejo de la Magistratura, que ella misma armó en el Senado y que no ha mejorado la Justicia.

Tiene, sin duda, una relación de amor y odio con los medios periodísticos. ¿Valía la pena mencionarlos en ese instante solemne como la oposición que no es pero que se parece, según ironizó? A estas alturas ya hay que resignarse: Cristina Kirchner nunca será Cristina Kirchner si no se coloca en la pose de una profesora implacable frente a los periodistas y los medios. Usará otros medios, pero la relación de ella con la prensa no será muy distinta de la conflictiva relación que tuvo su esposo con el periodismo.

Reivindicó la política (y lo hizo bien), pero le faltó una referencia clara a la reforma política y a la crisis del sistema de partidos. El viejo sistema está destruido y no ha despuntado uno nuevo. Hasta el peronismo es una federación de estirpes que responde sólo pasajeramente al liderazgo que está en el poder. La política sabe, por ahora, sólo de carismas personales, necesarios pero no suficientes.

Cristina Kirchner se equivocaría si creyera que esos problemas son de los otros. La administración de una democracia es defectuosa cuando sólo hay personas, cuando los partidos no están y cuando, por lo tanto, los programas son cambiantes. A ella le tocará, además, gobernar problemas que su marido sólo tuvo en el tramo final de su gestión. Son las consecuencias de problemas no resueltos y del crecimiento de la economía en los últimos cuatro años: la inflación creciente, la escasa inversión, la insuficiente energía y la por momentos desbocada puja salarial. Néstor Kirchner tuvo que lidiar, fundamentalmente, con el conflicto social; su esposa deberá vérselas con el problema salarial.

Ayer repitió conceptos generales que ya había enhebrado sobre la necesidad de terminar con la opción entre la industria y el campo. Sin embargo, se anotó un alto puntaje en el mundo empresarial cuando estampó una frase nueva en el kirchnerismo: "No voy a ser el gendarme de la rentabilidad de los empresarios ni me voy a meter en internas sindicales o políticas". Adiós, entonces, a los métodos de Guillermo Moreno, aunque no hablaba en ese momento del polémico secretario de Comercio Interior, sino de los acuerdos sociales que imagina. No hablaba de él, pero lo aludía sin remedio.

Sea como fuere, la inversión y la energía están condenadamente vinculadas. Cristina Kirchner viene de un período en el que la primera no fue una prioridad, al revés de lo que sucede en los países del mundo prudente, y la segunda mereció más trajines para ocultarla que para resolverla. Marido y esposa hablan del Indec cuando les preguntan por la inflación, que es otra cosa.

Ratificó que su compromiso con los derechos humanos es, tal vez, más fuerte y más antiguo que el de su esposo. Con todo, por primera vez se refirió a las Fuerzas Armadas de ahora y del futuro. "Debemos separar la paja del trigo", puntualizó. Y eso, que parece una verdad elemental, estuvo ausente en los últimos años de escasas referencias presidenciales a los actuales militares. Aquel compromiso de la Presidenta parece ir más allá de los asuntos internos de hace tres décadas y eso se vio en su conmovedora apelación por la libertad de Ingrid Betancourt, secuestrada en Colombia desde hace casi seis años por la guerrilla más vieja y cruel de América latina.

Pasó sin grandes novedades sobre la política exterior, aunque esas cuestiones son una pasión que se le conoce. Sólo cabe consignar la cálida referencia al presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, y al pueblo ("hermano", dijo) uruguayo. Habló de "resituar" el problema en su contexto técnico y jurídico y recordó la posición argentina ante los tribunales de La Haya. Habló, en fin, de despojar el conflicto de las cuestiones personales que lo empaparon feamente en los tiempos recientes.

Nadie sabe aún si Néstor Kirchner tendrá la sensibilidad de su esposa, que durante los últimos años influyó de manera decisiva sin que se notara. Ningún periodista estuvo nunca en condiciones fiables de afirmar que la senadora Kirchner tenía una opinión diferente sobre algún aspecto de la administración, aunque se olfateaba que algo había en ese sentido. Pero el ex presidente está acostumbrado a mezclarse con lo que le concierne y a continuación con lo que no le concierne. ¿Cambiará de ahora en más?

Ayer, la Presidenta sólo mostró enfado cuando su marido equivocó el orden de la firma con la entrega de los símbolos del poder presidencial. Néstor Kirchner no tiene remedio: es el único presidente al que el protocolo no lo disciplinó durante casi un lustro. Los que conocen a Cristina Kirchner dicen estar seguros de que no habrá un doble comando del poder durante su gestión. Aquella anécdota de su enfado de ayer por los desbarajustes protocolares de su esposo tiene también una lectura política: nunca se resignará a aparecer como una simple delegada de su esposo entre vacíos rituales de la presidencia. Sabe, en síntesis, que en política el poder de la palabra no cuenta nada sin las garras afiladas del poder.

Borges escribió que la mañana finge un comienzo. El desafío de Cristina Kirchner consiste en demostrar que lo que sucedió ayer no fue el mero fingimiento de un comienzo, sino el umbral de otra experiencia política, suya fundamentalmente.Los que conocen a Cristina Kirchner dicen estar seguros de que no habrá un doble comando del poder durante su gestión

- LO INSTITUCIONAL -




Saldar la deuda institucional, el próximo desafío


Por Joaquín Morales Solá
Para LA NACION



Ayer, que será recordado como el día más sereno y dulce que Cristina Kirchner vivirá como presidenta, terminó la transición desde la monumental crisis de 2001 y 2002. De alguna manera, ella lo reconoció implícitamente cuando recordó que su esposo asumió con más desocupados que votos.

El dato ciertamente insólito del lunes kirchneristamente festivo fue el traspaso del poder dentro del círculo de un matrimonio, un caso sin antecedente en el país y, probablemente, sin antecedente en el mundo según las condiciones argentinas vividas ayer.

En efecto, los comicios de octubre se parecieron a una elección suiza comparados con los que ungieron a su esposo en 2003 y que convirtieron a Néstor Kirchner, por la mezquindad personal y la indolencia institucional de Carlos Menem, en el presidente menos votado de la historia argentina. El período entre la elección y la asunción de ayer fue también relativamente pacífico y careció de los apurones y las turbaciones que hubo en la escasa semana de transición entre Eduardo Duhalde y Kirchner.

La Argentina parece necesitar siempre un tramo de entre 5 y 6 años para reponerse de los períodos más conflictivos y traumáticos de su historia. La gestión de Raúl Alfonsín, en la década del 80, también fue una transición entre el desastroso final de la dictadura y la consolidación definitiva de un sistema democrático. Sólo a principios de la década del 90 la nación política se estabilizó durante un largo período. La transición ha terminado, pero no han desaparecido todas las consecuencias de la gran crisis. Sólo hubo, por ahora, una elección normal después de elecciones anormales, y un traspaso ordenado del poder luego de tiempos macerados en desórdenes de órdago. Punto. La crisis institucional está casi intacta y lo único que se reconstruyó fue la institución presidencial; por eso, quizás, fue ahí donde se vio con más nitidez el fin de la transición.

Incapaz de mostrar sus emociones en público, tensa por ese férreo límite que les impone a los comunes sentimientos humanos, la flamante presidenta aceptó de hecho que todavía resta un largo trecho para consolidar las instituciones destruidas. Habló de la institución parlamentaria, que sigue siendo una asignatura quizás más pendiente que antes, y subrayó la necesidad de continuar con la reforma judicial. Pero defendió la reforma del Consejo de la Magistratura, que ella misma armó en el Senado y que no ha mejorado la Justicia.

Tiene, sin duda, una relación de amor y odio con los medios periodísticos. ¿Valía la pena mencionarlos en ese instante solemne como la oposición que no es pero que se parece, según ironizó? A estas alturas ya hay que resignarse: Cristina Kirchner nunca será Cristina Kirchner si no se coloca en la pose de una profesora implacable frente a los periodistas y los medios. Usará otros medios, pero la relación de ella con la prensa no será muy distinta de la conflictiva relación que tuvo su esposo con el periodismo.

Reivindicó la política (y lo hizo bien), pero le faltó una referencia clara a la reforma política y a la crisis del sistema de partidos. El viejo sistema está destruido y no ha despuntado uno nuevo. Hasta el peronismo es una federación de estirpes que responde sólo pasajeramente al liderazgo que está en el poder. La política sabe, por ahora, sólo de carismas personales, necesarios pero no suficientes.

Cristina Kirchner se equivocaría si creyera que esos problemas son de los otros. La administración de una democracia es defectuosa cuando sólo hay personas, cuando los partidos no están y cuando, por lo tanto, los programas son cambiantes. A ella le tocará, además, gobernar problemas que su marido sólo tuvo en el tramo final de su gestión. Son las consecuencias de problemas no resueltos y del crecimiento de la economía en los últimos cuatro años: la inflación creciente, la escasa inversión, la insuficiente energía y la por momentos desbocada puja salarial. Néstor Kirchner tuvo que lidiar, fundamentalmente, con el conflicto social; su esposa deberá vérselas con el problema salarial.

Ayer repitió conceptos generales que ya había enhebrado sobre la necesidad de terminar con la opción entre la industria y el campo. Sin embargo, se anotó un alto puntaje en el mundo empresarial cuando estampó una frase nueva en el kirchnerismo: "No voy a ser el gendarme de la rentabilidad de los empresarios ni me voy a meter en internas sindicales o políticas". Adiós, entonces, a los métodos de Guillermo Moreno, aunque no hablaba en ese momento del polémico secretario de Comercio Interior, sino de los acuerdos sociales que imagina. No hablaba de él, pero lo aludía sin remedio.

Sea como fuere, la inversión y la energía están condenadamente vinculadas. Cristina Kirchner viene de un período en el que la primera no fue una prioridad, al revés de lo que sucede en los países del mundo prudente, y la segunda mereció más trajines para ocultarla que para resolverla. Marido y esposa hablan del Indec cuando les preguntan por la inflación, que es otra cosa.

Ratificó que su compromiso con los derechos humanos es, tal vez, más fuerte y más antiguo que el de su esposo. Con todo, por primera vez se refirió a las Fuerzas Armadas de ahora y del futuro. "Debemos separar la paja del trigo", puntualizó. Y eso, que parece una verdad elemental, estuvo ausente en los últimos años de escasas referencias presidenciales a los actuales militares. Aquel compromiso de la Presidenta parece ir más allá de los asuntos internos de hace tres décadas y eso se vio en su conmovedora apelación por la libertad de Ingrid Betancourt, secuestrada en Colombia desde hace casi seis años por la guerrilla más vieja y cruel de América latina.

Pasó sin grandes novedades sobre la política exterior, aunque esas cuestiones son una pasión que se le conoce. Sólo cabe consignar la cálida referencia al presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, y al pueblo ("hermano", dijo) uruguayo. Habló de "resituar" el problema en su contexto técnico y jurídico y recordó la posición argentina ante los tribunales de La Haya. Habló, en fin, de despojar el conflicto de las cuestiones personales que lo empaparon feamente en los tiempos recientes.

Nadie sabe aún si Néstor Kirchner tendrá la sensibilidad de su esposa, que durante los últimos años influyó de manera decisiva sin que se notara. Ningún periodista estuvo nunca en condiciones fiables de afirmar que la senadora Kirchner tenía una opinión diferente sobre algún aspecto de la administración, aunque se olfateaba que algo había en ese sentido. Pero el ex presidente está acostumbrado a mezclarse con lo que le concierne y a continuación con lo que no le concierne. ¿Cambiará de ahora en más?

Ayer, la Presidenta sólo mostró enfado cuando su marido equivocó el orden de la firma con la entrega de los símbolos del poder presidencial. Néstor Kirchner no tiene remedio: es el único presidente al que el protocolo no lo disciplinó durante casi un lustro. Los que conocen a Cristina Kirchner dicen estar seguros de que no habrá un doble comando del poder durante su gestión. Aquella anécdota de su enfado de ayer por los desbarajustes protocolares de su esposo tiene también una lectura política: nunca se resignará a aparecer como una simple delegada de su esposo entre vacíos rituales de la presidencia. Sabe, en síntesis, que en política el poder de la palabra no cuenta nada sin las garras afiladas del poder.

Borges escribió que la mañana finge un comienzo. El desafío de Cristina Kirchner consiste en demostrar que lo que sucedió ayer no fue el mero fingimiento de un comienzo, sino el umbral de otra experiencia política, suya fundamentalmente.Los que conocen a Cristina Kirchner dicen estar seguros de que no habrá un doble comando del poder durante su gestión

lunes, diciembre 10, 2007

- LOS DESAFIOS -




Desafíos del nuevo gobierno porteño


Con la asunción de Mauricio Macri quedará formalizada la renovación del gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires. Se habrá acabado el tiempo de las promesas proselitistas y comenzará el período de cuatro años en que las nuevas autoridades deberán convertirlas en realidades concretas.

No será una tarea sencilla. Cualquier diagnóstico elaborado sobre la base de referencias que están al alcance de los ojos de todos los porteños demostrará que la metrópoli padece numerosas y complejas dificultades. Facilitaría la sana intención de enfrentarlas que el gobierno nacional accediese a profundizar la autonomía constitucional de la ciudad, depusiese su nada disimulada intención de sembrar de obstáculos el camino que han comenzado a recorrer los gobernantes locales y se mostrase desinteresadamente predispuesto a convivir en paz y armonía con quienes son, al fin y cabo, sus vecinos más próximos.

Sin exagerar, nueve de cada diez vecinos interpretan que el más grave de esos inconvenientes es el provocado por el auge de la delincuencia. Están atemorizados y no lo disimulan. Sobre todo, por el ensañamiento que se exhibe en las actividades delictivas y el descaro con el cual los malhechores se mofan de la vigencia de las leyes y del apego por el orden público.

Constituiría un avance significativo en cuanto a disuasión, prevención y represión del delito que tuviese inmediato efecto el demorado traspaso de los servicios metropolitanos de la Policía Federal en los términos meridianamente expresados en la Constitución nacional, sin subterfugios ni torcidas interpretaciones.

Siguiendo con un ordenamiento más o menos lógico, sería menester encarar de inmediato el mejoramiento de la limpieza urbana. Es indisimulable que la ciudad, hoy en día meta de un notable porcentaje del turismo mundial, está muy sucia. Esta mancha es provocada por la escasa eficacia de sus servicios de limpieza y la pésima educación cívica de la mayor parte de sus vecinos, a las cuales se suma la anárquica presencia de los cartoneros.

Siempre en ese orden de prioridades, las nuevas autoridades tendrán que abocarse a resolver, en forma conjunta con el gobierno bonaerense, qué hacer con el denominado polo petroquímico del Dock Sur, la postergada limpieza del Riachuelo y el ordenamiento de los establecimientos industriales establecidos en sus orillas. Se trata, tal vez, del más preocupante riesgo para la salud pública en ambos distritos y, por ese motivo, conjurarla es tarea prioritaria e impostergable. Ello al margen de que no podrán dejar de lado abocarse a conjurar la amenaza gravísima de que la atención hospitalaria está en trance de colapsar por causa de las deficiencias edilicias, la falta de insumos y el constante crecimiento de los pacientes, que, en muchos casos, provienen del territorio bonaerense.

Entretanto, la educación reclama mejoras de contenido y de continente. El adecuamiento de las pautas de enseñanza de acuerdo con criterios actualizados deberá correr en forma paralela con la realización de un esfuerzo que permita disponer de edificios escolares funcionalmente aptos para acometer esa empresa improrrogable.

Hay que continuar la ampliación de la red de subterráneos, siguiendo el ejemplo de las grandes ciudades del mundo. Se debe remediar la cuestión, social y urbanísticamente deprimente, del crecimiento de villas de emergencia, que dan remedio precario a la falta de viviendas dignas. Es imprescindible reparar las calzadas y veredas, horadadas y rotas en nivel de lástima. Se impone preservar el patrimonio arquitectónico para poner a salvo fisonomías irrecuperables en caso de demolición. Plazas, parques y paseos demandan mantenimiento y vigilancia permanentes. Comerciantes y vecinos reclaman la corrección del abuso pertinaz que del espacio público hacen los vendedores ilegales. Y son inadmisibles las demoras en la plena puesta en vigor del Plan Urbano Ambiental. Para todo eso y cuanto queda en el tintero habrá que obtener recursos genuinos que no comprometan las finanzas públicas.

Es previsible que el gobierno porteño ganará en eficiencia y en innovadora confianza a medida que progrese en su desempeño. Con sus iniciativas deberá honrar las esperanzas de quienes lo eligieron y, por qué no, también las de quienes sin haberlo votado y con democrático comportamiento lo sienten ahora su legítima representación y le reclaman que, por una vez, las políticas de Estado estén por sobre los meros intereses políticos, para bien de la ciudad de Buenos Aires y de sus habitantes.

viernes, diciembre 07, 2007

- GESTION -




Macri ya habla de una posible reforma constitucional


El nuevo jefe de gobierno porteño, a pocas horas de asumir, dijo que es una buena idea "para hacer una gestión más austera", que obligaría a "todos los que vengan a tener un foco en la inversión"


Mauricio Macri sostuvo que se debe modificar la carta magna "para que haya un límite de gastos. Buscar que la ley te obligue a tener un superávit en la inversión".

Y expresó: "El gran desafío es si logramos vencer los miedos y las trabas que la gente tiene con la tecnología. Si logramos poner toda la gestión de compras en internet, cualquier ciudadano se puede divertir viendo en qué se gasta su dinero".

Las explicaciones que argumentan una futura reforma laboral están relacionadas con la idea de "hacer una gestión más austera y obligar a todos los que vengan a tener un foco en la inversión".

Por otra parte, Macri adelantó que en su futura gestión pondrá el eje en un mayor uso del transporte público y dijo que apela a un "cambio cultural", que también dependerá de los vecinos. “Tenemos que descomprimir el caos que se vive todos los días en la ciudad”, señaló el jefe de gobierno electo, en respuesta a una demanda de larga data de los porteños.

“Priorizaremos el uso del transporte público por sobre el de los autos particulares”, explica. Para ello “vamos a desarrollar un plan integral que incluya la incorporación de un nuevo transporte superficial del tipo de los colectivos con fuelles y vamos a ampliar los centros de maniobra de los subtes para triplicar la frecuencia de los servicios”, según explicó al diario La Nación.

También, entre los planes del futuro jefe de Gobierno figura “concretar la creación de las líneas F, G e I y modificar la traza de la línea H para que pueda transportar a más de las 25 mil personas previstas en el proyecto original”.

En una línea más global, Macri proclama que su gobierno “marcará un cambio cultural y de valores”, pero que para ello necesitará el compromiso de los vecinos.

En cuanto al control de gastos de la ciudad, piensa valerse de internet para transparentar las compras. “Cualquier ciudadano se podrá divertir viendo en qué se gasta su dinero”, describe.

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