sábado, diciembre 29, 2007
- EXPORTACIONES -
El agro,
el gran exportador
El año que termina muestra un desarrollo exportador de apreciable magnitud que permite aumentar los ingresos y mantener un saldo positivo de la balanza comercial, pese al también creciente desempeño de las importaciones. En efecto, las ventas al exterior de noviembre crecieron un 32 por ciento con respecto al mismo mes del año anterior y un 19, si se comparan los once primeros meses del año actual respecto del mismo lapso del anterior. Ello permitirá, sumando las ventas de diciembre, supuestamente bastante parecidas a las de noviembre, superar los 55.000 millones de dólares para el año en curso. En gran medida ello ha sido posible por la alta participación de las exportaciones de base agraria, que suman el 57 por ciento del total, vale decir casi 32.000 millones de dólares.
Varios son los factores impulsores de este ímpetu exportador, liderado por el agro. Por un lado, el crecimiento de las naciones en desarrollo en general y principalmente de Asia, con China a la cabeza, que impulsan mejoras en sus estándares alimenticios. Por otro, la incorporación de combustibles basados en recursos renovables, como el etanol, producido a partir de la caña de azúcar y el maíz, y por el biodiesel, a partir de aceites vegetales.
La competencia entablada así entre la alimentación humana y animal, por un lado, y los combustibles, por otro, presiona sobre los precios en un contexto internacional de alto crecimiento. Este nuevo contexto ha cambiado el rol de la producción agroindustrial en el mundo. Durante décadas se pregonó la existencia de un deterioro secular de los términos del intercambio internacional, en el cual los productos agrícolas estaban condenados a perder terreno frente a los demás bienes y servicios. Tales términos están hoy invertidos y, según se espera, el nuevo escenario se ha instalado con perspectivas de perdurar por largo tiempo.
La soja sigue siendo el producto estrella del comercio exterior con una contribución del 18 por ciento del total de las exportaciones, mientras que el maíz lo hizo con el 10 por ciento. Los automóviles y los productos de acero y aluminio, y el trigo constituyeron la base del crecimiento apuntado.
No todo ha tenido la misma tendencia, como lo muestran las exportaciones de combustibles y energía en general, que van perdiendo terreno pese al gran aumento de sus precios internacionales, como consecuencia incuestionable de la reducción de la producción nacional de petróleo y gas. De representar un creciente e importante 18 por ciento de las exportaciones nacionales, estos productos cayeron al 12, mientras que sus importaciones crecen, fortaleciendo la perspectiva de un cercano escenario de importaciones netas del sector, con inexorables y abruptas consecuencias sobre el precio interno de los combustibles. Se redujo también en el curso del año, y pese a la suba de sus precios internacionales, la exportación de leche en polvo, sin duda consecuencia de las presiones ejercidas por la política oficial.
Otro tema por tener en cuenta es la continuidad del déficit de la balanza bilateral de comercio con Brasil, que sumó 3500 millones de dólares en los primeros once meses del año, pese a la gran revaluación del real, mostrando problemas de competitividad favorables al país vecino.
El comercio exterior argentino revela que en las más diversas y continuadas detracciones de sus ingresos, fundadas en políticas públicas, el agro y sus industrias mantienen una posición destacada en el comercio exterior, superando la mitad de las exportaciones y requiriendo relativamente menores importaciones.
Ello se explica por su destacada productividad y competitividad, basadas en la adopción de las más modernas tecnologías y gestiones empresarias. Nada aconseja, sin embargo, la continuidad de tales políticas, que tarde o temprano afrontarán restricciones climáticas y la competencia de naciones que están aprovechando las grandes oportunidades que ofrece el mundo.
El dilema que presenta hoy el Gobierno en el sentido de que "exportamos lo que comemos" podrá ser resuelto con ventaja si se otorgan vales alimentarios u otras compensaciones a la fracción de la población de menores ingresos. Ello ha de ser mucho más eficaz y recomendable que la aplicación de la compleja, arbitraria y burocrática madeja de subsidios cruzados utilizada hoy en día.