jueves, enero 10, 2008
- ÑOQUIS -
Todos contra los "ñoquis"
Por Daniel Della Costa
Para LA NACION
De pronto los “ñoquis” han pasado a ser el gran tema. Y todo porque al jefe de gobierno porteño se le ocurrió la peregrina idea de hacerles la guerra. A la que promete sumarse Daniel Scioli y vaya a saber quién más. Porque acá se pone de moda el saco con dos tajitos o la liposucción y todos siguen la corriente. Lo que, más allá de las consecuencias de esta embestida antiñoqui, sugiere una pregunta: ¿por qué hoy se adjetiva del modo que se lo hace, con ese sabroso sustantivo de origen italiano, que designa a un sencillo bollito de harina y papa que, al fileto o a la putanesca, es deleitoso?
Se sabe que antaño también se lo usó fuera del plato, pero para amedrentar al rival. “Te voy a dar un ñoqui, te voy a dar”, solían decir los pibes mostrándole el puño al rival. Pero desde hace poco se lo aplica al tipo que sólo acude a su conchabo a cobrar, el 29 de cada mes, por forzada analogía con esa costumbre de servir ñoquis los 29 y poner bajo el plato unos pesos con la ilusión de que habrán de multiplicarse.
Ahora bien: siempre hubo empleados públicos que se ganaron el puchero sin trabajar. Pero que hoy se lance una cruzada para combatirlos sugiere que lo que alguna vez fue raro hoy, por alguna razón, es corriente. Y acá puede hablarse de dos razones. Una, que el escaso crecimiento que se arrastraba desde los 30, seguido por las nacionalizaciones de los cuarenta y los cincuenta, llevaron a la exacerbación de la empleomanía, ya que ni los organismos públicos ni las empresas del Estado se fijaban en sandeces tales como la productividad, la eficiencia y los límites presupuestarios. Y otra, que las privatizaciones de los noventa, sumadas a la crisis de hace unos pocos años, produjeron un doble y sentido efecto: la desocupación rampante y la búsqueda desesperada del empleo público como alternativa para salir del pozo. Así habría sido como, por ejemplo, en 20 años se duplicó la nómina salarial de los laburantes de la ciudad capital.
Todo aparentemente muy redondito, salvo por un detalle: ¿por qué la “ñoquimanía” no se detuvo, sino que, aparentemente, se exacerbó, durante estos años de crecimiento? Una respuesta: el crecimiento lo está midiendo el Indec. Otra, hay demasiados tipos que trabajan en un lado y cobran en dos, ya que nadie les avisó que se terminó la crisis. Y tres, los ejemplos que vienen de arriba no ayudan. Está bien que asumir la Presidencia un 10 de diciembre, en vísperas casi del tórrido verano porteño, es criminal. Pero tampoco le agrega ganas a los que ya vienen con extenuación crónica, el hecho de que la Presidenta, después de apenas una semana de trabajo, se haya tomado vacaciones y ahora ande proyectando irse a España para reunirse con el rey.
Es decir, nadie le pide que, con semejante clima, reme las ocho horas todos los días, pero verla entrar diariamente a la Rosada saludando a los granaderos hubiera ayudado a que quienes hoy ejercen de “ñoquis” experimenten, siquiera, algún cargo de conciencia. “Maestro –dijo el reo de la cortada de San Ignacio, mientras se daba aire con una vieja pantalla de cartón, de un tintorería nipona–, ¿usted sabe la energía que se ahorró preparando en Calafate y no acá el plan de canje de lamparitas? Porque allá, minga de aire acondicionado. Hasta le tienen que poner un braserito a los pies.”