sábado, agosto 04, 2007
- LOS '70 -
Aquellos malditos años
Por Julio César Moreno
Para LA NACION
De tanto denostar a "los malditos 90", el presidente Néstor Kirchner y sus ministros tuvieron el mérito de reabrir un necesario debate sobre lo sucedido en aquella década -no sólo en la economía sino también en la política y las instituciones-, pero a su vez provocaron un efecto no previsto y ni deseado: el de que les fueran señaladas, a Kirchner y a muchos de sus colaboradores, sus complicidades con las políticas noventistas.
El ex gobernador santacruceño Sergio Acevedo, uno de los delfines de Kirchner hasta que fue sacrificado el año pasado por mandato de la Casa Rosada, dijo que el actual presidente había apoyado la privatización de YPF, y añadió, a modo de comentario: "Estamos en la misma matriz económica de Carlos Menem, pero peor, porque se está profundizando con la entrega de recursos a perpetuidad y con mecanismos alejados de la ley". Se refería al acuerdo suscripto por el actual gobierno de Santa Cruz con una empresa norteamericana para prorrogarle los derechos de producción de hidrocarburos hasta 2027.
Y torpedos semejantes y de variada intensidad se han lanzado contra Kirchner en los últimos tiempos. Pero el problema no son las complicidades con el noventismo -tema que daría que hablar- sino de determinar si la privatización de YPF y demás empresas de servicios públicos fue positiva o negativa para el país, lo que requiere de un debate de alto nivel, en el propio Gobierno, el Congreso, los partidos políticos, el mundo académico y el periodismo.
Un país puede revisar políticas económicas llevadas a cabo una década atrás, y de hecho es lo que sucede cíclicamente en la mayoría de los países del mundo. El desafío es que esa revisión se realice en un marco institucional y político adecuado, y no a los mandobles y manotazos, en un clima de crispación y envenenamiento público que impide todo debate, en el que no se dan las condiciones para discernir entre el acierto y el error.
Sin olvidar que el mundo cambia de paradigmas e ideas-fuerza cada diez o veinte años, y así como hubo una larga época -después de la Segunda Guerra Mundial- en que en los países desarrollados o en vías de desarrollo las ideas dominantes eran la intervención estatal en la economía, las nacionalizaciones y la construcción del Estado del Bienestar, hubo otra época -la de los 90- en la que el paradigma era de signo contrario: apertura de la economía, privatizaciones, más mercado y menos Estado.
Y nunca se vuelve a los viejos esquemas, simplemente porque es imposible. En todo el mundo se está revisando el esquema noventista, pero nadie piensa volver a los años 40, 50 o 60, y no porque no sea deseable sino porque no se puede. Y cuando se habla de reconstruir el Estado del Bienestar no se habla de volver a un Estado burocrático, mastodóntico y deficitario, como el de los 70, sino de definir un nuevo modelo de crecimiento con equidad social, que aparece como una posibilidad pero también como una utopía. Porque desafortunadamente parece que el mundo, y en particular algunos países como la Argentina, deberá acostumbrarse a convivir durante mucho tiempo con altos índices de pobreza, desigualdad e iniquidad.