miércoles, julio 04, 2007
- A GRANEL -
Brasil, potencia agrícola
Por Alberto de las Carreras
Para La Nación - Opinión
Nuestro vecino y socio del Mercosur se ha transformado en una potencia agroindustrial. Con su crecimiento productivo y sus exportaciones, ha ganado jugosa participación en un grupo importante de mercados del mundo. Es hoy principal productor y abastecedor de azúcar, café, jugo de naranja y etanol, y también es líder del mercado internacional de carnes vacunas, de aves y otros productos menores. Se agregan a ello los 135 millones de toneladas de granos, conformadas principalmente por soja, maíz y arroz.
Algunas comparaciones con nuestras producciones y exportaciones muestran lo rezagados que quedamos como productores y exportadores agrícolas. Según datos de 2006, el vecino produjo 30 millones de toneladas de azúcar, doce veces nuestra creciente producción, y exportó nada menos que 20 de ellas.
Sumando las exportaciones de carnes vacunas, avícolas y porcinas, alcanzó a los 5,5 millones de toneladas, nueve veces más que nuestras alicaídas ventas externas, formadas mayoritariamente por nuestras carnes vacunas y frenadas por nuestros reiterados errores cada vez que se nos presentan oportunidades.
Existen fundadas razones que explican la disparidad de resultados entre ambas naciones. Es cierto que ninguna de las dos son modelos cuando se trata de medir su nivel de excelencia en la conformación del tejido institucional, político, económico y social. En su política comercial externa, ambos países son claramente proteccionistas.
La seguridad jurídica presenta fisuras, mientras que la corrupción da lugar a graves cuestionamientos. La gestión pública y el nivel de seguridad de bienes y personas presenta baches de público conocimiento.
Sin perjuicio de compartir éstas y otras carencias, nuestro país aventaja a Brasil en materia de inestabilidad política: hubo frecuentes cambios presidenciales y erráticas políticas económicas.
Entre sus principales puntos críticos se contó el repudio de la deuda pública y su parcial refinanciación. La reiteración en establecer impuestos a las exportaciones, precios máximos y, más recientemente, prohibiciones a las exportaciones de carnes y cereales, resultan moneda corriente en estos días, como lo fueron en el pasado. Brasil, pese a sus errores, presenta un clima pro negocios que lo diferencia de la Argentina. No es extraño, entonces, que los inversores se muestren más proclives a aterrizar en suelo brasileño.
Veamos, a partir de estas reflexiones generales, lo ocurrido en los últimos años en el delicado terreno de las carnes vacunas, un sector en el que la Argentina ha sido conocida en el mundo por su calificada oferta. Es allí donde se ha visto una notable irrupción de las exportaciones brasileñas, que hoy representan el 28% de las ventas mundiales. Es un verdadero giro copernicano, que retrotrae el comercio de este producto a una conformación parecida a la que tuvo en la primera mitad del siglo XX. En el pasado, las carnes sudamericanas predominaban en el mundo; claro que con una gran diferencia, porque el líder del grupo era la Argentina, acompañada por Uruguay y Brasil y, más lejos, Paraguay. En este llamativo devenir, viene al caso puntualizar tres hechos ocurridos recientemente. Por un lado, se ha registrado la presencia de cinco empresas frigoríficas brasileñas en el mercado de capitales. Se ha colocado deuda por 1300 millones de dólares. Por otro, hubo compras de mayorías accionarias en una gran empresa argentina y tres uruguayas. Más llamativa aún resulta la adquisición por parte de una de esas compañías brasileñas de Swift, Foods & Company, importante empresa norteamericana productora de carnes. Se pagaron por ella 1400 millones de dólares. En el siglo XX eran las empresas británicas y norteamericanas las que invertían en América del Sur. Ahora se dio vuelta la taba.
La mención de las diferencias institucionales, políticas y económicas entre los dos miembros del Mercosur no es suficiente para explicar la explosión ganadera brasileña. Hay otras razones:
l El territorio brasileño es vasto. Sus tierras disponibles para la ganadería y el cultivo de granos se han extendido hacia el centro, el Oeste y el Norte. Eso representa una gran oportunidad para el crecimiento agrario. Por esta razón, la soja, la caña de azúcar y la ganadería no han chocado, dada la disponibilidad de áreas de cultivo. Las mencionadas cosechas de granos se utilizan mayoritariamente como insumos de la producción de carnes en general.
l La ganadería tropical hizo marcados progresos con la incorporación de pastos tropicales. Con la activa participación del Embrapa, los ganaderos brasileños incorporaron pastos tropicales de alto rendimiento como la Santa Brachiaria, el Gatton Panic y otros. Incorporaron la ganadería tropical y, más al Sur, cruzaron el cebú con razas británicas para mejorar la carne, a la que sometieron a procesos para tiernizarla.
l La Argentina contribuyó a las exportaciones brasileñas, con su conocida defección. Sin las restricciones conocidas, nuestro país hubiera exportado un millón de toneladas de carne vacuna o tal vez más, en lugar de las magras 500.000 embarcadas el año último, cifra que se repetirá este año. Fue un suculento regalo, bien aprovechado por los socios del Mercosur. Brasil sacó ventaja también de la crisis de las exportaciones de carnes de EE.UU., aunque en menor medida que en el caso argentino, por el posicionamiento asiático de los norteamericanos, poco favorable a Brasil por razones sanitarias.
l Brasil tiene todavía un pasivo para mantener el vertiginoso ritmo de exportaciones de carnes. Aunque menos que en el pasado, la aftosa todavía le trae dolores de cabeza.
Retornando al comentario general volcado al principio, cabe reconocerle a Brasil que a su dimensión geográfica y productiva le añade su acertada vinculación con los grandes del mundo. Entre esas beneficiosas relaciones, se deben consignar como ejemplos sus recientes reuniones con EE.UU., en la Unión Europea y la India, en procura de sellar la Rueda de Doha. En este contexto también aprovecha nuestro debilitamiento, provocado por nuestras vedas exportadoras, nuestros impuestos a las exportaciones y, más recientemente, los subsidios cruzados.
El autor es miembro de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria