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Diez años para invitar a leer

Los cumpleaños son buenas ocasiones para festejar con la familia y los amigos, y para hacer un balance personal de lo construido hasta el momento. ¡Cuánto más, si se trata de una entidad que, desde que nació, se ha dedicado a hacer de la lectura un momento de felicidad y de conocimiento para todos, pero especialmente para aquellos que por muy distintas razones están alejados de esa posibilidad!

Efectivamente, la Fundación Leer cumplió en marzo último 10 años de existencia en la realización de una muy especial misión: contribuir, desde el sector privado, a crear una Argentina alfabetizada, con niños con acceso a libros y que hayan descubierto el placer y el valor de la lectura. Una tarea para nada menuda, por cierto, si se piensa que la entidad nació en 1997 -cuando la sociedad argentina comenzaba a despertar lentamente del sueño de la convertibilidad y de la creencia mágica de estar en el Primer Mundo- y que tuvo que atravesar los años de la crisis socioeconómica más pavorosa en la historia del país.

Sin embargo, y quizá por eso que se dice de que los momentos de crisis prueban a las personas y a las instituciones, la Fundación fue creciendo ininterrumpidamente en su labor hasta alcanzar a contabilizar, el año pasado, más de 500.000 niños y jóvenes que participaron de sus programas -de alfabetización precoz y familiar; de alfabetización desde la escuela; de alfabetización a partir de centros comunitarios y de salud, y de voluntariado corporativo-, más de 6600 docentes y adultos que recibieron capacitación, y más de 3500 proyectos implementados en instituciones educativas de distintas localidades de todo el país, más 1.130.000 libros nuevos distribuidos.

Como decimos siempre desde estas columnas, no se trata sólo de desplegar listas de números, sino del trabajo efectivo y eficiente que una ONG como ésta viene desarrollando. Para constatarlo, están las campañas anuales de la Maratón Nacional de Lectura (este año se realiza la 5» consecutiva, el 5 de octubre próximo, con el lema de "Disfrutá de la lectura, compartí un libro con un amigo"), de participación gratuita y sin carácter competitivo, para las cuales cuentan, además de la presencia de los niños y los jóvenes junto con sus familias, con la participación de docentes, supervisores escolares, padres, profesionales de la salud y dirigentes comunitarios en la organización de estas verdaderas fiestas de lectura en escuelas, centros comunitarios, clubes, bibliotecas, comedores, hospitales y centros de salud.

En el consejo de administración y en el consejo asesor de la Fundación Leer figuran algunos de los nombres más conocidos y de prestigio de la educación argentina, pero además están los otros, los que no llegan a los medios con su nombre y apellido, pero que ponen el hombro todo el tiempo para que esta construcción verdaderamente plural sirva para recuperar un sistema de valores que hasta en los peores momentos de nuestra vida como país estuvo presente para sostener a la sociedad argentina.

"La lectura es un placer que se contagia, no se impone", dijo hace muy poco el pedagogo italiano Francesco Tonucci, en una entrevista con este diario. Pero además de ser un placer al que nadie debería negarse, es también una de las herramientas fundamentales para crecer como individuo y como comunidad, porque está en la base del aprendizaje, no sólo del conocimiento útil, sino también de la información que nos hace mejores personas. El apoyo que la Fundación Leer ha encontrado en la sociedad durante estos diez años de vida permite alentar muchas esperanzas en nuestro crecimiento y consolidación como una Argentina con educación para todos y con igualdad de oportunidades para todos sus habitantes.