viernes, mayo 11, 2007
- OTRA DE LA FERIA -

El éxito de la Feria del Libro
Hasta los pronósticos más optimistas se vieron superados este año. Efectivamente, la 33a. Feria Internacional del Libro fue más allá de su propio récord: la visitaron más de 1.200.000 personas (aunque algunos datos extraoficiales entre expositores y personal de seguridad situaron el promedio en 1.400.000).
Hubo también récords de ventas y de asistentes a los más de 1300 actos culturales que se desarrollaron hasta el día mismo del cierre, el lunes último. Es decir, un éxito que no por deseado y esperado dejó de sorprender a organizadores y participantes.
Claro que en un balance ajustado siempre queda la duda de que estos resultados se correspondan más con el hecho de que la Feria se ha transformado con los años en un paseo obligado dentro del calendario anual, y no tanto con el crecimiento concreto de lectores entre el público que más interesa, es decir, niños, adolescentes y jóvenes. En cuanto a los más pequeños, los especialistas coinciden en que son éstos precisamente los que más leen, pero cuando se asciende en la escala etaria, ya sea porque aparece la atracción por la TV y por Internet, ya sea porque no hay literatura para público adolescente y juvenil lo suficientemente atractiva para competir con las nuevas tecnologías, lo cierto es que el interés por la lectura disminuye bruscamente.
Por supuesto, que el volumen de ventas este año en la Feria haya estado entre el 20 y el 50 por ciento por encima del año último es muy auspicioso, pero no tiene por qué corresponderse con un aumento proporcional con el número de lectores.
Independientemente de las cifras, lo que sí vale la pena destacar es la presencia de alrededor de 2000 bibliotecarios de todo el país que, con los 1100 pesos que la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) le entregó a cada uno para comprar libros, pudo elegir a gusto los que necesitan sus bibliotecas y desean sus lectores. No hay que olvidar que, en los peores momentos de la crisis económica y social de 2002, las bibliotecas populares fueron refugio y sostén para muchos alumnos que pudieron seguir adelante con sus estudios gracias a la consulta gratuita de los libros.
Cada Feria del Libro trae siempre consigo la alegría de un hecho cultural como pocos en el país y en América latina, porque ha logrado que el libro se transforme en un acontecimiento en sí mismo, que mueve multitudes. Es de desear, entonces, que este sano efecto multiplicador de lectores se mantenga el resto del año, para que no nos veamos enfrentados después a encuestas donde se nos informa que los jóvenes argentinos apenas leen un libro por año.
Editorial La Nación