jueves, abril 12, 2007
- VECINDAD -
Aprender a ser buenos vecinos
Cualquier ciudad que aspire a evolucionar necesita de buenos vecinos preparados y predispuestos a ser el motor de esa voluntad de progreso, aportando propuestas eficientes y realistas aptas para concretarla. El déficit en esta particular materia es, quizás, uno de los flancos débiles de Buenos Aires. Razón de más, pues, para calificar de altamente positivo al modelo educativo Futuro Hoy, destinado a alumnos del 4° año de las escuelas secundarias y cuya etapa final acaba de comenzar.
Con la organización de la Vicaría Episcopal de Educación y la Fundación Contemporánea, el apoyo del gobierno de la ciudad de Buenos Aires y las adhesiones del Instituto del Diálogo Interreligioso y de las fundaciones Noble y Diario LA NACION , este encuentro solidario anual, iniciado el año último, comprende dos etapas. Durante la primera, los estudiantes se agrupan por las comunas de las cuales provienen y elaboran las propuestas vinculadas con los problemas barriales: este año, por ejemplo, han enfocado el trabajo y la explotación infantiles, y la violencia. Después, se congregan en una asamblea general que debate las iniciativas acordadas y llega a una propuesta por tema, la cual será presentada a las autoridades porteñas.
Esa prometedora acción tiene por objetivos esenciales promover el compromiso social, cívico y político de los jóvenes; la movilización de esos estudiantes a través de un esquema patricipativo de formación vecinal, e incentivar su participación como vecinos en el logro del bien común. No es poco. Sobre todo porque aparece como una metodología activa y viable mediante la cual y en tanto conocen el ambiente en que viven y estudian, los jóvenes hacen un fructífero ejercicio de aproximación a la realidad y al compromiso de involucrarse con ella para tratar de mejorarla.
De esa forma, los estudiantes se educan en la búsqueda de consensos a los cuales habrán de llegar mediante el diálogo y el entendimiento. Al mismo tiempo, se los induce a renunciar a las actitudes individualistas, progenitoras de la indiferencia cívica, y a comprometerse con la participación activa en la búsqueda de soluciones viables para temas ciertamente complejos y de interés común.
En una palabra, se aspira a que los jóvenes estudiantes no sólo sean buenos vecinos, sino que también se vayan formando como ciudadanos. Y es de suponer que quienes hayan sido preparados en ese segundo aspecto no rehuirán comprometerse con el quehacer político, mejorando en todo sentido a este maltratado término. Si así ocurriese, Futuro Hoy no habrá sido un mero y olvidable ejercicio teórico ni sus formulaciones caerán en saco roto.