martes, abril 17, 2007
- PENSAMIENTO -

En defensa de las ideologías
Por Armando Alonso Piñeiro
Para LA NACION
Hace poco, en las páginas de LA NACION se publicó una entrevista al pensador francés René Rémond, cuyo principal postulado era negar que actualmente hubiera diferencias de fondo entre la derecha y la izquierda. Yendo más allá, Rémond afirmaba que ya no existe esta división en la vida política moderna.
Con el respeto que me merece el distinguido polígrafo, quisiera aportar algunas reflexiones al respecto. En primer término, la clasificación respecto de ambas ideologías sigue existiendo de manera abrumadora, si consideramos que el comunismo continúa rigiendo en casi una tercera parte del mundo.
Cabe ilustrar este aserto con los ejemplos de China (1300 millones de habitantes), Vietnam (80 millones), Cuba (11.200.000), República Democrática Popular de Corea -vulgarmente, Corea del Norte- (23 millones) y Bielorrusia o Belarús (10 millones). No incluyo aquí otras pequeñas naciones de Asia y Africa, con posibles prácticas comunistas.
Las cifras anteriores suman casi 1500 millones de seres humanos que viven bajo la esclavitud heredada del antiguo régimen soviético.
Si se quieren refutar estas observaciones con el argumento de que China parece haber abrazado el sistema capitalista, hay que decir que no deberíamos incurrir en este error, porque significaría limitarlo todo a la cuestión económica. Las naciones citadas son claras dictaduras, la mayoría de ellas, sangrientas y con infinidad de presos políticos.
En el caso del gigante amarillo, sus habitantes están obligados a trabajar como esclavos para elaborar productos que, vendidos en el país o exportados, se imponen por su bajo precio internacional.
No se puede aceptar, por lo tanto, que nadie cuestione en el mundo las libertades públicas, la forma republicana ni la democracia. Los países citados son ejemplos, si bien poco edificantes, de tiranías absolutas que repudian el libre albedrío político, el sistema republicano y la democracia, y niegan las más elementales libertades, desde el disenso hasta la libertad de prensa y expresión en cualquiera de sus manifestaciones.
Pero me voy a permitir avanzar un poco más y señalar que la existencia de ideologías no sólo es aceptable, sino conveniente. En primer término, no hay nada más irritante que la unanimidad: aun en países occidentales regidos por lo que a veces con cierta comodidad llamamos gobiernos democráticos, existen diferencias profundas que deben ser bienvenidas siempre que no afecten la autonomía humana.
Se dice que los términos "derecha" e "izquierda"nacieron con la Revolución Francesa, en 1789, cuando la asamblea de los constituyentes examinó el tema de las prerrogativas reales y otros privilegios. Quienes estaban de acuerdo con ellos se sentaron a la derecha del titular de la convención, y a la izquierda aquellos que deseaban abolir tales exclusividades y ampliar los caminos a todo el pueblo o a buena parte de él.
Pero se olvida que las dichosas clasificaciones tienen más antigüedad, puesto que nacieron en 1730 en la Cámara de los Comunes, en Londres. Los miembros del partido gubernamental de turno se agrupaban a la derecha del presidente ( speaker , según la denominación inglesa), y los opositores, en el otro extremo. (Incidentalmente, permítaseme aclarar que soy partidario del centro, porque la derecha suele incursionar en extremismos, y la izquierda es siniestra.)
Volviendo al tema de las ideologías, se deben defender, porque no hay nada más peligroso que la unanimidad, prólogo del despotismo. La Guerra Fría dividió dramáticamente el mundo en derecha e izquierda, pero tuvo la doble virtud de impedir un conflicto armado -tanto convencional como el más terrible, el atómico-, a la vez que la caída del comunismo soviético arrastró incluso a las naciones comunistas no soviéticas. El capitalismo, la derecha tradicional, obtuvo una primera e importante victoria, aunque, como queda dicho, casi una cuarta parte del globo perpetúa en la militancia de la extrema izquierda. Las ideologías continúan existiendo, afortunadamente, en todos los países del mundo: no hay uno solo que no tenga partidos liberales, conservadores, socialistas, demócratas cristianos o comunistas.
Es que las ideologías existieron siempre. El imperialismo (proveniente del latín imperium ) fue y es una ideología con variantes tornadizas. Primero fue el imperio mundial -mera abstracción utópica, porque nunca hubo una sola potencia que dominara todo el mundo conocido, sino diversos imperios, contemporáneos o sucesivos-; luego, los imperios coloniales; más tarde, el imperio continental, que nació en 1890.
Pero ideologías hubo y habrá siempre, lo cual es bienvenido porque permite la discusión, la confrontación y, por ende, el progreso. Creer en la muerte de las ideologías, en la desaparición de clasificaciones tradicionales como izquierda y derecha es caer en el error de suponer la desaparición de la pluralidad. Ello no ocurrirá, pero es lamentable que algunos lo sostengan.
El autor dirige la revista Historia