jueves, marzo 22, 2007
- GENTE Y LA ACTUALIDAD -
Masas sin líderes
Por Julio César Moreno
Para LA NACION
La relación entre el líder y la masa fue uno de los grandes temas del siglo XX. Preocupó a pensadores de la talla de Sigmund Freud, José Ortega y Gasset y Hermann Broch y fue abordada desde las ópticas más disímiles: el psicoanálisis, la literatura, la sociología. La aparición de líderes de masas como Mussolini o Hitler, ya en los años 20, dio inicio a un inquietante fenómeno: el eclipse de las democracias liberales, basadas en un sistema plural de partidos políticos, y el surgimiento del totalitarismo, o sea, regímenes de partido único.
Pero al mismo tiempo surgieron las "democracias de masas", en la que también había una relación líder-masa, pero no en un marco totalitario, sino democrático o semidemocrático. Es decir: gobiernos legitimados por el voto popular, aunque con fuertes rasgos autoritarios y poco o nada apegados a los valores republicanos, como el pluralismo, la división de poderes, la libertad de expresión, el disenso, la alternancia. El primer peronismo (1946-1955) y la figura emblemática de Juan Domingo Perón representaron cabalmente esta nueva configuración política.
Pero, sea en un contexto totalitario o de democracia de masas, lo interesante para tener en cuenta -a los fines del análisis actual- es la relación líder-masa. Y para abrir el tema, alguien podría preguntarse si Néstor Kirchner es un líder de masas, si reúne las condiciones de esos líderes carismáticos que sabían aglutinar y conducir los movimientos de masas por medio de la palabra, el gesto y la imagen.
Y la respuesta es no, y no tanto porque la personalidad del presidente Kirchner no se adecue a una definición clásica de liderazgo, sino porque hoy las masas -en la Argentina y en todas partes- no están dispuestas a confiar ciegamente en un líder, a depositar en él todas sus esperanzas y expectativas, a otorgarle una especie de cheque en blanco. Las masas, hoy, están en estado de disponibilidad y actúan por sí mismas. Son "multitud".
Uno de los rasgos de nuestra época es la emergencia de la sociedad en estado casi puro, sin la mediación de los partidos políticos o las organizaciones sociales. La sociedad tiende a representarse a sí misma, precisamente porque hay una profunda crisis de representación, un divorcio entre las instituciones y la sociedad. Perón era un líder de masas, pero además tenía un Estado, un partido y organizaciones sociales como la CGT, por medio de los cuales ejercía el poder. Hipólito Yrigoyen también era un líder, pero más un líder de ciudadanos que de masas, y su liderazgo reconocía la intermediación de las instituciones. Raúl Alfonsín fue un líder democrático-republicano, pero su estrella se apagó en pocos años.
Hoy no hay líderes, porque se ha roto el "principio de identificación" del que hablaba Freud y las masas ya no se identifican entre sí y con el líder a través de la figura de éste. Las masas actúan por su cuenta, y no de manera uniforme sino múltiple, en los barrios, en la calle, en las rutas, en los estadios, en los boliches. Y no regalan su voto: lo piensan y lo reflexionan. Por eso el voto a Kirchner, a ella o él, o a Roberto Lavagna u otros, será fruto de la reflexión y no sólo de la influencia de los aparatos políticos y estatales.