lunes, marzo 12, 2007
- CASA ROSADA -

¿Parque público o jardín privado?
El gobierno nacional puso en marcha la positiva iniciativa de refaccionar las fachadas de la Casa de Gobierno, desmerecidas por las insólitas variaciones de su cobertura, y uniformar la tonalidad de la pintura que las recubre. Nada más acertado. Lástima, no obstante, que el proyecto en trance de finalización tenga, como tiene, algún aditamento que no condice con el sentido común: la anexión del parque Colón.
La idea de esa innovación, concebida, según se explicó, para que el entorno de nuestro palacio de gobierno tuviera una fisonomía similar a la de la Casa Blanca estadounidense, no tuvo origen en la actual administración, que, al parecer, se limitó a resucitarlo. Hace algunos años, cuando estaba por comenzar la última década del siglo XX, el ex presidente Carlos Menem tuvo en mente esa expugnación de la cual más tarde desistió -o fue disuadido- en nombre del sentido común.
Ahora, y con motivo del remozamiento de las fachadas, se ha vuelto a la carga con la misma intención, ignorando -u omitiendo darse por enterados- que el parque Colón es un espacio público de la ciudad autónoma de Buenos Aires y, como tal, no es propiedad de ninguna administración, ya sea local o nacional, sino que forma parte del patrimonio de la metrópoli.
Sorprende, pues, que el gobierno porteño hasta se haya hecho cargo de los 9 millones de pesos que costaría tan peregrina integración, anticipada, sobre todo, por el cercado perimetral que en su abrazo ya abarca la sede del Gobierno y el parque, incluida la columna que sostiene la estatua del insigne navegante Cristóbal Colón, en este momento rodeada de los andamios utilizados para devolverle todo el esplendor de su genovesa apostura.
Daría la impresión de que nadie se habría tomado el trabajo de releer las disposiciones de la Constitución local, que en su artículo 27, inciso 2, consigna que la ciudad debe promover "la preservación y restauración del patrimonio natural, urbanístico, arquitectónico...", así como también, en el inciso 3, propugna "la protección e incremento de los espacios públicos de acceso libre y gratuito [...] y garantiza su uso común...".
No parecería ser ése el caso que aquí se aborda. Por empezar, un mínimo de sensatez induciría a inferir que si el parque Colón quedase incorporado al área gubernamental en forma definitiva, el público no tendría acceso a él por atendibles razones de seguridad.
Nuestra ciudad no cuenta con tantos espacios públicos verdes como para darse el lujo de obsequiarle el uso exclusivo del parque Colón al gobierno nacional y vedárselo a la población residente o transitoria de la capital de los argentinos. Muy por el contrario, Buenos Aires tiene notable y antiguo déficit en esa materia tan importante para el bienestar y la calidad de vida.
Ninguna objeción cabría hacerle a la módica pretensión de que el entorno de la Casa de Gobierno argentina pudiese tener cierto parecido con el de la Casa Blanca norteamericana. Ello, por supuesto, siempre y cuando la instalación de ese "jardín privado" no fuese la indebida e ingrata consecuencia de la desaparición de un parque público.