miércoles, febrero 28, 2007
- TODO MEZCLADO -
No hay aplazados, ni escalafón
Los inmorales nos han igualado
Cambalache
Enrique Santos Discepolo
Manejando días pasados por Avenida Córdoba en su intersección con Juan B. Justo, me llamó la atención una leyenda escrita a lo largo del puente de esta última:
“ En cada victima hay siempre un victimario”
La escritura realizada cuidadosamente en letras de molde está desplegada simétricamente sobre todo el ancho del puente, descartando impulsos ocasionales de su autor, y evidenciando un propósito definido.
Mi primera reacción fue de curiosidad sobre el significado de tan extraña frase. Al meditar brevemente sobre la misma, la sorpresa dio lugar a la indignación, y a la natural reflexión sobre que pensaría el autor de la leyenda si él o algún miembro de su familia o circulo fuera asaltado, robado, asesinado, violado o vejado por algún victimario (para usar su terminología) con un pretexto cualquiera, relacionado con el presente o pasado de dicho criminal.
Normalmente, al seguir manejando estas indignaciones momentáneas desaparecen y son reemplazados por otros sentimientos no menos intensos en el próximo nudo de tráfico en Av. Córdoba, congestionada a esa hora. Sin embargo, en este caso permaneció obsesivamente la intriga sobre que había detrás de esta frase, y llegué a la conclusión de que ella no tiene nada de inocente, pues está de acuerdo con tendencias observables en nuestra sociedad actual.
Mi interpretación de la frase es el siguiente: la victima, en cuanto miembro de una sociedad injusta que ha oprimido al victimario o sus ancestros, es en realidad responsable de la violencia que sufrió. El victimario está parcialmente justificado al realizar su acto, como desquite por lo que tuvo o tiene que sufrir. En definitiva, todos tienen derecho a descargar sobre los restantes miembros de la sociedad su ira, frustración y otras bajas pasiones, visto que la sociedad es imperfecta.
Expuesto así claramente, queda de manifiesto que se trata de una excusa monstruosa. Sin embargo, el hecho de que precisamente la justificación de muchas violaciones es que la mujer “se lo estaba buscando” nos alerta de que tiene precedentes y no es una interpretación demasiado retorcida.
La tendencia actual del sistema judicial argentino, influenciado obviamente por los políticos autodenominados progresistas, es no solo dar a los acusados las debidas garantías procesales, lo cual es obligatorio en una democracia civilizada, sino a descargar todo lo posible la culpa de los acusados, aún por las acciones mas infames. Esto se ve reforzado si dichos acusados pertenecen a algún grupo social redituable políticamente.
Esto es una desviación de cualquier principio de responsabilidad por los propios actos, y una socialización de las culpas, lo que está de acuerdo con el hecho de que en Argentina lo que se socializa son siempre las pérdidas, precisamente por medio de mecanismos de licuación.
Dentro de esta tendencia, esta igualación victima = victimario es otro paso, mas sibilino, mas peligroso y mas demencial. Representa la subversión, no de un orden político o legal sino moral, un golpe muy intimo a los valores personales de los argentinos.
¿Seguirá la sociedad aceptando y convalidando pasivamente esta involución que la aparta de sus raíces éticas, religiosas?.
Como se ve, las calles y aún los puentes de una ciudad tienen mucho que decir sobre la evolución de los valores predominantes.
Ing. Oscar Luis Rigiroli