jueves, enero 18, 2007
- ORGULLO Y RESPONSABILIDAD -
Con la participación de 60 países, representados por 2000 especialistas (15 de ellos, argentinos), se ha puesto en marcha uno de los mayores acontecimientos científicos de toda la historia.
Se trata del Año Polar Internacional 2007 (API/07), para el cual se ha elaborado un riguroso programa de investigación en diversos campos de estudio, que desarrollará, durante un bienio, tareas que suponen una inversión de 440 millones de dólares.
El actual API es el cuarto de la historia y, por primera vez, está especialmente determinado por un interrogante dramático: ¿adónde nos lleva el calentamiento global? La pregunta puede encontrar respuestas decisivas ya que el Polo Artico, escenario donde se concentran las actividades de los investigadores, es considerado un verdadero barómetro de los cambios climáticos mundiales.
Los logros que se alcancen en esta prolongada labor importarán mucho, por lo tanto, para la previsión de los cambios ambientales, razón por la cual esos resultados interesan a la población planetaria y, en primer lugar, a los inuit ("los hombres"), nombre que se dan los esquimales a sí mismos.
Como es sabido, una gran amenaza pende sobre la Tierra, puesto que va en camino de convertirse en un gran invernadero, debido al aumento de la temperatura global causada por la emisión incontrolada de los gases resultantes de la combustión de los hidrocarburos.
Como un efecto probatorio de esta afirmación el año último se verificó la reducción de un 14 por ciento de los hielos del Artico, hecho que confirmó el pronóstico de la desaparición de esa región, que se derretiría y sería cubierta por el mar en pocas décadas más.
Las consecuencias serían muy graves, pues se perdería la fauna polar, se destruirían ecosistemas que contribuyen a depurar la atmósfera y el agua, y, al elevarse el nivel oceánico, los efectos subsiguientes serían catastróficos para los países costeros.
En una escala menor, claro está, un ejemplo actual confirma las predicciones científicas. Es el caso de los osos polares, considerados hace ya un tiempo como especie amenazada por la Unión Internacional de la Conservación, especie a la que ahora el Departamento del Interior del gobierno de los Estados Unidos le reconoce la misma condición, aunque sin pronunciarse acerca de la causa por la cual se funden los hielos ni cómo evitarlo. Hay que señalar también que, cuando los osos polares buscan su alimento, se sirven del hielo como plataforma para cazar focas o como puente para acceder a otras costas.
Lógicamente, al derretirse los hielos, los osos pierden posibilidades de éxito en sus cacerías y, aunque son buenos nadadores, las distancias a otras costas les resultan insuperables. Es así como esta especie animal se ha convertido en emblemática para los ambientalistas que bregan por el mantenimiento de la biodiversidad.
En la película recientemente estrenada en la Argentina, Una verdad incómoda , donde el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, advierte sobre los peligros del calentamiento global, hay una secuencia de dibujos animados donde se ve cómo muere un oso polar porque no puede cubrir en el agua la distancia que lo separa de los hielos donde está su hogar.
Por todo lo expuesto, a la vez que es digno de los mejores augurios el acontecimiento científico del API/ 07, dado lo que implicará para el desarrollo del conocimiento, también hay que esperar que las conclusiones de sus trabajos movilicen a aquellos gobiernos -como es el caso de los Estados Unidos, que no ha firmado el Protocolo de Kyoto- que todavía se resisten a cumplir con las normas necesarias para reducir los riesgos del cambio climático.