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jueves, diciembre 07, 2006
- EL CONOCIMIENTO -
Conocimiento = (gente + información)
La audiencia estaba estupefacta. Eran todos editores y Bill Gates acababa de decirles: “para el año 2000 no quedarán más diarios en papel”. Paradojas del destino: diez años después de aquella profecía incumplida (fue en 1996) las acciones de Microsoft comenzaron a aumentar su valor gracias a que Bill Gates anunció que se retira de la compañía dentro de un año. Los analistas de Wall Street creen que se puso viejo, que con 51 años no puede entender internet y allí está la causa por la cual Microsoft no creció mientras Google triplicó su valor.
Volviendo al pasado, la reunión de editores continuó con el siguiente conferencista que sirvió para sacar a la audiencia del soponcio. Dijo, “Ustedes no están en el negocio de la comunicación, ustedes están en el negocio del conocimiento: las informaciones son datos, cada día más sin valor, commodities a las que todo el mundo tiene acceso, lo que ustedes, los periodistas, verdaderamente tienen para aportar es conocimiento, algo que ninguna tecnología por sí sola podrá nunca generar”. En síntesis, estamos inundados de información y sedientos de conocimiento. Diógenes Laercio decía: “El único bien es el conocimiento, y el único mal la ignorancia”.
Un amigo me regaló la fórmula del conocimiento. Es K = (p+i)s donde ‘k’ es conocimiento (knowledge), ‘p’ es gente (people), ‘i’ es información y ‘s’ es compartir (share en inglés). Gente más información, interactuando, produce conocimiento. Linda definición para el periodismo, especialmente el de calidad como el que aspira NOTICIAS.
La ecuación de la calidad es C = HhxCe. La calidad es el resultado de la cantidad de horas hombre por el coeficiente intelectual de esos hombres. La revista The Economist, probablemente la más respetada del mundo, hizo publicidad con una foto de su redacción vacía a la noche tomada desde el piso que contenía una sola frase: “The Economist, la mayor concentración de coeficiente de inteligencia por metro cuadrado de alfombra”.
¿Por qué vienen a mi cabeza estas referencias al conocimiento y la calidad al cumplir 30 años NOTICIAS? Porque esta revista siempre buscó esas cualidades. Energía, creatividad, inteligencia o dinero (esto fue lo que siempre menos tuvimos), no resultan suficientes sin persistencia. Ese es el Edipo del cursus honorum: la verdad más difícil de aceptar en la juventud.
The Economist (Inglaterra) tiene 167 años; Time (Estados Unidos), 83; las newsmagazines de la Europa arrasada por la guerra: Der Spieigel (Alemania), 59, L’Express (Francia), 53; y L’expresso (Italia), 51. Y en Brasil, el único otro país latinoamericano que cuenta con una gran revista de este género, Veja tiene 38 años.
El conocimiento y la calidad son el resultado de un proceso de acumulación y aproximaciones sucesivas. Las primeras tapas de La Semana y las ediciones de muchos de sus años, fueron de un primarismo que sólo la mirada compasiva de nuestra nostalgia nos permite verlas sin avergonzarnos. Pero aquellas ediciones fueron como eslabones de una cadena evolutiva: toscos, rudimentarios y absolutamente necesarios para el desarrollo posterior. El arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza.
El tiempo tiene una dimensión objetiva y otra subjetiva, El único que tiene existencia real es el presente. Pero vivir en el presente no es lo mismo que vivir en el instante, ese efímero punto que separa al pasado del futuro, sino en el presente que dura porque le es fiel al pasado y no se desinteresa del porvenir. La Sociedad Francesa de Física invitó en 1993 al filósofo André Comte-Sponville a disertar sobre el tiempo desde la dimensión de la consciencia. Allí enfatizó sobre el carácter inaprensible del tiempo, siempre en fuga, desapareciendo, escurriéndose, que se nos entrega sólo en su pérdida. “Fluye desde el futuro, donde todo empieza, hacia el pasado, donde todo se acumula”.
Sartre decía: “El pasado ya no es y el futuro todavía no es”. ¿Sería entonces el presente una frontera, un mero límite, entre dos nadas? Además, ¿cuál es el lapso que divide al pasado del futuro? Como el tiempo es indefinidamente divisible, minutos, segundos o milésimas de segundos, el presente, el presente de la consciencia, el presente humano, sostuvo Comte-Sponville, sólo es posible en unión con el pasado que le da sentido y el futuro que construye. El tiempo sólo existe relativamente en relación con el cambio: el paso del pasado al futuro a los que el presente no separa sino que une. No hay tiempo sin cambio ni movimiento. El tiempo es un río de acontecimientos.
San Agustín hablaba de los mismos tres tiempos: “el presente del pasado es la memoria y el presente del futuro es la espera”. Se podría decir que nuestros proyectos y esperanzas (el futuro), así como nuestros recuerdos (el pasado), sólo son pedazos de nuestro presente.
Cuando se cumplieron 10 años de La Semana, en 1986, en la edición aniversario publicamos un chiste de Fontanarrosa donde ironizaba sobre la época que nos había tocado vivir y la creencia de que cuanto más felices son los tiempos más pronto pasan (en este caso, lo inverso). Habíamos vivido en 10 años experiencias que los periodistas de un país normal no vivían en toda una vida: 30 mil desaparecidos, una guerra: Malvinas, la llegada de la democracia y una hiperinflación. Ingenuos, no sabíamos lo que nos esperaba en las dos décadas siguientes.
A Borges le gustaba decir que “antes las distancias eran mayores porque el espacio se mide por el tiempo”.
Por: Jorge fontevecchia
La audiencia estaba estupefacta. Eran todos editores y Bill Gates acababa de decirles: “para el año 2000 no quedarán más diarios en papel”. Paradojas del destino: diez años después de aquella profecía incumplida (fue en 1996) las acciones de Microsoft comenzaron a aumentar su valor gracias a que Bill Gates anunció que se retira de la compañía dentro de un año. Los analistas de Wall Street creen que se puso viejo, que con 51 años no puede entender internet y allí está la causa por la cual Microsoft no creció mientras Google triplicó su valor.
Volviendo al pasado, la reunión de editores continuó con el siguiente conferencista que sirvió para sacar a la audiencia del soponcio. Dijo, “Ustedes no están en el negocio de la comunicación, ustedes están en el negocio del conocimiento: las informaciones son datos, cada día más sin valor, commodities a las que todo el mundo tiene acceso, lo que ustedes, los periodistas, verdaderamente tienen para aportar es conocimiento, algo que ninguna tecnología por sí sola podrá nunca generar”. En síntesis, estamos inundados de información y sedientos de conocimiento. Diógenes Laercio decía: “El único bien es el conocimiento, y el único mal la ignorancia”.
Un amigo me regaló la fórmula del conocimiento. Es K = (p+i)s donde ‘k’ es conocimiento (knowledge), ‘p’ es gente (people), ‘i’ es información y ‘s’ es compartir (share en inglés). Gente más información, interactuando, produce conocimiento. Linda definición para el periodismo, especialmente el de calidad como el que aspira NOTICIAS.
La ecuación de la calidad es C = HhxCe. La calidad es el resultado de la cantidad de horas hombre por el coeficiente intelectual de esos hombres. La revista The Economist, probablemente la más respetada del mundo, hizo publicidad con una foto de su redacción vacía a la noche tomada desde el piso que contenía una sola frase: “The Economist, la mayor concentración de coeficiente de inteligencia por metro cuadrado de alfombra”.
¿Por qué vienen a mi cabeza estas referencias al conocimiento y la calidad al cumplir 30 años NOTICIAS? Porque esta revista siempre buscó esas cualidades. Energía, creatividad, inteligencia o dinero (esto fue lo que siempre menos tuvimos), no resultan suficientes sin persistencia. Ese es el Edipo del cursus honorum: la verdad más difícil de aceptar en la juventud.
The Economist (Inglaterra) tiene 167 años; Time (Estados Unidos), 83; las newsmagazines de la Europa arrasada por la guerra: Der Spieigel (Alemania), 59, L’Express (Francia), 53; y L’expresso (Italia), 51. Y en Brasil, el único otro país latinoamericano que cuenta con una gran revista de este género, Veja tiene 38 años.
El conocimiento y la calidad son el resultado de un proceso de acumulación y aproximaciones sucesivas. Las primeras tapas de La Semana y las ediciones de muchos de sus años, fueron de un primarismo que sólo la mirada compasiva de nuestra nostalgia nos permite verlas sin avergonzarnos. Pero aquellas ediciones fueron como eslabones de una cadena evolutiva: toscos, rudimentarios y absolutamente necesarios para el desarrollo posterior. El arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza.
El tiempo tiene una dimensión objetiva y otra subjetiva, El único que tiene existencia real es el presente. Pero vivir en el presente no es lo mismo que vivir en el instante, ese efímero punto que separa al pasado del futuro, sino en el presente que dura porque le es fiel al pasado y no se desinteresa del porvenir. La Sociedad Francesa de Física invitó en 1993 al filósofo André Comte-Sponville a disertar sobre el tiempo desde la dimensión de la consciencia. Allí enfatizó sobre el carácter inaprensible del tiempo, siempre en fuga, desapareciendo, escurriéndose, que se nos entrega sólo en su pérdida. “Fluye desde el futuro, donde todo empieza, hacia el pasado, donde todo se acumula”.
Sartre decía: “El pasado ya no es y el futuro todavía no es”. ¿Sería entonces el presente una frontera, un mero límite, entre dos nadas? Además, ¿cuál es el lapso que divide al pasado del futuro? Como el tiempo es indefinidamente divisible, minutos, segundos o milésimas de segundos, el presente, el presente de la consciencia, el presente humano, sostuvo Comte-Sponville, sólo es posible en unión con el pasado que le da sentido y el futuro que construye. El tiempo sólo existe relativamente en relación con el cambio: el paso del pasado al futuro a los que el presente no separa sino que une. No hay tiempo sin cambio ni movimiento. El tiempo es un río de acontecimientos.
San Agustín hablaba de los mismos tres tiempos: “el presente del pasado es la memoria y el presente del futuro es la espera”. Se podría decir que nuestros proyectos y esperanzas (el futuro), así como nuestros recuerdos (el pasado), sólo son pedazos de nuestro presente.
Cuando se cumplieron 10 años de La Semana, en 1986, en la edición aniversario publicamos un chiste de Fontanarrosa donde ironizaba sobre la época que nos había tocado vivir y la creencia de que cuanto más felices son los tiempos más pronto pasan (en este caso, lo inverso). Habíamos vivido en 10 años experiencias que los periodistas de un país normal no vivían en toda una vida: 30 mil desaparecidos, una guerra: Malvinas, la llegada de la democracia y una hiperinflación. Ingenuos, no sabíamos lo que nos esperaba en las dos décadas siguientes.
A Borges le gustaba decir que “antes las distancias eran mayores porque el espacio se mide por el tiempo”.
Por: Jorge fontevecchia
