Join the Blue Ribbon Online Free Speech Campaign
Join the Blue Ribbon Online Free Speech Campaign!

Support WWF Sitios Argentina.com.ar El Catalejo, Portal de cultura Support WWF's campaign against toxic chemicals Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Find out more about endangered species [EFC Blue Ribbon - Free Speech Online]
Unite!: SE HABLA ESPAÑOL Iscritto su CercaBlog.com la blogoteca La Gioconda interactiva - Mona Lips-synch - Exhibition Images in Paris - Cité des Sciences, France ArgenBlogs Page copy protected against web site content infringement by Copyscape  Bitacoras.com Take action online with WWF

domingo, noviembre 19, 2006

- WELCOME BACK -

The beatles vuelven con love
Todo lo que necesitas



Con un espectáculo del Cirque du Soleil como excusa, George Martin volvió a los estudios de Abbey Road, donde se encerró con su hijo Giles, una computadora y todas las cintas grabadas por Los Beatles. Tres años después salió con Love, un disco inaudito en el que todos esos sonidos, instrumentos, arreglos y voces que el mundo sabe de memoria se mezclan de nuevo para sonar como nunca nadie los escuchó. Casi casi, un disco nuevo de Los Beatles.

Una cosa está clara, un hecho es incontestable: todo aquel que haya nacido a partir de 1962 en cualquier lugar de este planeta tiene, grabadas en su ADN, hasta el día en que se muera luego de haberlas transferido a sus herederos, las canciones de The Beatles. Las canciones de John Lennon & Paul McCartney & George Harrison & Ringo Starr (& George Martin, claro) como una, dos, tres, tantas magdalenas proustianas sónicas que nos llevan a determinados momentos inolvidables o nos recuerdan, de golpe, situaciones que habíamos olvidado. Ejemplo: alcanza una entrada de piano y un rasgueo de guitarra entre silbidos y aplausos que se desvanecen para recordar a mi padre –1967–, llegando a casa con una flamante copia del disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Y lo que más me impresionó entonces fue la cubierta del disco.

¿Quiénes eran todas esas personas? ¿Qué hacían allí? ¿A quién se le habría ocurrido la tan revolucionaria idea de poner las letras de las canciones en la contraportada? ¿Y por qué The Beatles se habían convertido en otra banda y, para colmo, una banda militar? Lo segundo fue, sí, escuchar por primera vez –aunque cada vez que se la oye es como si fuera la primera vez– “A Day in the Life”. Esa canción en varias partes que comenzaba con una voz triste (Lennon), era interrumpida por otra voz más inquieta (McCartney), para culminar con un portentoso crescendo orquestal, un sonido que no podía ser sino el del fin del mundo. Creo que fue entonces cuando fui irradiado –lección temprana, influencia absoluta– con la idea de pensar en módulos, escribir por partes y en capas, ensamblarlo todo más tarde y a ver qué pasa y qué sale.

Un año y meses más tarde, esta impresión sería fijada y fortalecida todavía más por la visión de 2001: A Space Odissey de Stanley Kubrick. Más pedazos, más piezas de puzzle, y una tercera voz (la de la computadora HAL 9000) tan british y resignada ante la ignorancia de los seres humanos. Y siempre lamenté que, en la escena de la desintegración de su memoria, HAL 9000 se despidiera entonando “Daisy... Daisy...” cuando hubiera sido tanto mejor que agonizara, melancólica, cantando cada vez más lento eso de “I read the news today, oh boy”...

Y todo esto que me pasó y vuelve a pasarme a mí y le pasará ahora a partir de algo que le pasó –con alguna canción/momento diferente como disparador, pero con un revólver siempre de ellos– a todo aquel que escuche Love: el “nuevo” disco de canciones eternas de The Beatles que sale a girar, mágica y misteriosamente, dentro de un par de días en la vida de cualquiera de nosotros.

VENGAN JUNTOS

La idea original de unir los destinos de The Beatles y del Cirque du Soleil fue, dicen, de George Harrison, amigo del dueño-fundador del circo, Guy Laliberte. Así, la psicodelia circense de los primeros con la vanguardia hi-tech de los segundos. Añadir el hotel MGM Mirage de Las Vegas –que construyó un nuevo auditorio para 2 mil butacas donde montar el espectáculo con 160 millones de dólares de presupuesto– y aquí viene Love: un megashow que seguramente deleitará a quien le interesen estas cosas. Pero –en beneficio de Mr. Kite– hablemos de música y de un nuevo retorno de los que nunca se fueron. Porque eso es lo interesante: The Beatles –habiéndolo inventado todo– no dejan de reinventarse y más de uno criticará la constante explotación de una misma veta, pero también está claro que las sucesivas “venidas” de la banda desde su separación en 1970 trascienden la maniobra nostálgica y comercial. Así, no conozco a nadie que no se haya alegrado por la salida de los discos y documental y libro del proyecto Anthology y difícilmente vaya a conocer a alguien que no celebre a Love.

Un artefacto curioso con portada amarillo beatle a la que le haría más justicia la preciosa revisitación de su dibujo de la tapa de Revolver que acaba de hacer Klaus Voorman para la revista Mojo. Porque Love es una restauración irrespetuosa en el mejor sentido de la palabra. Un rompecabezas loco. Una gran idea. Un remedio para melancólicos y una vuelta al Mundo Beatle en ochenta minutos pulidos y digitalizados hasta encandilar los oídos.

Y no hace mucho que volví a leer una novela de ciencia ficción, firmada por Samuel R. Delany, titulada The Einstein Intersection. Ahí adentro, una idea tan original como lógica: en un futuro post-apocalíptico, los cuatro integrantes de The Beatles se han convertido en deidades para los sufridos mortales que juran en su nombre y recitan sus canciones como si se trataran de salmos o bienaventuranzas. Digo que me parece lógico porque uno de los aspectos más “milagrosos” de The Beatles radica en el equilibrio no de una Santísima Trinidad sino de una Santísima Tétrada (el productor George Martin sería el Papa, el representante en la Tierra, en ese Vaticano que son los Abbey Road Studios) en la que John sería el genio anárquico, Paul el talento estructurado, George el místico psicodélico y Ringo el gracioso mundano (siempre pensé en Ringo como en el hombre más afortunado de toda la Historia: reemplazó al baterista original y llegó, superadas las penurias, para cosechar a lo grande). Dentro de este esquema teológico, George Martin posiblemente no alcance la categoría de deidad pero sí –seguro, mejor que la burocrática y nunca decisiva figura de Papa– la de Merlín o Gandalf. Sabio consejero e imprescindible a la hora de grandes decisiones y enormes magias. Y aquí y ahora, en Love, su hijo Giles Martin se revela como el más dedicado aprendiz de brujo, como un nuevo y digno guardián de la espada o del anillo, de un sonido que no ha dejado de sonar.

TODOS JUNTOS AHORA

Y la cosa fue así: Giles se sentó frente a su maquinaria Pro Tools bajo la atenta mirada de George e hizo lo que The Beatles hicieron siempre: salir a jugar para jugar con nosotros y para que nosotros juguemos con ellos. Corte y confección, collage, mix, ínfima ayuda de efectos de sonido bien puestos, descartes rescatados y novedades a medida (cuerdas para un demo recién descubierto de “While my Guitar Gentil Weeps” y para “Octopus’s Garden”), las voces de una canción con la música de otra, ese solo de guitarra inconfundible de pronto confundiendo (y divirtiendo mucho) al estar insertado en una canción que no le pertenece pero ahora sí y momentos formidables.

Y, claro, difícil resistirse a ese comienzo con “Because” y el estruendo final de “A Day in the Life”, mutando a aquel primer golpe de guitarra de “A Hard’s Day Night” y el insuperable solo de Ringo en “The End”, yendo a dar a “Get Back” y... “Drive my Car” chocando con “What You’re Doing” y “The Word”, el lógico encuentro de “Lady Madonna” con “Hey Bulldog”, “Blackbird” cantando sobre “Yesterday” y la genialidad de la voz de “Within or Without You” derritiéndose en las percusiones de “Tomorrow Never Knows” y el efecto déjà vu que muchas bandas veteranas consiguen en sus muy buenos nuevos discos de canciones nuevas (oír, por ejemplo, el flamante Endless Wire de The Who) aquí conseguido con una ayudita de amigas reliquias supuestamente intocables pero que, de pronto, pareciera que les encanta que las toquen.

Las primeras audiciones (les pasó a Paul y a Ringo, quienes se mostraron encantados con el resultado) estarán inevitablemente contaminadas por la necesidad de identificar todas las partes; después, enseguida, se sucumbe al gozo de volver a disfrutar de lo de siempre como nunca. Y ahora lo pienso, ahora me doy cuenta: Love es el equivalente sónico a aquella portada de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Sólo que ahora –a espaldas de The Beatles– no hay celebridades sino sus propias célebres canciones cerrando el círculo con un agujerito en el medio.

Y está claro que la saga de The Beatles ofrece una gran trama y que, por eso, se ha escrito muchas veces y se escribirá muchas veces más por más que George Martin asegure que esto es el final y aunque yo siga extrañando un incomprensiblemente ausente All Together Now: The Beatles Sing for Children con todas sus canciones “infantiles” como “Yellow Submarine”, “Cry Baby Cry”, “Bungalow Bill” y tantas otras. Sería una linda adición al canon. Hasta eso o hasta lo que venga quedan, al final de Anthology, luego de que los otros tres teorizaran y definieran el legado, las sensibles conclusiones de Ringo: “Igual que sucede con los astronautas, sólo nosotros podemos entender qué fue ser un Beatle y, al mismo tiempo, no experimentamos el fenómeno en sí porque éramos el fenómeno... Sólo puedo decir que fueron los mejores amigos que tuve en mi vida. Y que pocas veces cuatro personas se quisieron tanto”.

Y Ringo no miente.


Que sean todos felices, a su manera y como puedan. Y que duerman tranquilos y descansen en paz. Su obra trascenderá sus vidas (de algún modo sus canciones se han convertido en los retratos de Dorian Gray en los que nos miramos todos, ellos y nosotros, en esas canciones inmortales e inmaculadas); su genio continúa señalando cuál sigue siendo el largo y sinuoso camino; y su mensaje resuena tan claro como en el primer día en la vida que leímos la noticia o la Buena Nueva. Ya saben: todo lo que necesitas es amor; y al final el amor que tomas es igual al amor que haces; pero, claro, el dinero no puede comprar amor.

Pero, al menos, puede comprar Love.

Algo es algo. Y –having read the book (or listened to the record), I’d love to turn you on– este algo es mucho.

Por Rodrigo Fresán
Página 12

Comments:
Interesante.
 
Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Silktide SiteScore for this website BlogItalia.it - La directory italiana dei blog Herramientas para blogs y paginas web href="http://www.blogs.com.br" target="_blank">O Ponto de Encontro dos Blogueiros do Brasil
adopt your own virtual pet!

Get your own calendar

get peeptin @ flooble
adopt your own virtual pet! myspace layouts, myspace codes, glitter graphics British Blog Directory Scottish Blogs. English Blog Directory. British Blog Directory. Welsh Blogs. Northern Irish Blog Directory. Wannabe Expat - BritBlog myspace layouts, myspace codes, glitter graphics myspace layouts, myspace codes, glitter graphics EnTrETeNhA-Me Depósito do Calvin Firefox
Página de recogida de firmas: http://sidar.org/firmas.
La Gioconda interactiva - Mona Lips-synch - Exhibition Images in Paris - Cité des Sciences, France Listed on the ArmchairGM Sports Blog Index BritBlog Needs You!