miércoles, noviembre 15, 2006
- MATEMOS AL ROTTWEILER -
Luis D’Elía, el renombrado patotero, intimidador, rompe tranqueras y toma comisarías fue relevado de su puesto. Como buen perro de presa por exceso de celo y exabruptos reiterados, quedó disponible y sin alimento balanceado.
Es que no le avisaron que su labor fue la de “una noche de verano”: lo usaron y lo tiraron. Fue simplemente un triste fusible descartable entre tanta descarga impotente.
El ejecutivo no se pudo bancar con este escenario tanta paranoia y esquizofrenia.
-¡Fuera chico loco...! dijo alguien. La culpa no la tuvo solo D’Elía –no es precisamente el chancho el culpable, sino del que le da de comer- Todo parece salir mal: El Francés, San Vicente, Gualeguaychú, Misiones... Se viene la noche y hay que tirar lastre.
“Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio...”
Ricardo A. Carrasquet