<0> + ConectArte + <0>

Un cachetazo a la vieja política


El rechazo de la mayoría de la ciudadanía de Misiones al proyecto de reforma constitucional que propiciaba la posibilidad de la reelección indefinida para el gobernador provincial fue un ejemplar pronunciamiento en contra de la vieja política y de la nefasta tendencia al predominio de las tentaciones hegemónicas y personalistas sobre los principios republicanos.

En las elecciones de anteayer, la lista de convencionales reformadores del Frente Unidos por la Dignidad, que encabezó el obispo emérito Joaquín Piña y que se opuso a la reelección, obtuvo algo más del 56 por ciento de los sufragios, mientras que la nómina auspiciada por el gobernador Carlos Rovira, que impulsó la modificación constitucional, sólo logró el 43 por ciento, pese a haber realizado los gobiernos provincial y nacional cuantiosos gastos en una campaña proselitista bochornosa.

Ninguno de los artilugios típicos del clientelismo y del prebendarismo fue suficiente para apuntalar el proyecto de reforma constitucional, limitado a la ambición personal del mandatario provincial de hacerse reelegir. Tampoco sirvieron a ese fin los incalificables preparativos para consumar el día de la elección maniobras fraudulentas, detectadas a tiempo y denunciadas, tanto por la oposición como por los medios de comunicación y las ONG: entre ellas, la idea de hacer votar a los muertos o la de traer a ciudadanos paraguayos a sufragar con documentos de identidad argentinos.

El presidente Néstor Kirchner se equivocó doblemente en las semanas previas a los comicios. Por un lado, se olvidó de que es el mandatario de todos los argentinos y volcó su apoyo personal a Rovira en un acto público; por otro, no reparó en atacar al clero misionero, achacándole a la Iglesia Católica no haber hecho nada durante la época del último proceso militar. Ignoró el jefe del Estado que la Iglesia fue uno de los pocos sectores de la vida nacional que, al menos, efectuaron una sincera autocrítica por su actuación en el pasado, al tiempo que desconoció que obispos misioneros se opusieron con valentía a los condenables excesos del gobierno de facto.

También es el primer mandatario responsable de haberse inmiscuido en una campaña electoral donde la transparencia brilló por su ausencia del lado de un oficialismo que pareció dispuesto a casi todo por un voto. En todo caso, Kirchner debió haberse abstenido de contribuir con fondos públicos nacionales al triste festival de prebendas del cual se vio toda clase de testimonios.

La derrota del gobernador Rovira es, sin dudas, una señal que podría ayudar a frenar la fiebre reeleccionista que viene subiendo en distintas provincias. El caso más relevante es el de la provincia de Buenos Aires, donde el gobernador Felipe Solá debería advertir que su afán por continuar en el poder ofende a una ciudadanía que tiene problemas mucho más graves por los cuales preocuparse o los de Jujuy y Tucumán, donde la cultura del caudillismo debería ceder lugar al sabio principio de la alternancia, gran antídoto contra el culto a los personalismos y las ambiciones hegemónicas de quienes planean perpetuarse en el poder.

Como ya se ha dicho en esta columna editorial, la Constitución de un país o de una provincia no debe ser un instrumento que pueda modificarse a cada momento, de acuerdo con las cuestiones coyunturales que se les van presentando a los dirigentes políticos.

Pese a los no pocos análisis previos a las elecciones que subestimaban la capacidad y la moral del pueblo misionero, éste acaba de darnos a todos los argentinos una soberana lección sobre cómo defender los principios republicanos.